Hace unos días, un sobrino de José Luis Cabezas se encontró con Horacio Braga, condenado por su asesinato en 1997, en Pinamar. Braga, sin arrepentimiento, reabrió heridas en la familia y en quienes luchan por justicia. Este episodio refleja la lucha continua por la libertad de prensa en Argentina.
El incómodo reencuentro en Pinamar
Un sobrino de José Luis Cabezas, quien aún lucha por mantener viva la memoria del crimen que conmocionó al país, se enfrentó hace unos días a Horacio Braga, uno de los condenados por el brutal asesinato del fotógrafo en 1997. Según lo relatado por el familiar, el encuentro ocurrió de manera fortuita en las inmediaciones de Pinamar, el mismo lugar donde transcurrieron los hechos que marcaron la trágica muerte de Cabezas y que continúan siendo símbolo de la lucha por la libertad de prensa en Argentina.
Durante una charla breve pero profundamente incómoda, Braga habría pronunciado palabras que despertaron indignación no solo en la familia, sino entre quienes siguen exigiendo justicia total por el crimen. “No me arrepiento de nada”, fue la frase que, según el sobrino de Cabezas, el exconvicto expresó con frialdad al ser interpelado acerca del asesinato.
Este encuentro resurge en un contexto especialmente sensible, a días de cumplirse 26 años del homicidio que paralizó al país y reveló las crudas conexiones entre el poder político, económico y el crimen organizado. Braga fue uno de los integrantes de la denominada “Banda de Los Horneros”, grupo que ejecutó el asesinato del fotógrafo bajo las órdenes de Alfredo Yabrán, empresario que estaba siendo investigado por los trabajos periodísticos de Cabezas.
Un crimen que marcó a la Argentina
El 25 de enero de 1997, José Luis Cabezas fue asesinado de forma brutal. Su cuerpo apareció calcinado en su automóvil en una zona rural de General Madariaga, con dos disparos en la cabeza. El crimen fue inmediatamente relacionado con su labor profesional como fotógrafo de la revista Noticias y se entendió como un intento de silenciar las investigaciones en curso que vinculaban al empresario Alfredo Yabrán con actos de corrupción y tráfico de influencias.
Tras una ardua investigación, se estableció que la “Banda de Los Horneros”, conformada por cuatro hombres, entre ellos Horacio Braga, fue la encargada de ejecutar el asesinato por encargo. Braga fue condenado a prisión perpetua en 2000, aunque fue beneficiado años después con la reducción de su condena, junto con otros responsables del crimen. En la actualidad, vive en libertad condicional.
Los familiares y colegas de Cabezas han alzado reiteradamente su voz para señalar cómo las excarcelaciones y beneficios penitenciarios representan un nuevo golpe a la memoria de José Luis y a la búsqueda de justicia. Este reciente episodio con Braga no hace más que reabrir heridas que nunca han cerrado del todo.
Las repercusiones en la comunidad
La declaración sin arrepentimiento de Braga generó una ola de condenas en diversos sectores sociales. Organismos de derechos humanos, asociaciones de periodistas y figuras del ámbito político y cultural se manifestaron sobre lo ocurrido, recordando que el caso José Luis Cabezas trasciende el crimen individual y afecta de manera directa a la libertad de expresión en el país.
Cada aniversario de la muerte del fotógrafo se convierte en un recordatorio de los desafíos que enfrenta la prensa al exponer las vinculaciones entre poder y criminalidad. Este reencuentro incómodo ha puesto nuevamente de relieve la necesidad de evitar la banalización del crimen y exigir que no existan beneficios que pongan en duda el mensaje de justicia que se exige desde 1997.
La Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA) emitió un comunicado en el que calificó las palabras de Braga como “inadmisibles” y revalidó su compromiso de mantener viva la memoria de José Luis Cabezas como símbolo de lucha por todas las libertades democráticas. Las declaraciones del sobrino también han incentivado a que las redes sociales se llenaran de mensajes bajo el recordado lema “No se olviden de Cabezas”.
El contexto social y político del caso
El asesinato de José Luis Cabezas expuso en su momento las profundas grietas del sistema judicial y político de Argentina. El caso puso en el centro de la escena al empresario Alfredo Yabrán, a quien Cabezas había fotografiado meses antes del crimen y cuya figura era descrita como el hombre detrás del poder en el país.
Se estableció que el crimen había sido motivado por la intención de Yabrán de intimidar y callar denuncias mediáticas que lo señalaban. Sin embargo, la investigación posterior no alcanzó a juzgar plenamente al empresario, quien fue hallado muerto en 1998 tras un presunto suicidio en medio del acoso judicial. Esto dejó aún más interrogantes sobre las implicancias del caso y las alianzas ocultas en las altas esferas de poder.
Desde entonces, el nombre de José Luis Cabezas se ha convertido en símbolo de la lucha por la verdad y la justicia en el ejercicio del periodismo. Así como las investigaciones sobre su caso iluminaron las fallas del sistema judicial, también provocaron una reflexión nacional sobre la importancia de proteger a quienes se dedican a denunciar las irregularidades desde los medios.
Un aniversario marcado por el repudio
Mientras se acerca un nuevo 25 de enero, los actos de conmemoración por el aniversario de su asesinato cobrarán un sentido aún más significativo en este 2023. Este incómodo encuentro con Braga no solo reavivó el dolor de la familia, sino también la persistente sensación de injusticia y desprotección frente a crímenes de esta magnitud.
Los eventos en memoria de Cabezas, que son organizados año tras año en localidades emblemáticas como Pinamar y General Madariaga, buscan no solo honrar su recuerdo sino también mantener visible la lucha por la plena transparencia y la no impunidad. El reclamo de justicia permanece intacto, con voz firme, mientras se grita en cada acto el lema que desde hace más de dos décadas permanece como bandera irrenunciable: “No se olviden de Cabezas”.