La llanura bonaerense enfrenta una crisis hídrica agravada por el cambio climático, la expansión agrícola y la falta de políticas integrales. Sequías e inundaciones devastan cosechas y campos, mientras productores y expertos claman por infraestructura y soluciones estructurales. Sin acción urgente, el sector productivo y la economía regional seguirán en riesgo.[Collection]“`html
Impulso urgente: política hídrica para la llanura bonaerense
Una vez más, el ciclo ancestral de alternancia entre sequías e inundaciones afecta de manera visible y preocupante a la provincia de Buenos Aires. La amplia llanura bonaerense, con su geografía naturalmente plana y sus suelos fértiles, se encuentra bajo una presión sin precedentes debido a la falta de políticas hídricas eficaces a largo plazo. Este fenómeno cíclico, que se repite desde tiempos remotos, se agrava por el impacto del cambio climático, el avance de la frontera agrícola y la ausencia de herramientas que gestionen los recursos hídricos de forma integral.
Un ciclo que no da tregua
Durante los últimos años, la región ha enfrentado extremos climáticos que evidencian la problemática. Sequías severas y prolongadas, como las registradas en 2022, han diezmado cosechas y reservado secuelas económicas devastadoras para el sector agropecuario bonaerense. Por otro lado, las lluvias torrenciales, como las que azotaron varias localidades durante la última década, han generado inundaciones que desbordaron cauces, anegaron campos productivos, y causaron pérdidas millonarias. La previsibilidad climática, esencial en una región que depende fuertemente del campo, atraviesa una crisis alarmante.
Gestión hídrica ausente
Expertos y productores coinciden en que, pese a la evidencia, no se ha logrado implementar una política hídrica eficaz y sostenida. Según el ingeniero hidráulico Jorge Franco, “el desbalance entre lluvias extremas y sequías no sería un problema tan grave si hubiésemos desarrollado infraestructura adecuada para almacenar y distribuir el agua”. Franco resalta que la provincia de Buenos Aires cuenta con una red de canales y desagües arcaica, diseñada hace décadas bajo condiciones climáticas que ya no son aplicables al panorama actual.
A esto se suman las críticas hacia la construcción de obras hidráulicas que, según denunciaron especialistas y asociaciones agrarias, no se planificaron con enfoque integral. “Hay obras que drenan el agua sin considerar cómo impactarán al vecino de otro distrito”, afirmó Mariano Gómez, productor agropecuario de Pehuajó. Estos errores de diseño acentúan las desigualdades territoriales entre municipios y regiones de la provincia.
El impacto en el sector productivo
La agricultura y la ganadería, principales motores económicos de la provincia de Buenos Aires, son los sectores más perjudicados por esta crisis hídrica cíclica. Según datos de la Sociedad Rural Argentina (SRA), las últimas inundaciones dejaron más de 5 millones de hectáreas bajo el agua, mientras que en los periodos de sequía las pérdidas alcanzaron hasta un 50% en el rendimiento de los granos y oleaginosas. Esto no solo afecta a los grandes productores, sino también a pequeños y medianos agricultores que ven comprometida su subsistencia.
Desde la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) señalaron que la ineficiencia en la gestión hídrica incrementa los costos de producción y genera migraciones económicas hacia otras provincias menos vulnerables. “El campo no puede soportar más la inacción gubernamental”, enfatizó Matías de Larreta, titular de CARBAP, agregando que “sin soluciones estructurales, estamos condenando al sector a sobrevivir a fuerza de parches temporales”.
Propuestas y desafíos
Frente a esta realidad, varios especialistas han presentado planes estratégicos para abordar la cuestión hídrica en la provincia. Los mismos van desde proyectos de captación y almacenamiento de aguas de lluvia en áreas críticas, hasta propuestas que apuntan a la construcción de reservorios en regiones potencialmente afectadas. Asimismo, se ha debatido la creación de un sistema de monitoreo integral que coordine entre municipios y partes interesadas para prevenir inundaciones y optimizar el uso de los recursos.
A nivel político, los reclamos también han llegado hasta la legislatura bonaerense. Walter Iribarne, senador provincial, instó a discutir un plan integral de manejo hídrico para la región, asegurando que “no es solo una cuestión de política pública, sino también de equidad social”. Hasta ahora, no se ha impulsado un proyecto de ley significativo sobre el tema, situación que los sectores afectados califican como preocupante.
Perspectivas a futuro
El fenómeno de alternancia entre sequías e inundaciones en la pampa húmeda no es nuevo, pero las tendencias actuales refuerzan la necesidad de visualizarlo como una problemática estructural. Aunque existen ejemplos en otras provincias, como Córdoba y Santa Fe, donde se implementaron consorcios para gestionar el recurso hídrico, Buenos Aires aún enfrenta desafíos de coordinación política entre sus vastos partidos. Las altas inversiones necesarias para obras de gran envergadura y la burocracia administrativa parecen ser los principales obstáculos para avanzar hacia una solución de fondo.
Para enfrentar este desafío multidimensional, será esencial que los actores clave -gobierno, productores y sociedad civil- unan esfuerzos en el diseño de una política hídrica moderna y eficiente. Sin medidas concretas, los vaivenes climáticos seguirán erosionando la estabilidad económica y social de una de las regiones más prósperas del país.
Fuente de información: Diario El Día de La Plata
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