Un fallo judicial en Argentina bloquea la eliminación de programas de prevención y atención de la violencia de género, tras una medida cautelar de la Asociación Civil Red de Promotoras de Derechos. La sentencia subraya que estos programas son fundamentales para garantizar la seguridad y derechos de las mujeres y colectivos vulnerables.
Decisión judicial frena la eliminación de programas sobre violencia de género
En un reciente fallo que marca un precedente importante, la Justicia argentina emitió una resolución que bloquea cualquier intento del gobierno nacional de eliminar o alterar los programas destinados a la prevención y atención de la violencia de género. Este pronunciamiento se enmarca dentro de una medida cautelar promovida por la Asociación Civil Red de Promotoras de Derechos para alertar sobre posibles recortes en estas políticas públicas de vital importancia.
La decisión fue tomada por el Juzgado Contencioso Administrativo Federal Nº 12, que resolvió en forma favorable a la solicitud de impedir que el Gobierno Nacional ejecute medidas que puedan desmantelar estos programas. Según los razonamientos presentados en la causa, estas políticas forman parte de compromisos asumidos por el país tanto en el ámbito interno como en el internacional para combatir la violencia contra las mujeres y otros colectivos vulnerables.
La sentencia subraya que cualquier retroceso en esta materia podría representar una violación de derechos humanos reconocidos por tratados internacionales de los cuales Argentina es signataria. Por lo tanto, el fallo ofrece un marco de protección que ampara a quienes dependen de estos programas para su seguridad y bienestar.
El reclamo de la Asociación Civil Red de Promotoras
La medida cautelar fue interpuesta por la Asociación Civil Red de Promotoras de Derechos, que expresó su preocupación por posibles recortes presupuestarios o la eliminación de los programas de género en un contexto de ajuste fiscal. La organización, que trabaja en la protección de derechos de las mujeres, argumentó que estas políticas son esenciales para garantizar una estrategia integral contra la violencia de género.
A través de un comunicado, destacaron que la continuidad de las políticas públicas no solo responde a un mandato legal, sino que también es un imperativo moral y social. “No pueden ignorarse las necesidades urgentes de las personas cuya vida, integridad física y emocional dependen de estas medidas. Cualquier modificación que implique un retroceso significa una omisión grave por parte del Estado”, señalaron.
En este contexto, la organización sostuvo que la pérdida de estos programas pondría en riesgo no solo a las personas vulnerabilizadas por la violencia, sino también a las redes que trabajan en su prevención, atención y erradicación.
El papel del Estado en la lucha contra la violencia de género
La sentencia también apuntala la responsabilidad del Estado en garantizar la continuidad de las políticas contra la violencia de género, en consonancia con compromisos asumidos a través de normativas nacionales e internacionales. Entre estos, se destacan la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres y la Convención de Belém do Pará, que obliga a los Estados a actuar frente a la violencia basada en género.
El fallo recordó que la Constitución Nacional, en su artículo 75 inciso 22, otorga jerarquía constitucional a los tratados internacionales sobre derechos humanos. Por esta razón, cualquier decisión que implique la regresividad en políticas públicas destinadas a su salvaguarda sería contradictoria con el marco legal vigente.
Asimismo, la resolución del juzgado resalta la importancia de estos programas al considerarlos como una herramienta fundamental para atender a miles de personas que sufren esta problemática y enfrentan, en muchos casos, situaciones de vida o muerte.
¿Qué implicaría una posible modificación o eliminación de estos programas?
El impacto potencial de modificar o eliminar estos programas no puede ser subestimado. Actualmente, estos espacios proveen asistencia psicológica, legal y económica a personas que enfrentan violencia doméstica y de género. Sustraer estos servicios podría derivar en un aumento de los índices de violencia, desamparo y vulnerabilidad para quienes ya están en una situación de riesgo.
Además, la eliminación de programas significaría un retroceso en términos de derechos conquistados tras años de lucha y movilización social. ¿Qué mensaje daría esto a quienes dependen de estas políticas para sobrevivir? ¿Estaría el gobierno dispuesto a asumir las consecuencias tanto sociales como políticas de un movimiento en esa dirección?
Pronunciamiento y debate público
Voces de diversas organizaciones criticaron la posibilidad de que estas políticas puedan ser sometidas a modificaciones sustanciales en términos de alcance o recursos. Sectores académicos y activistas coinciden en que los programas contra la violencia de género son un pilar fundamental para sostener una sociedad inclusiva, democrática y respetuosa de los derechos humanos.
En el debate, también subyacen preguntas sobre las prioridades del ajuste fiscal. ¿Debería el Estado priorizar otros sectores en desmedro de la asistencia a mujeres y minorías afectadas por violencia machista? ¿Qué herramientas alternativas podrían implementarse para evitar recortes en áreas sensibles como esta?
El panorama político y su desenlace
La judicialización de esta cuestión refleja un síntoma mayor sobre las tensiones políticas y económicas que enfrenta el país. En un escenario de restricciones presupuestarias y ajustes en diferentes ámbitos, la persistencia de las políticas de género está bajo un escrutinio creciente. Sin embargo, la decisión de la Justicia pone un límite a cualquier intervención que pueda interpretarse como un retroceso en la defensa de derechos.
La resolución judicial establece un precedente que trasciende la coyuntura actual, enviando un mensaje claro sobre la obligación del Estado en el cumplimiento de sus compromisos en derechos humanos y protección social. No obstante, queda por ver cómo evolucionará el diálogo entre los diferentes poderes del Estado y la sociedad civil ante nuevas tensiones sobre estos temas en el futuro cercano.