La recuperación de la identidad del nieto 138 es un hito en la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. Nacido en cautiverio, su historia simboliza la lucha por los derechos humanos en Argentina y destaca el impacto colectivo de cada restitución en la memoria y la búsqueda de justicia.[Collection]
Nieto 138 recupera identidad: historia de Marta y Juan Carlos
El anuncio de la recuperación de la identidad del nieto 138 representa un hito en la constante lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo por restituir la verdad y la memoria. Este hombre, que hoy tiene 48 años, nació en el centro clandestino de detención que funcionaba en la ex Esma, durante el cautiverio de su madre, Marta. Confirmar su identidad no solo cierra un capítulo en su vida personal, sino que también suma un testimonio más sobre los crímenes perpetrados durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.
Nacido en cautiverio y separado de su familia
Marta y Juan Carlos, los padres del nieto 138, fueron militantes políticos detenidos-desaparecidos por el régimen dictatorial que asoló al país entre 1976 y 1983. Durante su embarazo, Marta fue trasladada a la ex Esma, donde dio a luz en condiciones inhumanas. Posteriormente, el bebé fue apropiado, como ocurrió con cientos de hijos de desaparecidos. Marta y Juan Carlos continúan desaparecidos.
Desde los primeros días, la familia de Marta y Juan Carlos presentó denuncias y mantuvo viva la búsqueda. Una pieza clave fue el medio hermano del nieto 138, quien esperó incesantemente la resolución de esta historia y finalmente pudo abrazar a quien había sido arrebatado de su núcleo familiar.
El rol de la genética en la restitución de identidades
El camino hacia este momento crucial culminó tras las pruebas realizadas en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), una herramienta fundamental creada en 1987 para identificar a los niños apropiados durante la dictadura. Con ayuda de la institución y la labor incansable de las Abuelas de Plaza de Mayo, se logró confirmar que este hombre es hijo de Marta y Juan Carlos.
En referencia a la restitución, las Abuelas destacaron el compromiso de las familias y las víctimas que actúan como clave para garantizar justicia. Desde su fundación en 1977, la organización ha recuperado 138 nietos, consolidándose como un símbolo internacional de derechos humanos y lucha por la identidad.
Una historia que trasciende lo individual
Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, enfatizó en la conferencia de prensa el impacto colectivo de esta noticia. “Cada nieto que encuentra su verdad apaga un poco la impunidad y confirma que la memoria es indispensable para seguir construyendo democracia”, aseguró. Además, llamó a quienes tengan dudas sobre su identidad a acercarse a la organización, subrayando que hay alrededor de 300 hombres y mujeres con orígenes similares que aún no conocen la verdad.
Este caso también reaviva el debate sobre las estructuras de impunidad que persistieron tras el retorno de la democracia en 1983. Las apropiaciones sistemáticas de niños no solo fueron una herramienta de represión política, sino un crimen de lesa humanidad que persigue a varias generaciones en el país.
El encuentro con su medio hermano
Una de las imágenes más conmovedoras de esta restitución es el abrazo entre el recién identificado nieto 138 y su medio hermano. Este último fue un puntal en la búsqueda que se extendió prácticamente desde el momento de la desaparición de Marta y Juan Carlos. La recuperación permite cerrar décadas de incertidumbre y retomar los lazos que el terrorismo de Estado había intentado cortar.
Los familiares extendieron su agradecimiento a las instituciones involucradas en este largo proceso, así como a los organismos de derechos humanos que continúan abogando por la verdad. Este reencuentro familiar, aunque tardío, marca un triunfo de la memoria y la resistencia frente al olvido.
El largo camino hacia la verdad
El nieto 138, quien había vivido cuatro décadas sin conocer su verdadera identidad, ahora enfrenta el desafío de reconstruir una nueva narrativa personal que abarque su origen. Aunque el proceso suele ser complicado, las historias de otros nietos recurperados muestran que es posible encontrar paz en la verdad.
Este caso también invita a reflexionar sobre el impacto que las dictaduras tienen en el tejido social y familiar de un país. La apropiación de niños como parte de un plan sistemático de aniquilación política y cultural deja huellas que pueden tardar generaciones en sanar, pero cada restitución de identidad permite iniciar un proceso sanador.
Fuente de la información: Página|12