El Partido Justicialista criticó al presidente Javier Milei por su apoyo a Israel y Estados Unidos, considerándolo “negligente” y “imprudente”. En un comunicado, exigió un retorno a la paz y la neutralidad, cuestionando el alineamiento con potencias en conflicto y resaltando la importancia de una política exterior responsable y soberana.
Duro pronunciamiento del PJ: Milei pone a los argentinos en la línea de fuego
En un nuevo episodio de tensión en la política exterior argentina, el Partido Justicialista lanzó una dura advertencia al presidente Javier Milei por su rotundo respaldo a Israel y a Estados Unidos en el conflicto bélico con Irán, calificando la posición como “negligente” e “imprudente”, y acusándolo de exponer a la ciudadanía a riesgos innecesarios. A través de un comunicado emitido por su Secretaría de Relaciones Internacionales, el PJ exigió un inmediato giro hacia la paz y la neutralidad activa, reafirmando el histórico posicionamiento del país a favor del diálogo y la no agresión.
El documento marca una ruptura definitiva frente al alineamiento explícito del gobierno con potencias en guerra, calificando de “prepotentes exabruptos discursivos” las declaraciones del presidente, quien definió a Irán como “enemigo de la Argentina”. Para el peronismo, esa es una afirmación personal que contradice décadas de diplomacia multilateral argentina y viola el principio de no intervención. “Sus dichos no sólo son irresponsables: exponen a nuestras comunidades a posibles represalias. El país no debe pagar el precio de una política exterior pensada para Twitter”, afirman desde el justicialismo.
La reacción opositora no es casual. Llegó apenas horas después de que Israel celebrara un ataque a una cárcel iraní utilizando una frase emblemática del mandatario argentino: “¡Viva la libertad, carajo!”. Este guiño diplomático encendió las alarmas en distintos espacios políticos y diplomáticos nacionales, que vieron con preocupación cómo Milei se convierte en un actor beligerante sin medir consecuencias. La oposición, e incluso sectores del oficialismo no alineados con Cancillería, temen que la retórica presidencial transforme a Argentina en blanco indirecto en conflictos ajenos.
El comunicado justicialista no solo marca una posición política, sino que también expone una profunda disputa sobre el rol institucional de la Argentina en el escenario internacional. “Este no es un país satélite. La vocación pacífica y nuestra soberanía deben marcar la agenda, no los intereses de terceros países”, enfatiza el texto, que pone el foco en el historial histórico del país como actor promotor del desarme nuclear y de la paz regional en América Latina. En este punto, recuerdan que Argentina y Brasil han sido modelo de cooperación en el uso pacífico de la energía atómica.
Además, apelando a la memoria y al dolor colectivo, el comunicado remite a los dos atentados sufridos en territorio argentino contra objetivos judíos: la Embajada de Israel en 1992 y la AMIA en 1994. Para el PJ, estos hechos refuerzan la necesidad de evitar ser arrastrados a conflictos donde no se juegan intereses vitales directos. En ese contexto, critican duramente que el jefe de Estado actúe como portavoz de otra nación, dejando de lado la prudencia institucional y comprometiendo relaciones exteriores delicadas.
El partido cuestiona que el alineamiento militante a Washington y Tel Aviv no sólo excluye la búsqueda de una paz global, sino que también deja a la Argentina sin margen de negociación con otros actores relevantes del contexto internacional. “No se trata de elegir buenos o malos, amigos o enemigos, sino de preservar la integridad territorial, la seguridad ciudadana y la reputación diplomática del país”, recalcan.
Este choque entre el gobierno y la principal fuerza opositora vuelve a exhibir un modelo de gestión concentrado en la hiperpersonalización del poder presidencial. Lo que para Casa Rosada es una definición ideológica clara y sin ambigüedades, para el PJ representa una grave alteración del orden republicano y de las reglas básicas del sistema internacional moderno, donde los vínculos con otras naciones exceden los gestos partidarios o las afinidades ideológicas.
La disyuntiva no es menor: en un mundo convulsionado, donde se multiplican los focos de crisis, una declaración puede significar una alianza estratégica o una amenaza directa. Por eso, el PJ rechaza lo que entiende como una política exterior de slogans, sin anclaje en la historia ni en los intereses permanentes de la Nación. “No se construye una coalición democrática vociferando enemistades. Argentina debe mantener una voz lúcida, soberana y pacífica en los foros internacionales”, concluyen desde el partido opositor.
Este nuevo punto de inflexión en la política nacional vuelve a colocar la política exterior en el corazón del debate interno. Para Milei, se trata de una postura moral inquebrantable. Para sus adversarios, de una temeridad injustificada. Lo concreto: la grieta geopolítica ya no pasa solo por adentro. Y puede tener consecuencias difíciles de controlar.