La severa sequía en Argentina desploma las proyecciones de la cosecha de maíz en 4 millones de toneladas y afecta a la soja, mientras la región núcleo enfrenta estrés hídrico crítico. Cultivos, pasturas y economía en jaque, con impactos estructurales que ponen en peligro la agroexportación y agravan la incertidumbre económica.
Sequía devastadora: caen en picada las proyecciones de cosecha y los cultivos sufren las consecuencias en el campo argentino
Impactante caída en la producción de maíz
Las proyecciones de la cosecha de maíz en Argentina sufrieron un duro golpe tras una reducción de 4 millones de toneladas, situándose en niveles alarmantemente bajos. Este recorte confirma que la tan esperada recuperación productiva será difícil de alcanzar en la actual campaña agrícola. Desde las consultoras agropecuarias y los organismos técnicos no dudaron en calificar la situación como una de las peores en años debido a la incidencia directa de la falta de lluvias que afecta a las principales regiones productivas.
En el epicentro de esta crisis se encuentra la región núcleo agrícola, históricamente conocida como “el corazón productivo” del país, que abarca partes de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Los niveles de estrés hídrico registrados en estas zonas están destruyendo no solo el rendimiento esperado de la cosecha, sino que también comprometen la calidad de los cultivos, profundizando la incertidumbre económica para miles de productores.
El panorama de la soja tampoco mejora
No solo el maíz enfrenta tiempos oscuros. La soja, otro de los pilares de la economía agroexportadora argentina, también está mostrando índices desfavorables. Expertos descartan de plano que este año se alcance una campaña normal de este cultivo clave debido al golpe combinado de las altas temperaturas y la sequía prolongada.
La falta de agua ha generado condiciones extremas que, según los últimos informes, han reducido drásticamente el tamaño de las vainas y la cantidad de granos por planta en amplias zonas agrícolas. Esta situación no solo afecta a los balances del sector agropecuario, sino que también podría comprometer los objetivos presupuestarios de la nación, dado el impacto directo que las exportaciones de soja tienen en la entrada de divisas.
Las pasturas, amenazadas por la invasión de malezas
El sector ganadero también se encuentra bajo enorme presión. Las pasturas, que son esenciales para el sustento del ganado, han sufrido un deterioro severo como consecuencia de la falta de lluvias. A lo largo de vastas extensiones del territorio, los pastizales se han secado casi por completo, dando paso a una invasión generalizada de malezas. Esto no solo disminuye la disponibilidad de alimento para el ganado, sino que también incrementa significativamente los costos de producción para los productores ganaderos, quienes deben recurrir a la compra de forraje suplementario.
Federico Saracco, especialista en pasturas de un centro técnico del sur de Santa Fe, sostuvo que “la recuperación de las pasturas podría llevar meses, siempre y cuando lleguen lluvias suficientes en las próximas semanas. Mientras tanto, la situación está generando estrés tanto en los productores como en los animales”.
La región núcleo, en estado crítico
La zona más productiva del país, la región núcleo, enfrenta una de las peores temporadas en términos de rendimiento y recuperación. Los índices pluviométricos actuales reflejan que diciembre y enero han estado muy por debajo de los promedios históricos, una tendencia que no ha mostrado signos de revertirse hasta el momento.
Además, los especialistas advierten que las reservas de humedad acumuladas en los suelos tras las lluvias de primavera han desaparecido completamente. Al respecto, la Bolsa de Comercio de Rosario indicó en su último informe semanal que “la crisis hídrica ya no admite parches: estamos frente a un fenómeno estructural que condicionará los números de la presente campaña y, posiblemente, de la próxima”.
Una tragedia anunciada
Según los meteorólogos, el fenómeno de La Niña, que predomina en esta campaña, ha generado patrones de lluvia anómalos en todo el Cono Sur, siendo Argentina la más afectada. Aunque la expectativa de cambio en las condiciones climáticas hacia el otoño meteorológico ofrece algo de esperanza, los esfuerzos por contener las pérdidas económicas y sociales asociadas a esta sequía ya están en marcha.
El Gobierno nacional junto con las provincias afectadas evalúan diversas medidas de emergencia, desde apoyos financieros a los agricultores hasta la postergación de impuestos. Sin embargo, las organizaciones del sector afirman que estas acciones son insuficientes frente a la magnitud del problema. Javier Azcue, productor de Pergamino, remarcó: “Estamos enfrentando una verdadera catástrofe productiva. Lo que necesitamos son respuestas rápidas y concretas, no promesas de soluciones a largo plazo.”
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