FAdeA enfrenta una crisis crítica al presentar un procedimiento preventivo que incluye suspensiones y reducciones salariales. El rechazo de los trabajadores revela tensiones internas y la dependencia de contratos estatales. La falta de ingresos y la ineficacia en cerrar acuerdos privados agravan la situación, poniendo en riesgo la operación de la fábrica.
Suspensiones y crisis en FAdeA: empieza el ajuste silencioso en la industria aeronáutica estatal
La Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) enfrenta una de sus etapas más delicadas en los últimos años: presentó ante el Ministerio de Trabajo un procedimiento preventivo de crisis que incluye suspensiones por seis meses, reducción del 50% del salario neto y la posibilidad de aplicar los recortes de manera parcial, total o aleatoria. El impacto de la medida, que comenzaría a regir desde el 1 de junio, ya genera tensión entre los trabajadores, que rechazaron categóricamente la propuesta en medio de un panorama marcado por la incertidumbre y la postergación de decisiones clave por parte del Estado nacional.
El conflicto, que escaló rápidamente en el interior de la planta cordobesa, expone la dependencia estructural que arrastra la empresa estatal: más del 80% de sus ingresos provienen de contratos con la administración nacional, principalmente con la Fuerza Aérea. Pero el freno en la firma de esos compromisos, y el silencio prolongado desde el Ministerio de Defensa, dispararon una ecuación financiera insostenible que hoy amenaza con vaciar progresivamente la operación de FAdeA.
Según comunicaron los delegados gremiales aeronáuticos, el ofrecimiento de la empresa generó un inmediato rechazo y obligó a abrir un cuarto intermedio en las reuniones oficiales. La línea argumental de los representantes sindicales es clara: la propuesta implicaría una merma inaceptable en las condiciones laborales y salariales, mientras no hay garantías claras sobre la reactivación del flujo contractual con el Estado. “Obviamente rechazamos en todos los términos lo que presenta la empresa. Pedimos tiempo para revisar la documentación con nuestro contador y abogado”, señaló uno de los delegados en una asamblea en la planta.
Desde la conducción de FAdeA aseguran que existe una orden verbal del ministro de Defensa, Luis Petri, para que se reactiven los contratos con la Fuerza Aérea. La promesa, sin embargo, aún no se tradujo en hechos, y los empleados temen que esta sea una maniobra dilatoria mientras avanza un proceso de ajuste encubierto. La crisis también se profundiza por la tenacidad del presidente de FAdeA, Julio Manco, quien por ahora mantiene una estrategia defensiva frente a las exigencias del personal y no logra encauzar acuerdos con actores privados para compensar la paralización de los contratos estatales.
Ni Jetsmart, ni Flybondi, ni Embraer aparecen hoy como tabla de salvación: las tratativas con esas compañías, aunque recurrentemente presentadas como “horizontes de proyección” por las autoridades de FAdeA, están virtualmente estancadas. La falta de ingresos frescos, sumada a la imposibilidad de sostener el esquema actual de personal y sueldos, pone a la fábrica en una situación límite.
La movida de presentar un procedimiento preventivo de crisis —una herramienta legal usada para justificar recortes temporales en empresas en dificultades— marca un viraje en la gestión actual: no se trata solo de un conflicto económico, sino también de una señal política. El gobierno nacional, en su línea de recorte del gasto estatal, parece dispuesto a sacrificar incluso áreas sensibles como la industria aeronáutica, una de las pocas con capacidad tecnológica y valor agregado dentro del aparato productivo público. Todo indica que el ajuste silencioso a través de parálisis contractual, demoras administrativas y desgaste interno está en marcha.
En este contexto, los trabajadores insisten en que la medida debe ser revertida, pero sus márgenes de maniobra se reducen con cada semana que pasa sin avances concretos. En palabras de uno de los delegados, la situación en la planta “está muy complicada”, y ya se habla de una inminente reestructuración salarial que, de no lograrse bajo consenso, podría derivar en mayores niveles de conflictividad interna. “Estamos por debajo de la línea de pobreza”, advirtió, poniendo en evidencia el deterioro acelerado de los ingresos reales del personal.
La próxima reunión entre empresa y trabajadores podría marcar un punto de inflexión. De mantenerse el rechazo gremial y la parálisis por parte del Estado, el conflicto podría escalar a niveles más complejos. Mientras tanto, la planta emblema de la industria aeronáutica nacional agoniza en silencio, atrapada entre la incertidumbre presupuestaria, las promesas postergadas y la pulseada silenciosa que el Gobierno libra con sus propias empresas para avanzar con su agenda de contención fiscal. La pregunta que empieza a circular en pasillos sindicales y despachos oficiales es si FAdeA sobrevivirá a su propio apagón técnico-administrativo.