Mar del Plata sufre cortes de gas en plena ola polar debido a la baja presión en la red por alta demanda. Camuzzi Gas Pampeana advierte que el problema es estructural y requiere atención técnica. La suspensión de carga de GNC busca priorizar el abastecimiento residencial ante una posible crisis energética.
Barrios de Mar del Plata afectados por cortes de gas en medio de ola polar
Mientras la costa atlántica enfrenta uno de los fríos más intensos del invierno, distintos barrios de Mar del Plata comenzaron a experimentar cortes abruptos en el suministro de gas domiciliario, a raíz de una crítica caída de presión en la red. La empresa Camuzzi Gas Pampeana confirmó la baja presión en los gasoductos, resultado de una demanda disparada por las bajas temperaturas y una oferta de gas nacional que ya muestra fisuras preocupantes.
El fenómeno comenzó a notarse con fuerza durante la tarde, aunque horas antes algunos usuarios habían reportado interrupciones intermitentes. La situación se volvió crítica en el sector sur de la ciudad, donde los reguladores de los medidores —dispositivos de seguridad que automáticamente bloquean el paso de gas cuando la presión desciende de manera peligrosa— impidieron el flujo hacia cientos de hogares. Desde Camuzzi reconocen que el problema no es puntual ni aislado, sino estructural y arrastrado por el contexto energético del país.
En tono técnico pero directo, Rodrigo Espinosa, vocero de la empresa, explicó que el sistema de corte automático responde a una lógica de prevención, pero advirtió que su reactivación no puede ni debe hacerse en forma casera. “Instamos a la población a no reconectarse por cuenta propia. Aunque logren abrir el paso del gas, el sistema volverá a cerrarse ante la mínima baja de presión. La reconexión debe ser hecha por personal técnico de la compañía”, dijo, mientras la línea de emergencias colapsaba de notificaciones.
La empresa mantiene abiertas las líneas 0810-666-0810 y 0800-666-0810 durante las 24 horas para registrar incidentes y coordinar operativos de restitución. Sin embargo, el clima operativo no es ideal: el mismo fenómeno que afecta a los hogares también limita el abastecimiento a estaciones de servicio, muchas de las cuales han detenido completamente la venta de GNC. Desde la industria del transporte, pequeños propietarios de flotas y asociaciones de taxis se declararon en alerta, sumando presión a un escenario ya frágil.
El contexto nacional amplifica la alarma. La medida de suspender por 24 horas la carga de GNC fue tomada por el Comité de Emergencia que supervisa el manejo del sistema interconectado de gas. La disposición, que comenzó a regir desde las 14 del miércoles, busca priorizar el abastecimiento residencial ante una posible crisis mayor. Sin embargo, la decisión también monta un espejo de advertencia sobre la falta de previsión: sin nuevos desarrollos en infraestructura ni mejoras significativas en la logística del gasoducto troncal, el cuello de botella que hoy asfixia a Mar del Plata podría replicarse en cualquier otra región.
Detrás de este cuadro, se dibujan las consecuencias de décadas de políticas energéticas fluctuantes. Si bien el gas natural argentino tiene un potencial envidiable, con reservas cuantiosas en Vaca Muerta, la falta de inversión en redes de distribución y almacenamiento genera episodios como estos cada vez que la temperatura cae abruptamente. Las licitaciones para nuevas plantas compresoras o anillos de distribución han sido postergadas una y otra vez, envueltas en debates políticos, recortes presupuestarios y promesas incumplidas.
En paralelo, el panorama deja al descubierto otra dimensión del problema: las zonas más alejadas del centro, donde los ramales de baja presión dependen de una ingeniería poco resiliente, siempre son las primeras en sufrir. Esa geografía de exclusión energética se repite una y otra vez, con consecuencias sociales directas que, en muchos casos, rozan la emergencia humanitaria durante jornadas donde la sensación térmica cae por debajo de cero.
Lo cierto es que, más allá de las explicaciones técnicas y los pedidos de paciencia, la percepción ciudadana es de colapso institucional. Vecinos organizados en grupos de WhatsApp y redes sociales ya comenzaron a coordinar protestas para reclamar la pronta restitución del servicio, mientras crecen los cuestionamientos sobre la capacidad de respuesta de Camuzzi y las autoridades provinciales. El silencio oficial del municipio no ha hecho más que alimentar malestar.
La situación confirma que las alertas climáticas ya no son eventos excepcionales sino parte del calendario habitual, y que el sistema energético argentino continúa reaccionando tarde, sin una capacidad real de anticipación o respuesta. Mientras tanto, cientos de familias marplatenses enfrentarán otra noche con hornallas apagadas, cocinas sin funcionamiento y calefacción inexistente, en una ciudad que nunca deja de mirar al mar, incluso cuando el frío lo vuelve implacable.