La clase política argentina está experimentando una transformación ante Javier Milei. A medida que los legisladores y gobernadores ganan protagonismo, surgen tensiones con el gobierno sobre coparticipación y recortes presupuestarios. La necesidad de consensos parlamentarios está moderando la retórica inicial, cambiando la dinámica del poder en el país.
Una transformación en la clase política
En los últimos meses, se ha evidenciado un cambio en la actitud de la clase política argentina frente al presidente Javier Milei. Durante su campaña y sus primeros meses en el poder, el mandatario se apoyó en una retórica de confrontación con la política tradicional, a la que denominó “la casta”. Sin embargo, esa misma “casta” parece ahora sacudirse el complejo de inferioridad que le generaba la irrupción del líder libertario.
Los primeros contactos entre Milei y los representantes de la política tradicional estuvieron marcados por la tensión. Sin mayoría en el Congreso, el Ejecutivo se vio obligado a negociar con sectores que previamente había descalificado. A su vez, muchos dirigentes opositores, aturdidos por el discurso incendiario del presidente, parecían haberse replegado en una actitud de pasividad y expectativa.
Hoy, el panorama comienza a modificarse. Legisladores de distintos espacios, incluidos algunos que inicialmente se mostraban afines o tolerantes al gobierno, empiezan a reclamar su propio protagonismo. La reacción se percibe tanto en el Congreso como en las provincias, donde varios gobernadores han comenzado a marcar límites a la gestión nacional en cuestiones de coparticipación y recortes presupuestarios.
El Congreso recupera influencia
Un factor determinante en este giro ha sido el proceso legislativo. La administración Milei ha enfrentado crecientes dificultades para implementar su programa sin consensuar con el Parlamento. Su intento de aprobar la “Ley Ómnibus” se vio obstaculizado por la falta de apoyo, lo que obligó al Ejecutivo a moderar su estrategia.
Figuras opositoras, que durante los primeros meses parecían actuar con cautela, han comenzado a adoptar una postura más decidida. Diputados y senadores no solo han ralentizado iniciativas clave del gobierno, sino que han introducido proyectos alternativos o han buscado condicionar la aprobación de medidas a cambios significativos. La negociación por el paquete fiscal es un reflejo de este fenómeno.
En este marco, se observa un cambio en la percepción de los actores políticos. Desde diciembre, Milei había logrado imponer su discurso de que toda objeción a sus políticas provenía de una casta que temía perder privilegios. Ahora, ante la necesidad de acuerdos parlamentarios, ese relato se ha visto matizado por la realidad de los números legislativos.
Los gobernadores y su margen de maniobra
Otro factor clave en la transformación del clima político es el rol de los gobernadores. Desde el inicio de su gestión, el presidente optó por una relación de confrontación con las provincias, argumentando que debían resolver sus problemas sin depender del gobierno central. Esta postura generó tensiones en distritos que dependen en gran medida de la coparticipación.
Con el paso del tiempo, varios gobernadores comenzaron a responder con firmeza. Provincias como Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires han fijado posiciones que desafían la estrategia de la Casa Rosada. La presión ejercida por estos mandatarios provinciales obligó al gobierno a reconsiderar algunos recortes y a sentarse a negociar mecanismos de financiamiento alternativos.
El caso de los gobernadores de Juntos por el Cambio es particularmente ilustrativo. Inicialmente, muchos optaron por una postura de relativa cooperación con Milei, pero las tensiones sobre recursos y la falta de respuestas claras por parte del Ejecutivo llevaron a un progresivo alejamiento. Actualmente, varios de ellos han endurecido su discurso y plantean la necesidad de federalizar el debate sobre las medidas económicas.
En este escenario, la imagen de un Milei inalterable frente a los cuestionamientos comienza a desdibujarse. Aunque mantiene un alto nivel de apoyo entre sus seguidores, la dinámica política ha hecho que algunos sectores pierdan el temor inicial y busquen reconfigurar su relación con el poder central.