Desde 2011, al menos 150.000 sirios han desaparecido bajo el régimen de Assad, según organizaciones de derechos humanos. Sobrevivientes cuentan escalofriantes relatos de torturas en centros de detención. A pesar de testimonios y documentos, la impunidad persiste mientras las familias siguen en la incertidumbre sobre el destino de sus seres queridos.[Collection]
Sirios revelan torturas bajo el régimen de Assad
Decenas de miles de desaparecidos tras las protestas de 2011
Según organizaciones de derechos humanos, desde el inicio de las protestas antigubernamentales en Siria en 2011, se estima que al menos 150.000 personas han desaparecido. Este alarmante fenómeno ha sido atribuido al régimen del presidente Bashar al-Assad, cuyas fuerzas han sido acusadas de detenciones arbitrarias, torturas sistemáticas y ejecuciones extrajudiciales. Aunque las cifras exactas son difíciles de determinar debido a la opacidad de las operaciones gubernamentales, se cree que muchas víctimas fueron ejecutadas de manera masiva o fallecieron bajo condiciones carcelarias inhumanas.
Durante años, el miedo y la represión mantuvieron en silencio a las víctimas y sus familias. Sin embargo, algunas personas comienzan ahora a romper ese silencio, exponiendo la brutalidad que enfrentaron en centros de detención controlados por el régimen. Estas revelaciones han puesto nuevamente en el centro de atención la crisis humanitaria y las sistemáticas violaciones a los derechos humanos que han caracterizado el conflicto sirio.
Testimonios desgarradores de las víctimas
Los relatos de quienes sobrevivieron a la tortura son escalofriantes. Muchos describen haber sido arrestados arbitrariamente durante redadas en barrios o puestos de control y después trasladados a instalaciones secretas. Allí, dicen, sufrieron palizas, choques eléctricos, asfixias y otras formas de violencia física y psicológica. Algunos han afirmado haber presenciado ejecuciones de compañeros prisioneros o haber visto a detenidos morir por desnutrición o enfermedades no tratadas.
Kasem, un hombre sirio que pasó tres años en detención, relató cómo fue encerrado en una celda abarrotada con otras 50 personas. Afirma que las guardias lo torturaron repetidamente, exigiendo confesiones falsas sobre su participación en actividades antigubernamentales. “En ese momento, no sabía si iba a salir vivo”, confesó. Este es solo uno de cientos de testimonios similares.
Centros de detención: Escenarios de horror
Diversos informes de grupos de derechos humanos, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, han señalado que el régimen sirio utiliza una red de prisiones secretas y centros de detención donde se llevan a cabo estas violaciones. Uno de los más notables es la prisión de Sednaya, ubicada al norte de Damasco, conocida como un auténtico centro de exterminio. En 2017, Amnistía Internacional publicó un informe que detallaba ejecuciones masivas allí, calculando que entre 5.000 y 13.000 personas fueron ejecutadas en Sednaya entre 2011 y 2015.
Según testimonios de exdetenidos, las ejecuciones solían realizarse en secreto, a menudo en medio de la noche. Otros afirman que la deshumanización comienza desde el primer momento: los prisioneros son recibidos con golpizas brutales al ingresar y no tienen acceso a abogados ni juicios justos.
Impunidad y la lucha por la justicia
A pesar de la gravedad de los crímenes documentados, la mayoría de los perpetradores no han enfrentado ninguna consecuencia legal. El régimen de Assad ha negado repetidamente las acusaciones, calificándolas como un complot internacional para desacreditar al gobierno sirio. Sin embargo, múltiples informes y testimonios recopilados por organizaciones internacionales apuntan a que estos actos de violencia y tortura son parte de una política sistemática destinada a silenciar la disidencia.
Algunos sobrevivientes y familiares de las víctimas han recurrido a tribunales internacionales en un intento de buscar justicia. En 2021, por ejemplo, un tribunal alemán condenó a un exoficial sirio por crímenes de lesa humanidad tras ser acusado de torturar a detenidos en Damasco. Aunque este caso es un avance, muchos exiliados y defensores de derechos humanos consideran que aún queda un largo camino por recorrer para responsabilizar a los principales responsables.
El impacto en las familias de los desaparecidos
Además de las víctimas directas, las desapariciones forzadas han dejado cicatrices profundas en las familias. Miles de hogares viven en una incertidumbre constante, sin saber si sus seres queridos están vivos o muertos. Este vacío genera un enorme trauma psicológico y, en muchos casos, una situación económica insostenible debido a la pérdida de los principales sustentadores de las familias.
Lina, una mujer siria cuyo esposo desapareció en 2013, expresó el dolor diario de no tener respuestas. “Es como vivir en una pesadilla interminable. Solo quiero saber si sigue vivo y dónde está”, lamentó. Casos como el suyo reflejan la gravedad y las secuelas humanas de esta política represiva.
La comunidad internacional y la falta de acciones concretas
Aunque la crisis siria ha generado condena mundial, la respuesta internacional ha sido insuficiente para abordar las violaciones a los derechos humanos cometidas dentro del país. Las investigaciones sobre crímenes de lesa humanidad han avanzado lentamente, principalmente debido a la falta de cooperación del régimen sirio y el contexto político internacional, marcado por la influencia de aliados clave del gobierno de Assad, como Rusia e Irán.
Organizaciones de derechos humanos instan a las Naciones Unidas y a la comunidad internacional a implementar mecanismos más efectivos que garanticen justicia para las víctimas. Sin embargo, hasta la fecha, la impunidad sigue siendo la norma, mientras miles de sirios continúan enfrentando un futuro incierto.
Fuente: Sarah El Deeb y Malak Harby