La trágica muerte de Alicia Esther Reina, de 77 años, en un pozo ciego en La Plata, evidencia fallas en infraestructura y abandono estatal. Su deceso, causado por el colapso de una tapa en desuso, resalta la precariedad habitacional y la falta de acciones preventivas por parte de las autoridades ante el deterioro de viviendas.
Una tragedia en La Plata evidencia fallas en infraestructura y abandono estatal
En una escena desesperante que heló a todo un barrio platense, Alicia Esther Reina, de 77 años, fue hallada sin vida dentro de un pozo ciego ubicado en el patio de su vivienda, en calle 33 y Bulevar 83. Su hijo Marcelo, quien se acercó al domicilio con sus dos hijos a buscar a su madre para compartir las Pascuas, se topó con una imagen estremecedora. Según trascendió, la mujer habría caído tras el desmoronamiento de una tapa en desuso, lo que refuerza las sospechas de un fatal accidente doméstico potenciado por el abandono estructural del lugar.
Marcelo tenía llave de la casa y, al no obtener respuesta, ingresó hasta llegar al patio trasero, donde la escena dejó sin reacción a la familia. La víctima se encontraba al fondo de un hueco de poco más de un metro de ancho y metro y medio de profundidad. Tras el llamado al 911, personal policial, médico y de rescate acudió al lugar. Las labores para extraer el cuerpo se extendieron por varias horas debido al riesgo de derrumbe, lo que evidenció lo precario del terreno. La muerte fue confirmada a media mañana por personal sanitario.
Fuentes cercanas a la investigación indicaron que, en apariencia, la causa sería un accidente doméstico producto del colapso de una infraestructura abandonada. En paralelo, la Unidad Funcional de Instrucción N°12 de La Plata tomó intervención bajo una carátula preliminar de “Homicidio Culposo”, mientras se aguardan los resultados de la autopsia y los peritajes en el terreno. Esa definición, aunque legalmente técnica, marca un punto de partida para evaluar si hubo desidia por parte de autoridades o incumplimientos normativos en materia de seguridad habitacional.
El pozo en cuestión, que había estado en desuso por años, representa un símbolo de un problema más profundo: hay decenas de viviendas con estructuras precarias y elementos inactivos mal señalizados o directamente abiertos. A la vista de los analistas locales, el caso pone el acento nuevamente en las zonas donde la planificación urbana nunca terminó de consolidarse y el abandono del Estado municipal, provincial o nacional revela una problemática crónica.
Las autoridades ahora se ven obligadas no sólo a brindar explicaciones a puertas cerradas, sino a repensar el rol de organismos técnicos, como las áreas de infraestructura, salud ambiental y desarrollo social, que funcionan con presupuestos limitados y casi siempre en clave reactiva frente a tragedias ya consumadas. La situación de Reina, una mujer que vivía sola, se había agravado aún más tras enviudar recientemente. Esto le sumó a su situación de vulnerabilidad un componente de abandono afectivo-familiar que también resuena en la trama de la historia.
El silencio del Municipio de La Plata hasta el momento es elocuente. No se informó si existían denuncias previas por el estado de la vivienda ni si había algún control de infraestructura en zonas que sufren deterioro edilicio. La gestión municipal, abocada a disputas de índole política de cara a un año electoral, se ve acometida una vez más por la evidencia de que no hay una presencia efectiva en los barrios donde las redes de seguridad física y social están rotas.
Tras el levantamiento del cuerpo y la recolección de pruebas, entre ellas dos teléfonos celulares y objetos personales de la víctima, los peritos deberán ahora completar un informe técnico de la estructura y evaluar si el pozo, presuntamente cerrado, cumplía con las condiciones de seguridad establecidas. También se anticipó el análisis de muestras del suelo y del agua, lo que podría ser indicativo de contaminación o filtraciones.
Aún sin confirmaciones oficiales sobre si se trató de una negligencia o una falla estructural del propio terreno, la conmoción entre vecinos es total. El barrio, de trama modesta y viviendas viejas construidas entre las décadas del 60 y 80, se transformó en las últimas horas en un centro de reunión informal para despedir a una mujer que, dicen, “vivía tranquila, sin molestar a nadie, pero hacía tiempo que nadie iba a verla”.
El caso Reina se convirtió en reflejo de una cruda realidad: la vida cotidiana en los márgenes de la ciudad puede estar a un paso del colapso —a veces literalmente. Mientras se multiplican las operaciones políticas por parte de distintos actores del oficialismo y oposición a nivel local, la falta de políticas públicas de prevención deja su costo marcado a fuego. Y es en esa fractura entre lo discursivo y la realidad donde, una y otra vez, se pierde una vida sin que nada cambie realmente.