Cristina Kirchner solicitó al Tribunal Oral Federal N°2 autorización para recibir a Lula da Silva en su domicilio, donde cumple prisión domiciliaria. La visita del presidente brasileño, en el marco de la cumbre del Mercosur, añade tensión política. Se evalúan las implicaciones de este encuentro en el contexto judicial y regional.
Cristina Kirchner solicitó autorización judicial para recibir a Lula da Silva
En medio del clima enrarecido que sacude al oficialismo y la oposición, Cristina Fernández de Kirchner pidió al Tribunal Oral Federal N°2 la habilitación para recibir al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en su domicilio de San José 1111, donde cumple su condena bajo el régimen de prisión domiciliaria. La solicitud se presenta en el marco de la visita que el mandatario brasileño realizará a Buenos Aires por la cumbre del Mercosur, lo que agrega una nueva capa de tensión a la ya volátil coyuntura política regional.
El pedido fue presentado por su abogado, Carlos Beraldi, quien destacó el carácter estrictamente personal y protocolar del encuentro, remarcando la relación histórica entre ambos líderes. El planteo cobra relevancia no solo por la figura del visitante, sino porque pone a prueba los límites de las condiciones impuestas a la exmandataria para cumplir su pena en su domicilio. Se trata de una causa de alto voltaje político y jurídico que ha enfrentado a distintas instancias judiciales con posturas divergentes.
El tribunal deberá determinar si autoriza una excepción al régimen actual, que solo permite el ingreso al domicilio de familiares directos, personal médico, custodios y abogados defensores, dejando afuera de la lista cualquier actor político, a menos que cuente con un permiso especial. La defensa presentó también una impugnación ante la Cámara de Casación para eliminar esta restricción y la obligatoriedad del uso de tobillera electrónica, aunque dicha apelación aún no fue resuelta. La audiencia para revisar el planteo de los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola está fechada para el 7 de julio, y podría convertirse en un punto de quiebre en la defensa de Fernández.
La visita de Lula da Silva, prevista entre este miércoles por la noche y el jueves al mediodía, adquiere ribetes geopolíticos. El líder del Partido de los Trabajadores arribará a la Argentina para asumir la presidencia pro témpore del Mercosur, en un contexto de relaciones frías con el gobierno de Javier Milei. De momento, no se ha anunciado ningún encuentro bilateral entre Lula y el mandatario argentino, lo que refuerza la expectativa alrededor del posible contacto con Cristina Kirchner, hoy alejada de la primera línea institucional pero aún capaz de condicionar la agenda política.
Desde el entorno de Lula ya se aclaró que la intención del presidente brasileño es expresar de manera personal su respaldo a la exmandataria argentina, en lo que califican como una muestra de “solidaridad entre compañeros de lucha”. Así lo detalló el diputado Paulo Pimenta, hombre fuerte del PT y exministro de Comunicación Social, quien explicitó que el viaje incluye un mensaje claro respecto a la situación judicial de Cristina, a quien el presidente brasileño considera víctima de una persecución política judicializada, similar a la que él mismo sufrió.
Detrás del gesto se esconde una estrategia regional más amplia, que busca reconstruir una agenda progresista común en América Latina, en momentos donde el bloque del Mercosur intenta reposicionarse ante tensiones internas. Para Lula, la visita a Cristina no solo es un gesto personal, sino también una reafirmación ideológica dirigida a las bases del peronismo, hoy sin conducción efectiva tras su condena.
Del otro lado, el gobierno de Milei, que se ha enfrentado verbalmente con Lula en más de una ocasión, enfrenta un escenario incómodo. No solo por la distancia diplomática con Brasil sino por la posibilidad de que el encuentro entre Lula y Cristina reavive la narrativa de lawfare, reforzando la construcción simbólica de victimización judicial y fortaleciendo la legitimidad interna de la exmandataria.
La tensión se incrementa por el rol de la Justicia como actor político. Los jueces Jorge Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso deberán evaluar si habilitan la visita, sabiendo que cualquier decisión impactará de lleno en el debate público. El tribunal ya enfrenta fuertes cuestionamientos por haber concedido la prisión domiciliaria, decisión que fue apelada por los fiscales con el argumento de que no hay razones médicas para justificar el beneficio.
En paralelo, desde filas del oficialismo se multiplican críticas hacia Fernández de Kirchner. El ministro del Interior Guillermo Francos deslizó que “en prisión no se pueden recibir todo tipo de visitas”, en referencia a que la exPresidenta ejerce una presencia política a pesar de su condena judicial. Esa declaración fue leída como un claro intento por marcar posiciones en medio de un gobierno que busca ganar terreno mostrando firmeza frente al kirchnerismo, pero cuyo aislamiento internacional también obliga a calcular cada movimiento con precisión.
Lo que parece un trámite judicial más, termina convirtiéndose en un capítulo clave de la disputa por el poder simbólico. La eventual visita de Lula acercaría combustible a una figura que, más allá de sus restricciones, continúa gravitando en el tablero argentino. La actitud del tribunal, las reacciones del gobierno y el desarrollo de la cumbre del Mercosur serán claves para entender si este intento de encuentro se convierte en un desafío político o en una postal de resistencia internacional.