Axel Kicillof consolidó su liderazgo en el peronismo bonaerense al acordar con Sergio Massa y Máximo Kirchner estrategias pragmáticas para la campaña electoral. Priorizarán candidatos con mejor desempeño en encuestas y promoverán el lema “CFK libre”. La meta es unir fuerzas contra Javier Milei y fortalecer la oferta electoral en octubre.
Acuerdo Kicillof-Massa-Kirchner: el pragmatismo peronista pone en marcha la campaña bonaerense
En una jugada que consolida a Axel Kicillof como el conductor de la estrategia electoral del peronismo en la provincia de Buenos Aires, el gobernador logró sellar un acuerdo con Sergio Massa y Máximo Kirchner para ordenar el armado de listas con un criterio de pragmatismo: encabezan quienes mejor midan en las encuestas. La reunión secreta tuvo lugar en La Plata, en la Gobernación, y funcionó como mesa ampliada con intendentes de peso. El mensaje fue claro: unidad con liderazgo pero sin reparto tradicional de espacios.
El movimiento refleja una respuesta al contexto de dispersión y competencia interna que amenaza al peronismo. Con una Cristina Kirchner que ya anunció que será parte de la campaña, el tridente Kicillof-Massa-Kirchner se mostró decidido a cerrar la interna y construir una oferta electoral sólida que apunte al electorado bonaerense con un discurso de oposición directa al gobierno de Javier Milei. El criterio acordado busca evitar el desgaste de las negociaciones matemáticas y prioriza perfiles competitivos, sin importar su filiación interna dentro del espacio.
La cumbre, convocada para cerrar filas ante la fecha límite del 19 de julio para presentar las listas en la provincia, tuvo entre sus participantes tanto a figuras del kirchnerismo como del massismo y del propio “axelismo”. Entre ellos estuvieron Mayra Mendoza, Mariel Fernández y Federico Otermín desde La Cámpora; Carlos Bianco, Mario Secco, Julio Alak y Fernando Espinoza desde el lado del gobernador; y, por el Frente Renovador, Alexis Guerrera, Sebastián Galmarini y Juan Andreotti.
El acuerdo incluye, además del liderazgo político en manos de Kicillof, una coordinación operativa entre los tres sectores para definir candidaturas, pero también la creación de “triunviratos” que se encargarán del despliegue territorial durante la campaña. La base de la estrategia será el lema “CFK libre”, que funcionará como consigna aglutinante frente al oficialismo libertario, pero también como identidad común de todos los candidatos, incluso aquellos sin perfil hiperideologizado.
La jugada es doble: al mismo tiempo que manda la señal de unidad hacia afuera, también responde a la compleja geometría interna del peronismo bonaerense, que venía de semanas en tensión por la puja sobre el control de las listas. Kicillof impone no solo su capacidad de gestión en la provincia sino también su poder como articulador electoral. En clave de campaña, el gobernador ya venía promoviendo que quienes tengan mejor posicionamiento en las encuestas estén al frente de las candidaturas, una propuesta que ahora fue aceptada por el resto de los socios.
Este volantazo táctico del oficialismo provincial también busca responder a una amenaza latente: el crecimiento de La Libertad Avanza en el conurbano profundo, foco de preocupación para los intendentes. La coordinación centralizada aparece como respuesta a la fragmentación y como intento de blindaje político ante lo que esperan sea una elección altamente competitiva en octubre.
El trasfondo del entendimiento también incluye una negociación con proyección nacional. Las bancas a diputados nacionales estarán incluidas en las listas acordadas por esta mesa de conducción tripartita. Aunque no se confirmó si Massa ocupará algún lugar en la boleta, su presencia marca que no se retira del plano electoral y que mantiene capacidad de incidencia en el armado. El objetivo, que todos los sectores se sienten representados en la oferta electoral, pero con reglas claras y conductores definidos.
Hay, sin embargo, un desafío pendiente: transformar la arquitectura de este pacto en una estrategia eficaz de campaña, en una provincia donde las tensiones y los personalismos suelen entorpecer cualquier construcción colectiva. Kicillof apuesta a que la efectividad de la gestión y el músculo territorial de los intendentes articulados con Cristina —aunque sin su candidatura— puedan generar un mensaje potente para fidelizar el voto peronista y disputar el voto desencantado con el actual gobierno nacional.
En ese sentido, el posicionamiento que definieron los distintos grupos en la mesa es funcional al intento de polarización con Milei. La campaña buscará dejar atrás la discusión interna e instalar dos modelos en disputa. Cristina como bandera, Axel como ejecutor, y Massa como socio necesario. A menos de tres meses de las elecciones generales, el laboratorio electoral bonaerense vuelve a marcar el rumbo del peronismo nacional.