El gobierno de Milei busca asegurar la aprobación del acuerdo con el FMI mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia. Ante un Congreso con escasa representación, su estrategia incluye presionar a la oposición y construir consensos, enfrentando el reto de mantener la estabilidad económica y del mercado financiero.“`html
La estrategia de Milei para aprobar el acuerdo con el FMI y evitar trabas en el Congreso
El Gobierno sorprendió con el envío del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional al Congreso, un movimiento que busca sortear los obstáculos legislativos y cumplir con la promesa presidencial de avanzar en la reestructuración económica. Con minorías en ambas cámaras y un escenario político complejo, el oficialismo eligió una táctica de urgencia para sostener la estabilidad financiera y evitar trabas burocráticas.
Desde la Casa Rosada recalcan que el uso de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) es una herramienta clave para dar celeridad al proceso y asegurar que la aprobación no quede sujeta a las maniobras dilatorias de la oposición. La administración libertaria subraya que el entendimiento con el FMI tiene implicancias inmediatas en la cotización del dólar, el mercado financiero y la confianza de los inversionistas, factores que no pueden quedar sujetos a negociaciones interminables.
El oficialismo confía en que el DNU, que tiene fuerza de ley desde su firma, seguirá el trámite legislativo reglamentado para estos casos. La Comisión Bicameral de Trámite Legislativo deberá emitir un dictamen en un plazo máximo de diez días hábiles, pero incluso si no se debate en el recinto, la normativa seguirá vigente, tal como ocurrió con numerosos decretos bajo gobiernos anteriores.
El gobierno de Milei enfrenta un desafío político: necesita construir consensos en un Congreso donde cuenta con apenas seis senadores y menos de 40 diputados propios. La táctica parece clara: forzar el debate en términos de urgencia y apelar al pragmatismo de los bloques opositores, incluyendo la UCR y sectores dialoguistas del peronismo.
El antecedente más cercano fue el acuerdo con el FMI firmado durante la gestión de Alberto Fernández, que a pesar de críticas desde sectores de izquierda y facciones internas del kirchnerismo, obtuvo el respaldo de la mayoría del Congreso. En este caso, la apuesta oficial es presentar un programa de ajuste estructural que combine desregulación con estabilidad macroeconómica, buscando atraer la confianza del sector financiero.
Otra clave es la presidencia de la Comisión Bicameral de DNU por parte del senador Juan Carlos Pagotto, alineado con la administración libertaria. En la práctica, esta posición le otorga al Gobierno una ventaja estratégica, permitiéndole manejar los tiempos del debate legislativo y evitar que la discusión se dilate innecesariamente.
En la Rosada confían en que una combinación entre presión política y argumentos económicos servirá para consolidar apoyo parlamentario. El Ejecutivo también entiende que la estabilidad del acuerdo impacta en el humor de los mercados y las expectativas de inflación, por lo que cualquier señal de incertidumbre podría jugar en contra del rumbo económico propuesto.
La batalla por la aprobación del acuerdo con el FMI será el primer gran test legislativo de Milei. Más allá de los números fríos, el desenlace sentará un precedente sobre la capacidad de su administración para gobernar en minoría sin perder la iniciativa. La oposición, fragmentada y en proceso de reconfiguración, deberá decidir si se convierte en un obstáculo para el oficialismo o si adopta una postura pragmática ante un acuerdo que, en última instancia, busca sostener la estabilidad del país.
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