El alto el fuego en Gaza trajo alivio temporal, pero pronto se desvaneció al enfrentar el dolor de la devastación y la búsqueda de desaparecidos. La destrucción generalizada dejó barrios irreconocibles y un profundo impacto emocional en los residentes, quienes temen que la calma sea efímera y prevalezca el sufrimiento.
Alegría en Gaza se apaga tras el alto el fuego
Un alivio temporal que revela el dolor
El alto el fuego declarado recientemente en Gaza generó inicialmente un ambiente de alivio entre los residentes. La población, exhausta tras días de intensos bombardeos, celebró por unas horas la suspensión de la violencia. Sin embargo, la euforia pronto se desvaneció a medida que las familias comenzaron a regresar a sus barrios para evaluar el alcance de los daños y buscar rastros de sus seres queridos desaparecidos bajo los escombros.
Mientras algunos habitantes recorrían las calles llenas de polvo y ruinas, otros se dedicaban a cavar desesperadamente entre los restos de casas colapsadas. En muchos casos, lo que encontraron no fueron supervivientes, sino cadáveres. Para muchos gazatíes, el cese de los bombardeos no significó un fin inmediato al sufrimiento, sino un sombrío recordatorio de lo que habían perdido.
Destrucción generalizada y vidas en pausa
La magnitud de la destrucción es considerable. Según testigos locales, numerosos barrios han quedado prácticamente irreconocibles tras los ataques, con edificios reducidos a montañas de escombros. Una vivienda puede ser un punto de anclaje emocional, pero también es un refugio físico. “Todo lo que teníamos desapareció en cuestión de segundos”, lamentó Ahmad al-Khouli, residente de la ciudad de Gaza.
El Ministerio de Salud de Gaza informó que el reciente conflicto dejó innumerables víctimas y cientos de heridos, además de un importante número de desplazados. Mohamed Magdouh, voluntario en una organización comunitaria local, explicó: “Es desgarrador. Muchas familias tienen miedo de volver a los refugios porque no saben cuándo podrían reanudarse los ataques”.
La búsqueda de desaparecidos
Equipos de rescate y familiares de las víctimas pasaron días removiendo escombros, utilizando herramientas rudimentarias y, en la mayoría de los casos, sus propias manos. Algunos tuvieron éxito al rescatar a personas con vida, mientras que otros descubrieron cuerpos sin vida. Mazen Hamdi, paramédico en una organización gubernamental, describió lo sucedido como “una tragedia que parece no tener fin”.
Los sonidos de excavadoras y maquinarias pesadas se mezclaban con el llanto de los familiares que no podían contener su desesperación. “Creemos que hay personas vivas atrapadas, pero nuestras herramientas son limitadas”, declaró Hamdi al describir su misión. Las condiciones de emergencia volvieron más difícil coordinar operaciones de rescate, elevando la angustia de quienes esperaban noticias de sus seres queridos.
Daño emocional y futuro incierto
Más allá de la devastación material, las secuelas psicológicas son profundas. Un cese temporal de hostilidades ofreció solo un pequeño respiro para aquellos cuyas vidas han quedado marcadas por el conflicto. Según expresó Noor Khalil, una profesora de primaria, “Los niños tienen miedo de moverse. Cada ruido los hace pensar que vuelve la violencia”.
La población sigue temiendo que el alto el fuego no dure mucho tiempo. Cada periodo de tranquilidad suele ser breve, interrumpido por nuevos enfrentamientos o situaciones de tensión que reavivan el conflicto. “Es difícil planificar el futuro cuando no sabes si lo tendrás”, afirmó Khalil.
**Fuente:** LA NACION