El contraste entre la justicia en Brasil y Estados Unidos es notable. Mientras Jair Bolsonaro enfrenta investigaciones severas tras su mandato, Donald Trump sigue postulándose para 2024 a pesar de múltiples indagaciones. Este análisis destaca cómo ambos países abordan la judicialización de la política y la confianza en sus instituciones democráticas.
Trump y Brasil: Un camino judicial diferente
El posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en las elecciones de 2024 plantea múltiples interrogantes en los Estados Unidos, especialmente en torno al tratamiento judicial de las acusaciones en su contra. Mientras tanto, Brasil, tras la presidencia de Jair Bolsonaro, ha avanzado por un sendero jurídico que marca un contraste notable con lo sucedido en la nación norteamericana.
La judicialización en Brasil
En Brasil, el expresidente Jair Bolsonaro se ha enfrentado a un intenso escrutinio judicial tras dejar el Palacio de Planalto. Investigaciones impulsadas por el Supremo Tribunal Federal, dirigidas especialmente por el magistrado Alexandre de Moraes, han abordado temas como la desinformación electoral, los ataques a las instituciones democráticas, y su papel en los disturbios del 8 de enero de 2023 en Brasilia. En aquel episodio, miles de simpatizantes bolsonaristas invadieron edificios gubernamentales en un movimiento que recordaba al ataque al Capitolio estadounidense del 6 de enero de 2021.
Bolsonaro es objeto de una serie de investigaciones que cuentan con respaldo tanto de las instituciones judiciales como de la opinión pública. Este enfoque ha sido posible gracias a un sistema judicial que ha mostrado independencia y firmeza frente a intentos de desestabilización democrática. A diferencia de Trump, el exmandatario brasileño ha enfrentado medidas legales concretas, como la apertura de procedimientos administrativos en el Tribunal Superior Electoral, que podrían inhabilitarlo políticamente.
El caso de Donald Trump
En los Estados Unidos, el panorama es marcadamente diferente. A pesar de enfrentar múltiples investigaciones —incluyendo su presunta participación en los eventos del 6 de enero de 2021 y sospechas sobre la manipulación de documentos clasificados—, Trump sigue postulándose para su regreso a la presidencia. De hecho, el republicano lidera las encuestas dentro de su partido para las primarias de 2024.
El sistema judicial estadounidense ha mostrado avances más lentos en los casos contra figuras como Trump. A pesar de las investigaciones lideradas por el Departamento de Justicia y el Comité del 6 de enero, hasta ahora no se han concretado juicios que frenen su carrera política. Este contraste con Brasil subraya las diferencias en cómo ambos países enfrentan desafíos similares relacionados con expresidentes y el fortalecimiento del Estado de Derecho.
Un paralelo inevitable
Los eventos relacionados con el asalto al Capitolio en Washington y la invasión a las sedes de poder en Brasilia han generado numerosas comparaciones. En ambos casos, líderes populistas vieron el apoyo incondicional de sus seguidores transformarse en acciones violentas contra las instituciones democráticas. Sin embargo, las diferencias en la respuesta judicial quedan en evidencia.
En Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha abogado por restablecer la credibilidad de las instituciones democráticas, destacando el esfuerzo de las cortes para mantener el orden constitucional. En contraste, Trump continúa desafiando la legitimidad de las elecciones de 2020, presentándose como una figura dispuesta a “corregir el rumbo de América” en su posible regreso a la Casa Blanca.
La confianza en las instituciones
El contexto político y jurídico de ambos países revela diferencias fundamentales en la confianza que depositan sus ciudadanos en las instituciones. Según analistas, el camino tomado por Brasil puede servir como un ejemplo de los beneficios de una acción judicial contundente frente a amenazas populistas, mientras que la lentitud en los Estados Unidos alimenta la polarización política.
Sin embargo, críticos del sistema brasileño advierten que la judicialización excesiva de la política también puede tener efectos negativos, como profundizar la ya muy divisiva polarización. Cabe destacar que la opinión pública de ambos países también juega un papel crucial en cómo se perciben las medidas legales aplicadas a figuras como Trump y Bolsonaro.
La cuestión de fondo gira en torno a si las democracias contemporáneas tienen la capacidad de utilizar el aparato judicial para salvaguardar sus valores fundamentales sin caer en el terreno de la persecución política. La historia reciente de Brasil y los Estados Unidos ofrece dos modelos distintos que seguirán siendo objeto de análisis y debate global.
Fuente: LA NACION