El Canal de Panamá celebra 25 años de soberanía, enfrentando ahora amenazas del presidente electo de EE. UU., quien podría retomar el control si no se reducen los peajes. Panamá defiende su autonomía y tarifa, mientras el Canal sigue siendo vital para el comercio global. Las tensiones podrían afectar la economía mundial.[Collection]
Canal de Panamá: 25 años de soberanía y desafíos actuales
El Canal de Panamá, que este año celebra 25 años bajo control panameño tras haber sido administrado históricamente por Estados Unidos, vuelve a estar en el centro de una controversia internacional. El presidente electo de Estados Unidos ha encendido el debate al advertir que su gobierno podría retomar el control de este paso estratégico si Panamá no toma medidas para reducir los costos de los peajes, mientras el gobierno panameño respondió con firmeza señalando que no cederá ante presiones externas. El trasfondo de esta tensión tiene implicaciones económicas y políticas globales.
La advertencia del presidente electo de Estados Unidos
En declaraciones que generaron fuerte repercusión, el próximo mandatario estadounidense aseguró que su administración estudiará “todas las herramientas necesarias” para garantizar que los costos de tránsito por el canal no afecten los intereses comerciales de su país. “No podemos aceptar que un socio estratégico como Panamá cargue con tarifas excesivas que afectan la competitividad de nuestra economía”, afirmó, sin descartar posibles medidas unilaterales para recuperar el control del canal, que Estados Unidos cedió oficialmente el 31 de diciembre de 1999, cumpliendo con los Tratados Torrijos-Carter.
Las declaraciones del presidente electo llegan en un contexto de tensiones comerciales globales, con un marcado interés en asegurar cadenas de suministro estables y accesibles. En este marco, el Canal de Panamá se posiciona nuevamente como un nodo estratégico, por el cual transita aproximadamente el 6% del comercio marítimo mundial.
La respuesta panameña y su defensa de la soberanía
El gobierno de Panamá, liderado por el presidente Laurentino Cortizo, no tardó en responder a las declaraciones del mandatario estadounidense, calificándolas de “intervencionistas”. En un comunicado oficial, el Ministerio de Relaciones Exteriores destacó que “el Canal de Panamá es soberano desde hace 25 años y continuará siendo administrado en beneficio del pueblo panameño y del comercio global”. Cortizo enfatizó que la operación del canal cumple estrictamente con estándares internacionales y que las tarifas de peaje se establecen según estudios técnicos detallados.
Además, la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), el organismo que opera la vía acuática, defendió su política tarifaria argumentando que los incrementos responden al aumento de los costos operativos y a las inversiones necesarias para mantener el funcionamiento eficiente del canal en un contexto de cambio climático, que ha impactado notablemente los niveles de agua de los embalses clave para las esclusas.
El trasfondo económico y estratégico de la disputa
La relevancia estratégica del Canal de Panamá es innegable. Desde su inauguración en 1914, esta vía ha sido fundamental para el comercio internacional, conectando los océanos Atlántico y Pacífico en un tiempo récord comparado con las rutas alternativas. Según datos oficiales, en 2023 transitaron más de 14.000 buques, generando ingresos por 3.500 millones de dólares para Panamá, una cifra que sostiene gran parte del presupuesto nacional.
Sin embargo, la administración panameña enfrenta desafíos operativos crecientes, incluidos los bajos niveles de agua por sequías prolongadas y la necesidad de modernizar infraestructuras. La expansión del canal inaugurada en 2016 mejoró la capacidad de tránsito, permitiendo el paso de buques más grandes (los llamados “Neo-Panamax”), pero también incrementó los costos de mantenimiento. Estos factores han influido en la decisión de ajustar las tarifas de peaje, generando críticas principalmente de los grandes usuarios, entre ellos Estados Unidos, China y diversos conglomerados navieros.
Un choque de intereses políticos y comerciales
Más allá de los argumentos técnicos y económicos, el debate tiene un claro trasfondo político. Expertos internacionales señalan que la postura del presidente electo de Estados Unidos puede interpretarse como una estrategia para reforzar su discurso nacionalista y proteger los intereses empresariales estadounidenses en un momento de creciente competencia con China, que se ha convertido en el segundo mayor usuario del canal después de Estados Unidos.
A su vez, la posición de Panamá busca consolidar su autonomía frente a las potencias mundiales. El canal no solo representa un símbolo de soberanía recuperada, sino también una fuente vital de ingresos y prestigio para el país. Cualquier intento de injerencia extranjera podría desencadenar un fuerte rechazo tanto dentro como fuera del país centroamericano, donde los tratados Torrijos-Carter son vistos como una conquista histórica.
El impacto potencial de la disputa
Si la tensión entre ambas naciones escala, las consecuencias podrían sentirse en el comercio global. Analistas advierten que medidas drásticas como una intervención en el canal —aunque poco probable en el marco legal internacional— generarían un aumento de los costos de transporte marítimo y una posible reconfiguración de las rutas comerciales. Alternativas como el Canal de Suez o rutas árticas, que están ganando viabilidad debido al derretimiento de los hielos, podrían ganar protagonismo en un escenario de crisis prolongada.
Por el momento, organizaciones internacionales como la ONU y la Cámara Internacional de Navegación instaron a Washington y a Panamá a resolver sus diferencias mediante el diálogo, subrayando la importancia de preservar la estabilidad de esta infraestructura clave para la economía mundial.
Fuente: Juan José Rodríguez