La sequía vinculada a La Niña golpea críticamente a los cultivos de soja y maíz en su etapa de mayor sensibilidad. Con un déficit hídrico prolongado, más del 50% de las áreas productivas están en condiciones regulares a secas, amenazando rendimientos y la economía agroexportadora argentina. Respuestas urgentes son esenciales.[Collection]
Impacto del estrés hídrico en cultivos en momentos críticos
La sequía que afecta a gran parte de la región productiva en la campaña agrícola 2022/23 ha causado un impacto significativo en el desarrollo de los cultivos de soja y maíz. En el último informe semanal difundido por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), se subrayó que, si bien ciertos lotes aún se encuentran en una condición agronómica adecuada a óptima, persisten los niveles críticos de estrés hídrico. Este escenario representa un desafío importante para los productores en un momento decisivo para los cultivos de verano.
La soja y el maíz en etapa crítica
De acuerdo con el relevamiento de la BCBA, el déficit hídrico coincide con momentos cruciales para la soja y el maíz, especialmente en sus fases tempranas de desarrollo. Estas etapas determinan el potencial de rinde, por lo que la escasez de precipitaciones amenaza con reducir significativamente la productividad. “En las regiones núcleo del país, los cuadros evidencian estrés en distintas proporciones, dependiendo de la fecha de siembra y del manejo agronómico aplicado”, precisaron desde la entidad porteña.
En cuanto a la soja, el 56% de las áreas sembradas presenta una condición hídrica entre regular y seca, lo que se traduce en un riesgo elevado de afectar el llenado de granos, etapa clave para la determinación del rendimiento final. En el caso del maíz, la situación es similar, especialmente en los lotes sembrados de forma temprana, que ya transitan su período crítico de definición de rendimiento bajo severo estrés debido a la falta de lluvias.
Analistas del sector apuntan que, de no revertirse este escenario en las próximas semanas, los daños podrían ser irreversibles. Cabe destacar que zonas claves como el núcleo norte y sur sufren los embates más severos, ya que acumulan más de 90 días con mínimas precipitaciones, según datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
El fenómeno climático y sus efectos a nivel nacional
La campaña 2022/23 está marcada por el tercer año consecutivo de influencias del fenómeno climático La Niña, que ha traído consigo lluvias por debajo de los promedios históricos. Este evento ha generado condiciones de estrés hídrico prolongado tanto en la región Pampeana como en el Litoral, afectando no solo a los cultivos de verano sino también a la ganadería y otras actividades agropecuarias.
La escasa disponibilidad de agua en el perfil del suelo ha ralentizado el crecimiento vegetativo del maíz y la soja, generando una marcada heterogeneidad en los cultivos. Héctor Huergo, especialista en tecnología agropecuaria, señaló que “esta sequía no solo pone a prueba la capacidad de resiliencia del agro argentino, sino también la efectividad de las estrategias de manejo hídrico que los productores implementan para mitigar estas adversidades”.
En paralelo, los productores enfrentan limitaciones adicionales, como el encarecimiento de insumos clave vinculado a la volatilidad del dólar, presionando aún más los márgenes de rentabilidad. Este cóctel de dificultades incrementa el riesgo de que esta campaña cierre con resultados aún peores que los observados durante años anteriores con condiciones hídricas similares.
Llamados de atención y monitoreo constante
Si bien algunos lotes presentan condiciones agronómicas “adecuadas” según los reportes, la BCBA destacó que dicho estatus no implica ausencia de riesgos. El organismo enfatizó que el monitoreo constante será crucial para evaluar cómo responde cada región a las lluvias pronosticadas a corto plazo y, en caso necesario, aplicar estrategias correctivas que minimicen el impacto sobre los rindes potenciales.
En ese contexto, los especialistas solicitan una respuesta integral. Por un lado, abogan por una mayor inversión en infraestructura de retención de agua, como sistemas de riego tecnificado. Por otro lado, la necesidad de políticas públicas a largo plazo que promuevan estas inversiones se vuelve cada vez más evidente para enfrentar episodios climáticos extremos que, según proyecciones, podrían intensificarse como consecuencia del cambio climático.
En relación con las pérdidas potenciales, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) advirtió recientemente que la sequía en curso podría recortar hasta un 20% las estimaciones iniciales de producción de granos gruesos argentinos, lo que se traduciría en una menor entrada de divisas por exportaciones agroindustriales al país. Este dato añade presión al complejo agroexportador, tradicional pilar económico del país.
Precipitaciones insuficientes y perspectivas meteorológicas
A pesar de las recientes precipitaciones aisladas registradas en algunas zonas del centro del país, los volúmenes acumulados resultaron insuficientes para revertir la condición de sequía. Según el último análisis del SMN, se esperan lluvias adicionales en el corto plazo, aunque su distribución geográfica podría excluir zonas clave como el norte bonaerense y sectores del sur santafesino.
Este panorama condiciona las decisiones agronómicas de los productores, quienes deben equilibrar costos cada vez mayores con la incertidumbre climática. “La ventana crítica para los cultivos no es infinita; las próximas semanas serán decisivas para determinar si los lotes logran recuperarse o si enfrentamos una situación de pérdidas generalizadas”, remarcaron desde la BCBA.
Impacto económico y social
Además de los costos directos asociados a la caída de rendimientos, la sequía también podría generar impactos sociales y económicos de largo alcance. Luis Zubizarreta, presidente de Acsoja, destacó que “la baja en la producción afectará la capacidad de generación de empleo en el campo, además de comprometer la oferta de derivados para el consumo interno y las exportaciones”.
Por su parte, entidades rurales como Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) han insistido en la necesidad de articular medidas de emergencia que incluyan alivios impositivos y facilidades crediticias para los productores más afectados. Sin embargo, hasta el momento, las respuestas del gobierno nacional han sido limitadas, lo que genera tensión entre las partes.
De mantenerse la situación, las proyecciones de cosecha para el cierre de la campaña 22/23 caerían de las 48 millones de toneladas esperadas para la soja y 50 millones para el maíz a cifras considerablemente menores, advirtieron analistas del sector. Esto ahondaría las dificultades del país para cumplir sus objetivos de ingresos fiscales y comerciales en un contexto económico ya desafiante.
Fuente: @LANACION