Entre Ríos enfrenta su peor crisis hídrica en décadas: el 92% del territorio está en alerta roja por una sequía devastadora que afecta cultivos, ganadería y empleo. Con pérdidas económicas históricas, productores exigen medidas urgentes y políticas sostenibles para garantizar la supervivencia del agro ante futuros eventos climáticos extremos.[Collection]
Crisis de sequía en Entre Ríos: 92% en alerta roja
La provincia de Entre Ríos enfrenta una de las peores crisis hídricas de su historia. Según Héctor Bolzán, presidente del Sistema de Autodefensa Cooperativo Agropecuario (SACRA), el 92% del territorio provincial se encuentra actualmente en un estado crítico de sequía, lo que genera graves consecuencias para el sector agroganadero y la economía local. El dirigente señaló que esta situación es “alarmante” y advirtió sobre la urgencia de tomar medidas concretas para mitigar el impacto en las actividades productivas.
Impacto devastador en la producción agrícola
La sequía ha afectado severamente a cultivos clave como el maíz, el sorgo y la soja, cuyas producciones han disminuido drásticamente, según datos recientes. Los rendimientos esperados, que ya habían sido ajustados a la baja a causa de la falta de lluvias, ahora se enfrentan a caídas aún más pronunciadas, poniendo en jaque la sustentabilidad de los productores. Ante esta situación extrema, Bolzán señaló que “el agro atraviesa una de las peores campañas de los últimos 60 años”.
El panorama resulta especialmente crítico para los pequeños y medianos productores, quienes no cuentan con los recursos necesarios para implementar tecnologías de riego o estrategias de mitigación que les permitan sobrellevar la crisis. Mientras tanto, las grandes explotaciones también experimentan pérdidas significativas, lo que pone en evidencia la magnitud del deterioro en la región.
Ganadería bajo presión
Además de los cultivos, el sector ganadero también enfrenta desafíos monumentales. La escasez de agua afecta directamente la alimentación y el bienestar de los animales. Bolzán explicó que muchos productores se ven obligados a liquidar cabezas de ganado a precios bajos debido a la imposibilidad de mantenerlas en condiciones adecuadas. Esto no solo implica una pérdida económica inmediata, sino también un impacto a largo plazo en la recuperación del stock ganadero.
Asimismo, el dirigente enfatizó que la falta de forraje y pasturas ha incrementado los costos de producción, complicando aún más la situación de los ganaderos. La combinación de factores genera una “tormenta perfecta” que amenaza con desestabilizar severamente al sector.
Condiciones meteorológicas poco favorables
De acuerdo con los informes meteorológicos, las precipitaciones en la provincia han sido excepcionalmente bajas durante el último año. Esto ha llevado a niveles críticos en los ríos y arroyos que abastecen de agua a los campos, mientras que las napas freáticas también han descendido drásticamente. Bolzán lamentó que “la naturaleza no nos ha dado tregua”, subrayando que los episodios de lluvias recientes han sido escasos y muy localizados, sin generar el alivio esperado.
Además, la transición entre los fenómenos climáticos La Niña y El Niño, según los expertos, podría traer aparejadas lluvias significativas en el mediano plazo. Sin embargo, los productores señalan que cualquier mejora llegaría demasiado tarde para rescatar la actual campaña agrícola y ganadera.
Medidas solicitadas y llamadas a la acción
En este contexto de emergencia, el SACRA y otras organizaciones rurales han solicitado la declaración de emergencia agropecuaria para Entre Ríos, lo que permitiría acceder a herramientas financieras, créditos a tasas bajas y prórrogas impositivas. Según Héctor Bolzán, estas medidas son “indispensables” para brindar un respiro a los productores afectados y evitar la desaparición de numerosas explotaciones agropecuarias.
El dirigente también insistió en la necesidad de implementar políticas estructurales que puedan ofrecer una solución más sostenible a largo plazo. “No podemos seguir dependiendo del clima año tras año. Hay que apostar por la infraestructura y la tecnología”, afirmó, señalando la urgencia de desarrollar sistemas de riego eficientes, represas y otras obras que garanticen una mayor resiliencia ante futuros eventos climáticos adversos.
El desafío de mantener el empleo
La crisis también impacta directamente en el empleo rural, poniendo en riesgo miles de puestos de trabajo en toda la provincia. Según estimaciones preliminares, las pérdidas económicas generadas por la sequía podrían superar ampliamente las de campañas anteriores, situación que agrava la preocupación por la estabilidad social en numerosas comunidades dependientes del agro.
La cadena productiva, que incluye actividades asociadas como transporte, comercialización y servicios vinculados al sector, también se encuentra afectada. “Cuando al campo le va mal, todo el país lo siente”, afirmó Bolzán, destacando la importancia del agro como motor económico de la región y del país en su conjunto.
Preocupación y expectativa en la comunidad
Mientras tanto, los habitantes de Entre Ríos observan con preocupación cómo la sequía impacta de manera generalizada en sus vidas cotidianas. La escasez de agua y la degradación del suelo afectan no solo la producción agrícola, sino también el ecosistema local, con consecuencias que podrían extenderse más allá de lo inmediato.
“Es una situación sin precedentes y estamos atravesándola día a día con mucha preocupación”, declaró un productor de la localidad de Victoria, quien explicó que muchos campos de la zona se encuentran “irreversiblemente deteriorados”.
Las autoridades provinciales y nacionales continúan evaluando los pasos a seguir, aunque para muchos productores las soluciones llegan demasiado lentamente. Mientras tanto, la comunidad rural sigue de cerca las previsiones meteorológicas y se prepara para enfrentar el desafío de sostener una actividad vital en condiciones extremas.
Fuente: Radio Mitre