El gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, rechazó la amenaza de intervención de Javier Milei en Buenos Aires, defendiendo la voluntad popular de Axel Kicillof. Su postura marca un distanciamiento del oficialismo y evidencia el descontento en el peronismo, generando un posible bloque de resistencia contra los excesos autoritarios del presidente.“`html
Jaldo rechaza la amenaza de intervención de Milei y marca distancia
El gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, se distanció de Javier Milei y rechazó la posibilidad de intervención en la provincia de Buenos Aires, manifestando que el presidente “avanzó demasiado” y que una medida de ese tipo “va en contra de la democracia”. La declaración del mandatario tucumano generó un sacudón en la interna del oficialismo y dejó en evidencia el creciente descontento dentro del círculo de gobernadores que hasta ahora habían mantenido posturas más moderadas.
“Axel Kicillof fue elegido por la voluntad popular. Todo lo que es intervención me opongo totalmente”, afirmó Jaldo, en un mensaje que resuena no solo en Buenos Aires, sino también en los sectores del peronismo que ven en esta advertencia de Milei un nuevo intento de concentración de poder. Las palabras del gobernador abren una incógnita: ¿Hasta cuándo durará el apoyo condicionado de ciertos mandatarios provinciales al gobierno libertario?
El pronunciamiento de Jaldo se dio en el contexto de la apertura de sesiones legislativas en Tucumán, donde varios referentes políticos esperaban un gesto del gobernador respecto a la creciente tensión entre la Casa Rosada y las administraciones provinciales. El mandatario tucumano, que en los primeros meses de Milei había asumido una postura conciliadora, ahora envía una señal clara de desmarque ante el posible avasallamiento institucional.
La amenaza de intervención en Buenos Aires generó un alineamiento defensivo dentro del peronismo, incluso entre sus sectores más fragmentados. Según pudo reconstruir este medio, gobernadores que hasta ahora habían evitado confrontar abiertamente con Milei comenzaron a tejer una estrategia conjunta para frenar cualquier intento del Ejecutivo nacional de deslegitimar su poder territorial.
Este escenario evidencia un punto crítico dentro del ajedrez político que enfrenta Milei. Hasta ahora, la estrategia del libertario había sido dividir al peronismo y negociar con gobernadores pragmáticos en busca de apoyo legislativo. Sin embargo, la amenaza explícita contra Kicillof podría provocar el efecto inverso: el cierre de filas en un espacio que aún busca encontrar su nuevo liderazgo.
De hecho, la reacción de Jaldo y de otros mandatarios provinciales llevó a que en sectores del peronismo ya se comience a hablar de la necesidad de levantar una barrera contra lo que denominan los “excesos autoritarios” del presidente. En los pasillos del Congreso y de varias legislaturas provinciales, comenzó a circular la idea de armar un bloque de resistencia que, aunque aún difuso, podría ganar volumen si Milei decide escalar el conflicto.
Por otro lado, esta situación también afecta el vínculo de los mandatarios con el electorado provincial. Tucumán, como otras provincias del norte, depende en buena medida de los fondos coparticipables y de la asistencia del gobierno central. Hasta ahora, Jaldo había logrado mantenerse en equilibrio entre la necesidad de garantizar recursos y el rechazo a ciertas políticas impulsadas por Milei. Con su declaración, el gobernador tucumano parece haber decidido inclinar la balanza hacia una posición más confrontativa.
Milei, por su parte, se mantiene en su postura inflamatoria en redes sociales, agitando a su base de seguidores y endureciendo su discurso contra la “casta política”. Sin embargo, la realidad institucional es más compleja que un hilo de Twitter. La posibilidad de intervenciones federales, en caso de ser impulsadas, podría entrar en un laberinto legal y político que afecte la gobernabilidad del mismo proyecto libertario.
A medida que este conflicto se desarrolle, quedará en evidencia qué actores políticos conservarán su autonomía y quiénes mantendrán la alianza con Milei solo mientras no se vean amenazados en sus propios territorios. Lo que ya está claro es que el intento de intervención sobre Buenos Aires ha generado una grieta inesperada dentro de ciertos sectores que hasta ahora se mantenían neutrales. Y en política, cuando un equilibrio se rompe, difícilmente pueda reconstruirse sin dejar heridas.
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