El Bar Florencio Sánchez, inaugurado en 1929 en Parque Patricios, es un ícono de Buenos Aires que mezcla nostalgia y tango. Además de ser un punto de encuentro cultural, su historia se entrelaza con el secuestro de Mauricio Macri en 1991, revelando un pasado inquietante tras su atmósfera acogedora.
Cafetines de Buenos Aires: tango y secretos
Un rincón porteño con historia
En una esquina del barrio Parque Patricios, en Buenos Aires, el Bar Florencio Sánchez ha sido un testigo silencioso del paso del tiempo y los cambios de la ciudad. Desde su apertura en 1929, este café se ha convertido en un ícono del paisaje urbano porteño, una cápsula de nostalgia donde las mesas de mármol y las sillas de madera invitan a rememorar las viejas épocas. Sin embargo, pocas veces se menciona su papel en eventos oscuros relacionados con la historia reciente del país.
Ubicado a metros de donde estuvo cautivo Mauricio Macri, expresidente de la Nación, el bar resguarda un detalle inquietante: en 1991, un grupo de comensales poco habituales almorzaba en una de sus mesas. Estos hombres siempre pedían un plato adicional, que dejaban servido. Años más tarde, se supo que aquellos individuos formaban parte de la banda que había secuestrado al empresario Mauricio Macri en agosto de ese mismo año. ¿El plato vacío? Un gesto destinado a quien custodiaba al entonces rehén.
Más que un bar, un símbolo vecinal
El Bar Florencio Sánchez no solo es un lugar donde los vecinos de Parque Patricios se reúnen para tomar un café o almorzar. También es una pieza importante del entramado cultural del barrio. Su nombre homenajea al dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez, conocido por retratar la vida cotidiana de los trabajadores y las clases populares del Río de la Plata. Con el paso del tiempo, el lugar se ha mantenido fiel a esa esencia, conservando su fachada clásica y su atmósfera acogedora.
Para muchos, el bar es un espacio que encarna el espíritu del tango y la bohemia porteña. Ubicado sobre una calle de adoquines y acompañado por árboles que proyectan su sombra en las tardes soleadas, se transforma en el escenario perfecto para recordar aquellas épocas donde la ciudad se movía al compás del 2×4.
El secuestro de un empresario y su conexión con el bar
En agosto de 1991, Mauricio Macri, por aquel entonces empresario y presidente de la constructora SOCMA, fue secuestrado por una organización conocida como “La Banda de los Comisarios”. Durante 14 días, estuvo cautivo en un lugar cercano al bar, específicamente en una vivienda situada en el barrio de Parque Patricios. Mientras Macri permanecía encerrado, sus secuestradores frecuentaban el Bar Florencio Sánchez, utilizando el espacio como punto de encuentro para discutir detalles del plan y mantener la normalidad ante los ojos de los vecinos.
La rutina de aquellos hombres incluyó un gesto peculiar: pedir un plato más del que consumían. El plato, nunca tocado, se destinaba simbólicamente a su compañero encargado de vigilar a Macri. Este detalle, aparentemente inofensivo, se convirtió años después en una clave para reconstruir los movimientos del grupo durante el secuestro. Tras el rescate de Macri, el bar volvió a ser el centro de atención cuando las investigaciones lo vincularon indirectamente con el caso.
Historias entremezcladas con el tango
A pesar de este episodio oscuro, el Bar Florencio Sánchez sigue siendo un símbolo vivo de la tradición porteña. Muchos de los vecinos que hoy lo visitan desconocen estos hechos y prefieren recordarlo como un lugar donde el tango, la amistad y las tertulias son protagonistas. Aquí, músicos interpretaron sus primeras piezas, escritores encontraron inspiración y muchos compartieron tardes interminables llenas de risas y café.
En sus paredes cuelgan fotografías de otra época, algunas dedicadas al tango y otras a los pequeños héroes anónimos del barrio. Entre los clientes habituales también destacan figuras locales que, década tras década, le han dado vida al bar. En cada rincón, parece latir un pedazo de la historia de Buenos Aires.
Un legado intacto
Casi un siglo después de su inauguración, el Bar Florencio Sánchez sigue funcionando con el mismo espíritu que al principio: ser un lugar de encuentro para vecinos y visitantes, así como un testigo inmutable de la vida en Parque Patricios. Con su fachada histórica y sus entrañables anécdotas, constituye un punto donde se cruzan las memorias del tango, las conversaciones de café y los ecos de hechos históricos que marcaron al país.
Aún hoy, quienes pasan por la esquina que lo aloja no pueden evitar detenerse un momento para admirarlo, aunque sea de reojo, recordando que en Buenos Aires cada rincón cuenta una historia. Y este, sin duda, es un capítulo cautivante de esa intrincada novela urbana.
Información original de Carlos Cantini. Fuente:
Infobae.