La tensión entre Mauricio Macri y Javier Milei agita a Pro, revelando fracturas internas a medida que se acercan las elecciones. Macri critica al oficialismo y busca posicionarse, mientras sectores del partido intentan mantener alianzas con Milei. La batalla por el control político en Buenos Aires se intensifica, complicando la gobernabilidad.
Escalada de tensión entre Macri y Milei desata incertidumbre y fracturas internas en Pro
La batalla por el control político en la ciudad de Buenos Aires ha encendido una guerra fría entre Mauricio Macri y Javier Milei, con profundas repercusiones en el interior de Pro. Mientras el expresidente intensifica sus críticas al Gobierno nacional y se muestra decidido a marcar diferencias con el oficialismo, sectores de su propio partido intentan evitar una ruptura total con La Libertad Avanza. La fractura parece inevitable y deja al descubierto una interna feroz, con acusaciones cruzadas, amenazas veladas y negociaciones en la sombra de cara a las elecciones legislativas de octubre.
El expresidente volvió a pisar el terreno porteño con un fuerte mensaje institucionalista, cuestionando la falta de apego al orden republicano por parte del oficialismo y criticando la designación fallida de candidatos para la Corte Suprema. Su intervención, sin embargo, no hizo más que avivar la incomodidad entre los denominados “acuerdistas” de Pro, quienes buscan una aproximación pragmática con el oficialismo, sobre todo en Buenos Aires, donde todavía se negocia un acuerdo electoral sin sellar.
Dentro de Pro, figuras como Cristian Ritondo y Diego Santilli ya gestionan entendimientos con los emisarios de Karina Milei en la provincia. Ritondo habla con Sebastián Pareja, mientras Santilli negocia con Eduardo “Lule” Menem. La lógica es clara: sin un marco de alianza, Pro corre riesgo de quedar aislado en distritos estratégicos. Pero el endurecimiento discursivo de Macri y su aval a la maniobra del Senado contra los pliegos de Milei han encendido alarmas. “Mauricio tiene que bajar el tono, este nivel de confrontación solo favorece al kirchnerismo”, desliza un operador en la provincia.
La tensión escaló tras la decisión del bloque de Pro en el Senado de brindar quórum y rechazar las propuestas del oficialismo para la Corte. Aunque algunos senadores del macrismo votaron divididos, la jugada fue percibida como una traición por el entorno presidencial. Desde la oficina de Milei se sugirió que los rechazos respondían a intereses personales relacionados con investigaciones judiciales en curso. La reacción libertaria incluyó tuits incendiarios, acusaciones de pactos con Cristina Kirchner y advertencias sobre un quiebre con consecuencias impredecibles.
Macri, mientras tanto, sostiene que lo ocurrido en el Senado fue un acto de responsabilidad institucional. Asegura que avalar una designación por decreto para la Corte hubiera sentado un precedente “catastrófico”. En su entorno, interpretan las críticas libertarias como un cálculo electoral desesperado y remarcan que, según sus encuestas, los votantes antikirchneristas rechazaban ampliamente el perfil de Ariel Lijo. Advierten que atacar a Macri es una estrategia de alto riesgo que podría poner en jaque la endeble gobernabilidad del Ejecutivo.
Internamente, el partido atraviesa una presión creciente. La ruptura con Bullrich y Rodríguez Larreta dejó a Macri malherido pero aún influyente, sostenido por un núcleo leal de diputados y dirigentes con peso territorial. En Buenos Aires, municipios gobernados por intendentes macristas como Pergamino o Junín padecen el avance de las huestes libertarias. Mientras tanto, otras figuras, como Guillermo Montenegro y Ramón Lanús, mantienen un equilibrio estratégico a la espera de definiciones.
La ciudad de Buenos Aires se ha transformado en el núcleo de la disputa. Pro y La Libertad Avanza disputan voto a voto el electorado del cambio. Estrategias divergentes se implementan en paralelo: mientras los libertarios agitan una campaña agresiva con alto impacto simbólico –incluyendo iconografía de la motosierra–, desde Pro intentan desdramatizar la confrontación y centran su mensaje en la gestión municipal. La intención es mantener la contienda dentro de los márgenes del discurso programático y no en el campo de la guerra viral y el barro comunicacional.
En medio de esta escalada, figuras como María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato impulsaron una iniciativa para promover una “campaña limpia”, en un claro intento de anticiparse al fuego cruzado. La propuesta, presentada mientras Manuel Adorni y Karina Milei posaban con los candidatos porteños libertarios, encendió aún más los roces que ya amenazan con desbordarse.
El conflicto dentro de Pro, lejos de apaciguarse, parece profundizarse a medida que se aproxima la elección. Macri busca capitalizar los errores del oficialismo para reposicionarse como garante de institucionalidad, pero corre el riesgo de fracturar el ya frágil esquema de poder que le queda dentro de su partido. Al otro lado, Milei y su entorno observan con desconfianza cualquier gesto del expresidente, a quien perciben más como rival que como aliado estratégico. Con el calendario electoral corriendo y las heridas internas aún abiertas, ambas fuerzas caminan una delgada línea sin red de contención. El desenlace, aún incierto, definirá mucho más que la lista de nombres en una boleta.