El intento de reinstaurar reelecciones indefinidas en el Senado bonaerense fracasó debido a la ausencia estratégica de la senadora Sofía Vannelli, del massismo. Su decisión generó tensiones internas y recriminaciones dentro del oficialismo, mientras que la oposición se rehusó a participar, dejando al gobierno con un costo político significativo.
Las re-reelecciones naufragan en el Senado bonaerense por una jugada clave del massismo
El oficialismo volvió a chocar con sus propios límites. El intento de Unión por la Patria de reinstaurar las reelecciones indefinidas para legisladores bonaerenses quedó sepultado tras fracasar en la obtención del quórum en una sesión que prometía ser el primer hito parlamentario de una nueva configuración de fuerzas. La ausencia estratégica de la senadora Sofía Vannelli, del Frente Renovador, fue suficiente para derrumbar la expectativa oficial y generó una cadena de reproches y recriminaciones internas. La oposición, por su parte, se replegó completamente y confirmó su negativa sin siquiera ocupar las bancas del recinto.
El escenario expuso de forma cruda el equilibrio inestable de las fuerzas políticas en la provincia de Buenos Aires. Con 23 legisladores dispuestos a sesionar, faltó apenas un voto para alcanzar el número mágico: 24. La ausencia de Vannelli no fue un error administrativo ni un problema de salud: fue una decisión política explícita. La legisladora massista no sólo se bajó de la sesión, sino que lo hizo con una fuerte declaración. “Estar en ese recinto para votar esta ley es ser cómplice de un retroceso político. La gente está lejos de estas discusiones, mientras seguimos girando en la rosca de los privilegios”, afirmó en redes sociales, apuntando sin eufemismos a sus propios socios de coalición.
El proyecto había sido impulsado por sectores del peronismo alineados con Cristina Fernández de Kirchner y contaba con el respaldo tácito del gobernador Axel Kicillof, quien pretendía incorporar también a los intendentes dentro de la excepción a los límites de reelección. Hasta último momento hubo negociaciones, llamados cruzados y movimientos tácticos, pero el entramado no alcanzó a llenar las gradas políticas del Senado. Varias voces dentro del oficialismo culpan directamente al massismo, que desde 2016 defiende como bandera la ley que restringe las reelecciones, por dinamitar el consenso interno bajo la excusa ética del “fin de los privilegios”.
“No se puede gobernar una provincia con aliados que juegan de opositores en temas tan estratégicos”, se sinceró una fuente cercana al bloque oficialista minutos después de levantada la fallida sesión. Y no fue un caso aislado. La presidenta del bloque Unión por la Patria, Teresa García, fue más allá y calificó de “cobarde” la actitud de quienes decidieron ausentarse intencionalmente del debate. “No podemos construir gobernabilidad si nos boicoteamos desde adentro”, estalló en diálogo con la prensa, dejando entrever que la tensión entre Kicillof y Sergio Massa ya no se puede camuflar tras comunicados de unidad.
La oposición, mientras tanto, optó por la estrategia de dejar que el oficialismo enfrente solo el costo político del tema. La iniciativa, de alto voltaje institucional, fue leída por Juntos por el Cambio como un intento del peronismo de blindar poder territorial en los municipios y perpetuar liderazgos que, creen, no representan renovación real. “No vamos a ser parte de una maniobra que busca borrar con el codo lo que se escribió con la mano en nombre de la ética pública”, dijo Agustín Maspoli, jefe del bloque radical, reforzando una postura que también responde a presiones internas de intendentes que hoy miran con recelo las negociaciones entre Kicillof y los alcaldes más cercanos a La Cámpora.
El fracaso dejó sin efectos inmediatos, al menos por ahora, uno de los proyectos más discutidos del último tiempo, pero abrió una serie de preguntas incómodas hacia adelante. ¿Qué alcance real tiene hoy Kicillof sobre su propio espacio? ¿Hasta dónde está dispuesto Massa a sostener su política de diferenciación? ¿Volverá el tema a escena antes de fin de año, con algún maquillaje discursivo que disimule su esencia continuista?
En la vereda del oficialismo, la sensación fue de derrota política, más dolorosa por venir desde el interior del propio bloque. Teresa García anticipó que el Frente volverá a insistir con el proyecto cuando se logre el consenso necesario, aunque por lo bajo varios senadores admiten que ese momento no será antes de que se ordenen las piezas de cara a 2027. Puertas adentro, comienza la hora de las rendiciones de cuentas. Y en la política bonaerense —no por primera vez— la diferencia entre quórum y naufragio se mide en una sola silla vacía.