El interés de Estados Unidos por Groenlandia resurgió con Donald Trump en 2019, quien planteó su compra por razones estratégicas, militares y económicas. Sin embargo, su propuesta fue rechazada por Dinamarca y generó reacciones mixtas en Groenlandia, resaltando la importancia geopolítica del Ártico y la autonomía de la isla.[Collection]
Trump y su interés por comprar Groenlandia: razones y implicaciones
Un viejo interés que resurge con fuerza
Estados Unidos ha vuelto a expresar su interés en Groenlandia, la isla más grande del mundo que forma parte del Reino de Dinamarca. Este renovado interés se ha intensificado desde que Donald Trump, expresidente estadounidense, planteó públicamente en 2019 la posibilidad de comprar esta isla ártica estratégicamente ubicada. Aunque esta idea pueda parecer insólita, no es la primera vez que Estados Unidos contempla esta adquisición. En 1867, tras la compra de Alaska, el gobierno estadounidense consideró adquirir Groenlandia, aunque nunca se formalizó la propuesta.
La discusión se reactivó durante el mandato de Trump, quien calificó esta idea como “estratégicamente interesante” y expresó de manera informal su intención de negociar con Dinamarca. Sin embargo, el planteo generó reacciones encontradas tanto dentro como fuera de los dos países involucrados, con opiniones que van desde el escepticismo hasta la sorpresa, especialmente entre los cerca de 57.000 habitantes de Groenlandia.
¿Por qué Groenlandia?
Groenlandia representa un punto estratégico en el hemisferio norte, tanto desde el punto de vista militar como económico. Su ubicación geopolítica en el Ártico favorece el control de importantes rutas marítimas que han cobrado mayor relevancia ante el deshielo causado por el cambio climático. Además, posee abundantes recursos naturales, incluidos minerales críticos como el uranio, tierras raras y petróleo, que podrían ser fundamentales para las economías dependientes de alta tecnología.
Otro punto clave es su papel en la defensa de la región ártica. La isla ya alberga una base aérea estadounidense, Thule Air Base, que forma parte del sistema de defensa por radares sobre el polo norte. Este enlace refuerza el interés de Estados Unidos por consolidar su presencia militar en la zona, especialmente ante la creciente actividad de Rusia y China en el Ártico.
Respuesta de Dinamarca y Groenlandia
La propuesta de Trump no fue bien recibida por Dinamarca. Mette Frederiksen, primera ministra danesa en 2019, catalogó la idea como absurda, afirmando: “Groenlandia no está en venta. Groenlandia pertenece a Groenlandia”. Estas declaraciones subrayaron la autonomía que la isla tiene desde 2009, cuando asumió el autogobierno en varias áreas, aunque Dinamarca sigue controlando su política exterior, defensa y finanzas.
Por su parte, los habitantes de Groenlandia se mostraron entre desconcertados e irritados ante la sugerencia estadounidense. Algunos políticos locales, como el entonces primer ministro Kim Kielsen, reafirmaron la autonomía de la isla y su deseo de mantener la cooperación con Dinamarca, en lugar de cambiar de soberanía. Además, organizaciones civiles expresaron preocupación por el impacto en su identidad cultural, así como los riesgos de una explotación intensiva de sus recursos naturales bajo un posible control estadounidense.
¿Qué tan avanzadas estaban las negociaciones?
A pesar del revuelo mediático, no se llevaron a cabo negociaciones formales entre Estados Unidos y Dinamarca sobre una posible venta de Groenlandia. Según fuentes diplomáticas, la propuesta no pasó de conversaciones preliminares informales en círculos estadounidenses. Sin embargo, el episodio tensó las relaciones entre Washington y Copenhague, lo que llevó a Trump a cancelar una visita oficial a Dinamarca luego de que su plan fuera rechazado tajantemente.
El interés de Trump, más allá de su falta de viabilidad política, generó una discusión más amplia sobre la creciente importancia geopolítica del Ártico. Países como China, Rusia y Estados Unidos han intensificado su competencia en la región, tanto por motivos económicos como estratégicos. Groenlandia, como jugador clave en este tablero, seguirá ocupando un lugar central en esta disputa global en el futuro próximo.
El caso también provocó un debate interno en Groenlandia sobre cómo gestionar su creciente relevancia internacional sin comprometer sus tradiciones, medio ambiente y derechos como comunidad indígena del Ártico.
El trasfondo histórico
La idea de que un país compre territorios no es nueva en la política estadounidense. La compra de Alaska a Rusia en 1867 y la adquisición de la Luisiana francesa en 1803 son ejemplos de una práctica que, aunque inusual en la diplomacia moderna, formó parte del expansionismo norteamericano del siglo XIX.
No obstante, en un mundo donde las cuestiones de soberanía y derechos culturales son prioritarias, iniciativas como la de comprar Groenlandia despiertan un fuerte rechazo. A ello se suma el hecho de que Groenlandia cuenta con un estatus semi-autónomo bajo el Reino de Dinamarca, lo que hace improbable cualquier tipo de transacción entre gobiernos sin la aprobación explícita de los habitantes de la isla.
Groenlandia en el centro de atención
Con o sin una oferta formal por parte de Estados Unidos, Groenlandia seguirá siendo un lugar de interés en el panorama global. Su estratégica ubicación y su riqueza en recursos naturales la posicionan como un activo valioso no solo para Dinamarca, sino también para el ámbito internacional. Esto pone en evidencia la creciente importancia del Ártico, una región que cambia rápidamente debido al impacto del cambio climático.
El episodio también puso sobre la mesa cuestiones más amplias sobre cómo los países pequeños y con recursos codiciados pueden enfrentar presiones externas sin sacrificar su autonomía ni sus intereses a largo plazo. Es probable que Groenlandia continúe navegando este complicado balance en los años venideros.
Fuente: Redacción Clarín