El gobernador Axel Kicillof criticó duramente al gobierno de Javier Milei tras el aumento del desempleo al 7,9%. Señaló que este incremento es una prueba del “plan de la derecha” que provoca desigualdad y desempleo. Kicillof busca posicionarse como una alternativa opositora, destacando el impacto negativo en jóvenes y mujeres.
Kicillof arremete contra Milei por el alza en el desempleo: “Todo marcha de acuerdo al plan de la derecha”
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, lanzó duras críticas contra el gobierno de Javier Milei tras conocerse un nuevo aumento del desempleo, que trepó al 7,9% en el primer trimestre del año. Para el mandatario bonaerense, se trata de una evidencia concreta del rumbo que está tomando el país bajo la conducción libertaria, alineado, según sus palabras, con un “plan de la derecha” que conduce a “más desigualdad, menos trabajo y menos producción”.
La declaración se difundió a través de sus redes sociales, luego de que el INDEC publicara los datos oficiales de la Encuesta Permanente de Hogares. El incremento de la desocupación fue de 1,5 puntos porcentuales respecto del trimestre anterior, un salto significativo que, para la gobernación bonaerense, refleja el fracaso del programa económico de Milei.
Kicillof no estuvo solo en el señalamiento: replicó un mensaje de su ministro de Economía, Pablo López, quien afirmó que, desde la asunción del nuevo gobierno, “el mercado de trabajo se está deteriorando a pasos acelerados”, con más de 160.000 nuevos desocupados respecto de 2023 y un crecimiento todavía más marcado de la informalidad laboral, que sumaría 220.000 personas al margen de la legalidad en tan solo un año.
El gobernador elevó el tono con una crítica directa al discurso central del oficialismo: “Dicen que Milei logró el equilibrio y está ordenando la economía. Mentira. Todo marcha según el plan… el plan de la derecha”, disparó. El mensaje fue certero y buscó conectar con un electorado golpeado por la recesión, con especial énfasis en la pérdida del poder adquisitivo y el empleo.
En su análisis, Kicillof apuntó especialmente al impacto en los jóvenes y en las mujeres. Según los datos que citan desde el equipo económico de la provincia, la franja etaria de 14 a 29 años sufrió un golpe aún más duro que el promedio general, con un alza de hasta dos puntos en la tasa de desocupación de mujeres jóvenes. “La falta de oportunidades es alarmante”, dijo López, reforzando el argumento de que el modelo libertario representa una amenaza directa para la inclusión laboral.
La estrategia del mandatario bonaerense responde a una lógica política clara: posicionarse como un contrapeso ideológico y de gestión frente a Milei, y hacerlo en un terreno sensible como lo es el empleo. En Buenos Aires, donde se concentra casi el 40% del padrón electoral, el impacto de la desocupación es un tema central en el debate público. La narrativa de “un modelo que excluye” encuentra en ese electorado un terreno fértil para movilizar a la base peronista y atraer a sectores desencantados con el ajuste nacional.
Los dardos de Kicillof no son aislados ni casuales. Hace apenas unos días, durante una marcha en Plaza de Mayo convocada en defensa de Cristina Kirchner, el gobernador había acusado al oficialismo de avanzar en una deriva autoritaria. En ese acto, cuestionó la actuación del Poder Judicial en el caso Vialidad y alertó sobre un uso excesivo de la fuerza pública para disciplinar la protesta social. El vínculo entre el deterioro económico, el desempleo y el conflicto político forma parte de una narrativa que busca instalar la idea de un proyecto país regresivo y excluyente.
La disputa no está limitada al terreno discursivo. Kicillof también proyecta esta confrontación en clave electoral, ya que enfrenta una interna con sectores del peronismo más cercanos a La Cámpora en la previa de los comicios provinciales. La estrategia apunta a consolidar su liderazgo como representante de una oposición dura a Milei, alineado con una visión de Estado presente y motor de la economía real, en contraste con el ideario de laissez-faire del oficialismo nacional.
En este contexto, las cifras del INDEC son gasolina para su argumentario político. Mientras el Gobierno nacional celebra el superávit fiscal como muestra de estabilización, desde la oposición lo ven como la punta del iceberg de una crisis social en vías de profundización. Kicillof y su entorno reafirman su rechazo al ajuste, sosteniendo que no existe una recuperación real si no se traduce en empleo y desarrollo productivo sostenible.
El escenario se tensa y la batalla por el relato cobra un nuevo capítulo. La macroeconomía del libertario enfrenta ahora el juicio de la microeconomía de la calle, y en esa puja Kicillof busca encarnar una alternativa con volumen político. Lo hace con datos en mano, con la indignación de las redes como vehículo, y con la convicción de que, en un país donde la desigualdad avanza, el mandato de proteger el trabajo puede convertirse en capital electoral efectivo.