Cristina Kirchner relanza su candidatura a legisladora provincial, criticando al presidente Javier Milei y promoviendo la unidad del peronismo. Denuncia un gobierno “anti Estado” y cuestiona la cobertura mediática. Llama a la reforma constitucional y subraya la importancia de representar a un electorado desilusionado. Su objetivo: retener territorio y cerrar fisuras.
Cristina Kirchner relanza su candidatura con duras críticas a Milei y llamados a la unidad del peronismo
En una entrevista cuidadosamente orquestada en el prime time de C5N, Cristina Fernández de Kirchner confirmó que será candidata a legisladora provincial por la tercera sección electoral de la provincia de Buenos Aires en los comicios del 7 de septiembre. El anuncio se produjo en un contexto de máxima tensión política, marcado por su renovada crítica al presidente Javier Milei y por un mensaje interno hacia el peronismo: unidad o derrota.
Definió al actual gobierno como una “derecha anti Estado y cruel” que aplica un modelo económico de “dólar pisado y cepo al salario”, en línea con su narrativa sobre los ciclos de ajuste y exclusión. Agregó que este tipo de esquema ya se aplicó en otros momentos y fue utilizado para “subsistir”, pero remató: “El momento actual es totalmente distinto”. Sin pausa, cuestionó la cobertura mediática amigable del oficialismo, acusando a los medios hegemónicos de enfocar en “las formas” de Milei mientras evitan discutir el fondo de sus políticas.
Hubo también espacio para revisar el pasado reciente. Comparó la actual administración con el macrismo, al que denominó “una derecha mafiosa”, recordando el espionaje político y judicial e incluyendo la persecución al interior de Juntos por el Cambio. Apuntó contra Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli como también blancos de esas maniobras. Describió al Poder Judicial como una institución “tomada por el macrismo o por el sistema de medios hegemónicos”.
En simultáneo, Cristina aprovechó el alto rating para lanzar un mensaje estratégico. Su anunciado regreso a la boleta no es sólo testimonial; busca orden interno y refuerzo territorial en la Provincia, bastión clave del PJ. Cuestionó con énfasis el desdoblamiento electoral dispuesto por Axel Kicillof y su mesa política, aunque con cierta indulgencia: “Si yo hubiera tomado una decisión basada en presupuestos que luego cambiaron, lo revisaría”. La crítica fue directa, pero sin romper. Unidad sí, pero revisando errores.
La intervención de Kirchner no fue sólo coyuntural. Volvió al plano macroeconómico, citando incluso un informe del Banco Mundial para sostener su tesis sobre los límites del modelo “bimonetario” y la falta de dólares. Plantó a Javier Milei como un proyecto sostenido por el FMI y pronosticó que su presunto ordenamiento económico es insostenible. “El dólar barato y la sensación de estabilidad lo vimos en la dictadura y en la convertibilidad. ¿Esto tiene posibilidades de durar? No”, sostuvo.
Para Cristina, el gran vacío es institucional. Acusó al Poder Judicial de ser “una guardia pretoriana de un sistema económico injusto”, señalando que el DNU 70/23 duerme “el sueño de los justos” en la Corte. Lo calificó como una reforma constitucional encubierta, diseñando un escenario en el que la democracia formal ha sido reemplazada por otro tipo de control: el de los factores económicos concentrados.
Su diagnóstico sobre el estado de ánimo social fue quirúrgico. “No es cuestión de volver a enamorar, es volver a representar”, dijo al hablar del nuevo electorado, atravesado por la ansiedad postpandemia y la desafección política. Alertó que no se trata del hartazgo del 2001, sino de una mutación más estructural: descreimiento, cinismo y autoexclusión. Un electorado que ya no quiere promesas, sino autenticidad.
Aprovechó también para responderle a Milei con gestos de contundencia emocional. Cuestionó las reacciones del presidente contra figuras populares como Lali Espósito o Ricardo Darín, analizando esto como una falta de equilibrio propio de alguien que “no soporta la disputa por el sentido”. Mencionó su sorpresa por el ataque a Darín, un actor sin filiación política clara, como síntoma de un liderazgo que no distingue actores sociales de enemigos políticos.
Incluso se permitió una pausa humana. Rememoró con cariño su vínculo con el papa Francisco, a un mes de su fallecimiento, revelando detalles íntimos como el regalo del solideo papal o los cálidos diálogos personales. Fue un momento pensado para recuperar sensibilidad, en un contexto donde las emociones políticas también juegan. Remató recordando las banderas papales en Recoleta que luego “fueron enrolladas”, símbolo de una frustración cultural profunda.
Finalmente, delineó un horizonte político. Enfatizó en la necesidad de reformar la Constitución para evitar elecciones cada dos años y reinstalar las PASO como instancia ordenadora. El cierre fue pragmático: si septiembre se pierde, octubre también. Por eso aceptó ser candidata, aunque parezca poco ambicioso. En clave electoral, la apuesta es simple: retener territorio, cerrar fisuras y volver a tener interlocución en una sociedad que cambió más rápido que la política.