En 2024, Argentina logró una tasa de homicidios de 3,8 por cada 100.000 habitantes, el índice más bajo en 25 años. Este éxito se atribuye a políticas de seguridad efectivas, fortalecimiento de fuerzas del orden y tecnologías avanzadas. No obstante, se enfrenta al desafío de mantener estos logros en el futuro.
En 2024, la tasa de homicidios en Argentina alcanzó un récord histórico al situarse en 3,8 casos por cada 100.000 habitantes. Este registro marca el índice más bajo en los últimos 25 años y posiciona al país entre los más seguros de la región, superado únicamente por El Salvador, cuyo indicador es aún más favorable. Estas cifras, que reflejan una destacada reducción en los índices de criminalidad, han sido reconocidas tanto a nivel nacional como internacional, destacando a la Argentina como un referente en materia de seguridad pública.
Un logro sin precedentes en la región
El descenso en la tasa de homicidios se debe, en gran medida, a políticas de seguridad implementadas de manera sostenida durante los últimos años. Entre estas iniciativas, se destacan el fortalecimiento de las fuerzas de seguridad, programas de prevención del delito y un abordaje integral a problemáticas como el narcotráfico y la violencia urbana. Según expertos, este enfoque integral ha logrado impactar directamente en los principales factores que históricamente han impulsado la violencia en el país.
Un ejemplo de este avance es la consolidación de sistemas de inteligencia criminal, que han permitido a las autoridades identificar y desarticular organizaciones delictivas con mayor precisión. Además, se ha promovido el uso de tecnologías avanzadas, como cámaras de reconocimiento facial, patrullajes sostenidos y el mapeo del delito, herramientas que han optimizado la prevención y resolución de crímenes en zonas críticas.
Comparativa regional y el rol de las reformas
A nivel sudamericano, Argentina destaca por haberse mantenido consistentemente entre los países con menor índice de homicidios. En contraste, naciones como Brasil y Colombia enfrentan tasas significativamente más altas, incluso alcanzando los 20 homicidios por cada 100.000 habitantes en algunos casos. Este contraste refuerza el impacto positivo de las medidas adoptadas en el país.
La ministra de Seguridad durante este período, Patricia Bullrich, jugó un papel fundamental en el rediseño de políticas públicas que priorizaron el combate contra el delito organizado. Bajo su liderazgo se consolidaron estrategias focalizadas en áreas críticas, como el control de armas ilegales, la promoción de espacios seguros y la implementación de programas sociales en sectores vulnerables. Estas acciones evidencian cómo una combinación de políticas de seguridad y desarrollo pueden contribuir simultáneamente a la reducción de los homicidios.
Desafíos futuros y sostenibilidad del modelo
A pesar de los avances, los desafíos persisten. La sustentabilidad de este modelo dependerá de la capacidad institucional para mantener y profundizar los logros alcanzados, así como de la asignación de recursos adecuados. Los analistas también destacan la importancia de reforzar la confianza ciudadana en las fuerzas de seguridad y el poder judicial, pilares fundamentales para consolidar un sistema de justicia eficaz y equitativo.
Expertos en criminología advierten que la estabilidad económica y social será clave para evitar un eventual repunte de la violencia. Si bien los índices actuales son alentadores, la experiencia internacional demuestra que las fluctuaciones en la pobreza, el desempleo y la exclusión social pueden convertirse en catalizadores de nuevos episodios de criminalidad.
Un ejemplo esperanzador para la región
La notable reducción de la tasa de homicidios en Argentina representa no solo un triunfo a nivel nacional, sino también un ejemplo esperanzador para otros países de la región. Los cambios que hoy exhibe el país son una prueba de que, con políticas consistentes y liderazgo enfocado en resultados, es posible revertir las tendencias alarmantes de criminalidad que afectan a América Latina desde hace décadas.
Estos resultados no solo subrayan el impacto de una estrategia integral sobre la seguridad pública, sino que también colocan a la Argentina en una posición estratégica para compartir experiencias y colaborar en iniciativas regionales que busquen replicar su éxito. Sin embargo, queda pendiente el desafío de mantener este logro y asegurarse de que los avances se traduzcan en una mejora duradera para todos los habitantes del país.
Fuente: @DanielHGallo