Los días son cada vez más largos debido a cambios en el núcleo de hierro fundido de la Tierra, según un estudio del ETH Zúrich. Este fenómeno, aunque casi imperceptible, podría impactar en sistemas climáticos, ciclos agrícolas y tecnología global. Los microsegundos acumulados anualmente exigen monitoreo constante por su potencial impacto futuro.[Collection]
Días en aumento: ¿Por qué son cada vez más largos?
Una reciente investigación encabezada por un equipo de geofísicos suizos ha revelado un fenómeno que podría tener implicaciones trascendentales para el planeta: los días están aumentando imperceptiblemente en su duración. Según los expertos, este cambio podría estar directamente relacionado con el comportamiento del núcleo de hierro fundido ubicado en el centro de la Tierra. El estudio sugiere que las fluctuaciones en las dinámicas internas del planeta están afectando la rotación y, en consecuencia, la duración de cada día.
Descubren un vínculo con el núcleo terrestre
La investigación, que tuvo lugar en el Instituto Federal Suizo de Tecnología en Zúrich (ETH Zúrich), plantea que el movimiento del núcleo terrestre es el principal responsable de estas alteraciones. Este núcleo está compuesto predominantemente de hierro y níquel, y se encuentra en estado líquido en su mayoría. Según explican los científicos, los cambios en su flujo giratorio no solo afectan al campo magnético del planeta, sino también a su velocidad de rotación.
El geofísico principal del estudio, el Dr. Martin Halvorsen, señala que “aunque la variación en la duración de los días es extremadamente pequeña —de sólo microsegundos cada año—, su acumulación durante largos períodos podría ser significativa”. Esta observación pone de manifiesto la importancia de monitorear y comprender las dinámicas internas de la Tierra para prever posibles repercusiones en sistemas globales.
Impacto en la rotación terrestre y los mecanismos climáticos
El cambio en la duración del día, por más diminuto que sea, tiene efectos en un sinfín de procesos que dependen de ciclos precisos. Entre ellos, los sistemas climáticos y meteorológicos se ven particularmente afectados. Los ciclos oceánicos, relacionados directamente con las mareas y corrientes marítimas, también podrían experimentar alteraciones en su regularidad. En un contexto más amplio, estas variaciones complican las mediciones que utilizan el tiempo como variable fundamental, como las previstas en satélites y otras tecnologías geoespaciales.
“Cualquier alteración, por mínima que resulte, puede tener un impacto significativo en la estabilidad de estos sistemas, afectando incluso a patrones climáticos globales”, afirma el Dr. Halvorsen.
Acciones humanas y el vínculo con la producción agrícola
Uno de los temas que más preocupa a los investigadores es cómo las pequeñas modificaciones en los días podrían repercutir en la agricultura, una actividad económica esencial que depende de la previsibilidad de los ciclos naturales. Cultivos como el maíz y el trigo están intrínsecamente ligados a la cantidad de luz solar que reciben durante el día, así como a los patrones climáticos asociados.
“Los ritmos circadianos de las plantas son sensibles a cualquier cambio, aunque sea marginal, en la duración del día”, explicó el profesor Emil Brunner, ecólogo de la Universidad de Berna. Un aumento de tan sólo fracciones de segundo, acumulado durante décadas, podría modificar la sincronización de siembras, cosechas e incluso la calidad del producto final.
Además, los agricultores que confían en modelos meteorológicos avanzados para planificar sus actividades podrían tener mayores dificultades si estas variaciones complican las proyecciones climáticas actuales. Reconocer el margen de adaptación del sector agrícola ante estos fenómenos se posiciona ahora como un desafío para el futuro.
El rol de la tecnología en la medición de los cambios
Para llegar a estas conclusiones, los científicos utilizaron sofisticadas herramientas de medición que incluyen datos satelitales y simulaciones por computadora. Además, el estudio se benefició de observaciones proporcionadas por relojes atómicos, los cuales son capaces de registrar con altísima precisión las diminutas discrepancias en la duración del día.
El análisis también combina información histórica acerca de la rotación terrestre, recopilada durante décadas por observatorios internacionales. Según los investigadores, los patrones recientes muestran una lentificación leve pero medible, una tendencia que esperan monitorizar en intervalos regulares para comprender mejor su progresión.
Perspectivas a futuro
Con base en estos hallazgos, los científicos están coordinando esfuerzos con otras disciplinas para evaluar el impacto a largo plazo. Aunque el ajuste en la duración del día es prácticamente imperceptible a nivel individual, sus repercusiones podrían extenderse a diversos aspectos de la vida diaria, desde cuestiones tecnológicas hasta la economía global.
El campo de la geofísica continúa explorando preguntas clave relacionadas con las fuerzas internas que moldean nuestro planeta, en un intento por predecir cómo la interrelación entre la actividad terrestre y las actividades humanas podría desarrollarse en las próximas décadas.
Fuente: Infobae