La designación de Horacio Giménez como ministro de Seguridad tras la salida de Waldo Wolff genera dudas sobre la estrategia del gobierno de Jorge Macri. Con un historial en la Policía que incluye polémicas, su llegada refleja un intento de consolidar el control del PRO en un año de alta conflictividad social.“`html
El inesperado relevo en Seguridad: qué hay detrás de la designación de Horacio Giménez
La salida de Waldo Wolff como ministro de Seguridad porteño sorprendió a varios dentro del gobierno de Jorge Macri, pero la elección de su reemplazo es aún más significativa. Horacio Giménez, con un historial extenso en la Policía Federal y la Policía Metropolitana, vuelve a la escena pública en un contexto donde los cambios en Seguridad pueden leerse como un reacomodamiento estratégico en la interna oficialista.
Giménez no es una figura ajena al poder. Su trayectoria arrancó como comisario general en la Policía Federal, pero su verdadero ascenso ocurrió con la creación de la Policía Metropolitana en 2008 bajo el ala de Mauricio Macri. Encabezó esa fuerza hasta su fusión con la Policía de la Ciudad en 2016. Ahora regresa al centro de la escena con un pasado que no deja de generar ruido: fue procesado por la brutal represión en el Hospital Borda en 2013, cuando se ordenó desalojar con violencia a trabajadores que resistían la demolición de un taller protegido.
El episodio, que incluyó golpes y detenciones arbitrarias, sigue latente en la Justicia. En noviembre pasado, el juez Carlos Rengel Mirat avaló una propuesta de reparación del daño para cerrar el expediente con compensaciones económicas, pero la Cámara de Casación aún debe resolver y tiene en juego la posibilidad de reabrir el caso. Aunque legalmente Giménez sigue procesado, desde el gobierno porteño minimizan este punto y destacan su “amplia experiencia en seguridad”.
La designación plantea interrogantes sobre el rumbo de la política de Seguridad en la Ciudad. Wolff, de perfil confrontativo y con aspiraciones políticas propias, se había alineado con el discurso de “mano dura” y mayor presencia policial en las calles, pero generó tensiones dentro del equipo de Macri. La llegada de Giménez podría leerse como una señal de continuidad en la estrategia, aunque con una impronta más técnica y menos mediática.
Otro dato clave es el respaldo interno que recibe Giménez. Su vínculo con Macri es directo, pero también tiene la venia de figuras influyentes dentro del PRO que buscan blindar la seguridad en la Ciudad en un año de alta conflictividad social. Además, su designación envía un mensaje a las fuerzas policiales tras una creciente incomodidad con la gestión política de Seguridad.
El nuevo ministro llega con un perfil formado en el aparato policial más tradicional, con experiencia en áreas sensibles como la seguridad de altos funcionarios y delitos federales complejos. Su paso por la Policía Metropolitana lo consolidó como un hombre de la “vieja escuela”, pero queda por ver si podrá navegar la exposición mediática y las presiones políticas que implica el cargo.
Más allá del caso Borda, su llegada marca una reafirmación del control del PRO sobre la Seguridad porteña con un perfil que no es de improvisado. Lo que resta saber es si la interna del espacio aceptará esta jugada o si resurgirán las tensiones que ya venían acumulándose en la gestión de Jorge Macri.
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