El Papa Francisco, durante el rezo del Ángelus, inspiró a los fieles a confiar en la constante presencia de Dios. Subrayó que Dios “nunca se detiene” y nos invita a no temer dar pasos hacia Él, incluso en tiempos de dificultad. Su mensaje resuena en un mundo marcado por la incertidumbre.[Collection]
Dios siempre avanza: Francisco nos inspira a seguir adelante
El Ángelus como espacio de esperanza
El Papa Francisco, como cada domingo, dirigió el rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico en la Plaza de San Pedro, donde reunió a cientos de fieles que escucharon con atención su mensaje reflexivo y alentador. En esta ocasión, el Pontífice quiso subrayar la manera en que Dios “encuentra miles de modos para llegar a todos y a cada uno de nosotros, allí donde nos encontremos”, invitando a la comunidad cristiana a confiar en esta presencia constante y cercana de lo divino.
Durante su alocución de este último domingo, Francisco destacó que Dios “no se detiene nunca” y que tampoco debemos temer dar el primer paso hacia Él en nuestras vidas cotidianas. A través de su mensaje, el Papa recordó la importancia de mantener una actitud de apertura y disposición para encontrarnos con Dios en las circunstancias más cotidianas, sin importar las dificultades o resistencias.
El llamado a no temer ni estancarse
En el contexto de su reflexión, el Sucesor de Pedro hizo énfasis en el dinamismo del amor de Dios, que continuamente busca a sus hijos incluso en los momentos de alejamiento. “Dios nunca se queda detenido, siempre avanza hacia nosotros. Y si lo dejamos entrar, Él nos transforma y nos da la valentía para ir adelante”, afirmó Francisco con determinación, arrancando aplausos y muestras de aprobación por parte de los presentes en la Plaza.
El Santo Padre también vincula este llamado a la acción con la invitación a no caer en el miedo o la indecisión ante los desafíos del viaje de fe. Según Francisco, “cuando nos bloqueamos por nuestras dudas, pecados o por inseguridades, es importante recordar que Él nos encuentra allí, justo donde estamos, sin esperar a que seamos perfectos para alcanzarnos”. Esta visión confirma el mensaje constante del Pontífice sobre el amor misericordioso, que se adapta e incluye a todos.
Un mensaje relevante para el mundo actual
En un contexto global marcado por la incertidumbre, la polarización y los conflictos, las palabras de Francisco sobre un Dios que avanza y acompaña cobran gran relevancia. El Papa no solo dirigió estas palabras a los miembros de la Iglesia; el mensaje también parece estar diseñado para inspirar una actitud abierta, valiente y solidaria en todos los niveles de la sociedad, especialmente en tiempos de crisis.
Francisco continuó su reflexión aclarando que esta relación con Dios no se limita al interior de los templos, sino que “se trata de una experiencia que puede vivirse en cualquier lugar, porque allí donde estemos presentes, Él también está dispuesto a encontrarnos”. Con este enfoque, el Pontífice insiste en un cristianismo que va mucho más allá de las estructuras y formalismos, centrándose en la relación personal con Dios.
La respuesta de los fieles en la Plaza de San Pedro
Los gestos de atención y aprobación de los presentes reflejaron no solo el interés, sino también la conexión que el Papa Francisco logra mantener con las multitudes. Al terminar el rezo, muchos fieles compartieron sus impresiones con medios locales, destacando el impacto positivo de las palabras del Pontífice.
“Siempre es inspirador escucharlo. Sus palabras llegan al corazón de manera sencilla pero profunda, especialmente cuando habla de la misericordia de Dios”, comentó una peregrina italiana que asistió al Ángelus con su familia. Otro fiel de origen latinoamericano señaló que el Papa les recuerda “no tener miedo de acercarse, incluso cuando a veces podemos sentirnos indignos o alejados”.
Un testimonio de fe viva
El Papa Francisco suele aprovechar espacios como el Ángelus para ofrecer mensajes breves pero profundamente significativos. Con palabras cargadas de esperanza, el Santo Padre reafirma constantemente una fe que no es estática, sino viva, activa y en movimiento. Para Francisco, esta vida de fe no conoce barreras ni límites, ya que Dios encuentra caminos incluso en las dificultades.
Con su acento en un Dios que “no se detiene” y cuyo amor “avanza hacia cada uno en todas las circunstancias”, Francisco abre una perspectiva para redescubrir el sentido del encuentro con lo divino en la realidad concreta y personal de cada ser humano. El llamado queda hecho: permitirle a Dios dar el primer paso en nuestras vidas.
Fuente: ReL