La eliminación del cepo cambiario no logró el efecto esperado: el campo frena la liquidación de dólares, aguardando mejores condiciones. Con un tipo de cambio volátil, los agroexportadores optan por no vender. Mientras tanto, el Gobierno busca equilibrio para atraer divisas, pero la desconfianza del sector agropecuario persiste.
Chau cepo: el campo presiona al Gobierno y se frena la liquidación de dólares
La decisión de eliminar el cepo cambiario no produjo, hasta ahora, el efecto deseado por el Gobierno. En el corazón de la estrategia económica oficial está la necesidad de aumentar la oferta de dólares en el mercado. Pero el primer actor de peso, el campo, optó por congelar su respuesta y aguardar el comportamiento del tipo de cambio antes de liberar la cosecha retenida. En lugar de dinamismo, se consolida una fuerte cautela que amenaza con desinflar las expectativas del equipo económico.
Desde las cero horas de este lunes, el dólar blend dejó de existir y las operaciones están ahora atadas al tipo de cambio oficial que flota entre $1.000 y $1.400. Pero para los agroexportadores, esa franja sigue siendo incierta y volátil. Por eso las cerealeras decidieron pisar el freno. Las grandes jugadoras del mercado, como Vitella, Cargill y Cofco, no están dispuestas a correr riesgos sin tener certeza sobre el valor verdadero del dólar que recibirán al liquidar. Ni los 4 millones de toneladas almacenadas de la cosecha pasada —valuadas en unos US$1.000 millones— ni los volúmenes por recolectar en esta nueva trilla parecen ponerse en juego en el cortísimo plazo.
Productores, traders y exportadores coinciden en que sin un dólar atractivo no hay incentivo para vender. “Todo tipo de cambio por encima de $1.130, el cierre del dólar blend, será mejor para el productor”, desliza alguien del sector con acceso a las negociaciones. El tipo de cambio del viernes cerró en $1.130 y este lunes se alineó con el dólar Banco Nación a $1.073,50, pero el blue está más cerca de $1.340. La expectativa de devaluación, aún sin confirmación oficial, ya pesa como una variable que define la respuesta del campo.
El apuro del Gobierno por conseguir dólares tiene razones de peso. En la última semana el Banco Central tuvo que vender US$1.500 millones para abastecer la demanda. Semejante drenaje se terminó de compensar con un préstamo puente de US$20.000 millones del FMI, cuyo primer tramo —US$12.000 millones— llegará recién el martes. Es decir, la jornada clave será sin ese oxígeno financiero disponible. Justamente en ese mismo contexto, el ministro de Economía y la Mesa de Enlace se sentarán a dialogar entre tensiones y urgencias.
Las tensiones no son solamente cambiarias. También son políticas. Mientras el equipo económico busca mostrar solvencia ante los mercados y disciplina para cumplir con el Fondo, la desconfianza del campo responde al historial reciente: cambios abruptos en los esquemas de liquidación, idas y vueltas con beneficios diferenciales y promesas sin sostén terminaron erosionando la credibilidad. Hoy todo se mide con más cinismo. Cada peso de soja responde a un cálculo frío de conveniencia.
“No va a haber prácticamente negocios a la espera de ver bien los valores del dólar. Va a estar paralizado”, afirma una reconocida analista del sector que describe con pragmatismo el clima que atraviesa estos días el mercado de granos. A ese escenario se suma otro dato clave: la semana será corta por el feriado, por lo que la inercia puede extender la parálisis hasta la próxima. Entre rumores de rebotes y especulaciones, el mercado flota como la paridad prometida.
En paralelo, el Gobierno intenta alinear los esfuerzos con el sector privado. Las condiciones que ofrece para destrabar la liquidación de dólares incluyen la posibilidad de importar sin la espera de 90 días y el fin de las restricciones para comprar billetes al tipo de cambio oficial. Pero esa liberalización del acceso a divisas también presiona: si no aparecen dólares genuinos, el efecto “Puerta 12” —con múltiples actores queriendo entrar al mismo tiempo y toparse con una salida angosta— puede convertirse en un nuevo dolor de cabeza.
Cada señal del Ejecutivo es medida con lupa. Aun cuando desde Economía aseguran que no hay devaluación en la agenda inmediata, los exportadores interpretan la eliminación del blend como una antesala inevitable. Y esa expectativa los lleva a ajustar su táctica: esperar. En un mercado que se mueve por anticipación y no por declaraciones, el silencio del productor es un mensaje. Y mientras el Gobierno apuesta todo al ingreso de divisas, el campo decide hacer de ese silencio su ventaja negociadora.