El Gobierno pospuso un anuncio clave sobre los “dólares del colchón” para evitar acusaciones de electoralismo por parte del kirchnerismo. Manuel Adorni, vocero presidencial y candidato a legislador, destaca que la medida trascendental para ahorristas se detuvo para prevenir réplicas políticas en un clima electoral incierto.
Adorni congela anuncio clave ante temor a acusaciones electoralistas
El cierre de campaña le impuso una pausa estratégica al Gobierno. El vocero presidencial y ahora también candidato a legislador por la Ciudad de Buenos Aires, Manuel Adorni, suspendió a último momento el esperado anuncio sobre la habilitación para utilizar los “dólares del colchón” sin justificar origen. La medida, que estaba pronta a ser presentada junto al ministro de Economía, Luis Caputo, fue postergada con una justificación contundente: evitar que el kirchnerismo acuse al oficialismo de oportunismo electoral.
“No vamos a permitir que el kirchnerismo tenga la oportunidad de acusar de electoralista un paquete de medidas trascendentales para todos los ahorristas argentinos”, escribió el propio Adorni en su cuenta de Twitter. El posteo, más que aclarar, alimentó las sospechas de que el anuncio formaba parte de una estrategia de seducción de las últimas semanas antes de las elecciones porteñas. De fondo, se filtró la preocupación dentro del equipo de campaña sobre el impacto político que podría tener la implementación de la medida en medio de un clima electoral sensible.
La iniciativa permitiría a los ciudadanos declarar dólares guardados fuera del sistema sin necesidad de explicar su origen, una medida que, según voceros extraoficiales, se viene trabajando desde hace semanas en el equipo económico. Si bien Caputo aún no confirmó los detalles, la decisión política de frenar el anuncio revela fisuras en la estrategia del oficialismo, que apunta a sostener sus principales apuestas de gestión sin regalos explícitos hacia los votantes en la recta final.
No es el primer gesto alineado con el electorado que protagoniza Adorni. Esta misma semana, el vocero anunció un endurecimiento del régimen migratorio mediante un decreto presidencial. Entre afirmaciones infundadas y cifras que generaron desconfianza, como la mención de “1.7000.000 inmigrantes irregulares” ingresados en los últimos 20 años, Adorni aseguró que el objetivo es expulsar a los extranjeros que infringen la ley. “Entran delincuentes, siguen delinquiendo y nadie hace nada. Con este Gobierno eso se termina”, advirtió, elevando el tono de una campaña que mira con atención a los sectores más duros del electorado.
En paralelo, el Ejecutivo filtró que antes del fin de semana publicará otro decreto que exime de impuestos a la importación de teléfonos celulares. Con esta idea, busca favorecer la baja de precios y tensiona a la industria tecnológica radicada en Tierra del Fuego, que ya expresó su preocupación ante lo que consideran un golpe directo a su competitividad. “El Gobierno va a eliminar por completo los aranceles de importación de celulares, que hasta ahora eran del 16%, y van a pasar a ser del 0%”, había anticipado Adorni. No fue casual: la jugada busca mostrar gestos concretos al bolsillo del consumidor, aunque implique un enfrentamiento con sectores industriales clave.
La acumulación de anuncios en tono de campaña hace evidente la delgada frontera entre gobierno y proselitismo en tiempos electorales. En un contexto económico aún inestable, con inflación persistente y un dólar volátil, la narrativa de mostrar orden fiscal y control institucional aparece tensionada por la necesidad política de mostrar resultados, aunque sea en forma de promesas.
La postergación del anuncio sobre los “dólares del colchón” puede leerse como la aceptación de ese dilema. El riesgo de convertir una medida polémica en blanco fácil de la oposición parece haber prevalecido sobre el impulso de ganar votos. Con el kirchnerismo al acecho y una ciudadanía golpeada por la incertidumbre económica, el Gobierno intenta calibrar cada paso con precisión quirúrgica.
Adorni se convirtió en una de las principales figuras proselitistas del oficialismo. Su doble rol lo ubica en el centro de una compleja articulación entre comunicación institucional y campaña electoral. La suspensión del anuncio económico marca un giro: evitar munición abierta que alimente el discurso opositor. La palabra ahora no es sólo política: también es táctica.
Con el reloj electoral corriendo en su contra, el oficialismo evalúa qué batallas dar antes de que las urnas cierren. Y cuáles, aunque sean populares, es mejor postergar. La gestión sigue en marcha, pero la campaña impone sus reglas. Y esta vez mandó guardar los billetes —al menos por ahora— debajo del colchón.