La Albufera de Mar Chiquita, en Buenos Aires, es una laguna costera de agua salada y un ecosistema único, hogar de más de 170 especies de aves. Este destino poco explorado ofrece tranquilidad, belleza natural y una conexión especial entre laguna y mar, invitando a desconectar y reconectar con la naturaleza.
Unión sorprendente: laguna y mar en Buenos Aires
En la provincia de Buenos Aires existe un rincón natural que deslumbra tanto a locales como a turistas, por ofrecer un fenómeno poco común. A diferencia de los clásicos balnearios de la Costa Atlántica, este lugar combina en perfecta armonía la serenidad de una laguna y la inmensidad del mar. Esta peculiaridad lo convierte en una alternativa ideal para quienes buscan disfrutar de la naturaleza desde una perspectiva diferente, lejos del bullicio típico de los destinos más concurridos.
Albufera de Mar Chiquita: un ecosistema único
Ubicada a unos 30 kilómetros al norte de Mar del Plata, la Albufera de Mar Chiquita es la única laguna costera de agua salada en la Argentina. Este ecosistema, catalogado como Reserva de la Biosfera por la UNESCO desde 1996, es el resultado de una estrecha interacción entre el agua dulce que proviene de arroyos y el agua salada que ingresa desde el océano Atlántico. Este fenómeno de integración da lugar a un entorno rico y diverso, que está en constante transformación según las mareas y los caudales estacionales.
La albufera, término que proviene del árabe y significa “pequeño mar”, cubre un área aproximada de 46 kilómetros cuadrados. Aunque su extensión no es monumental, su importancia ecológica es incuestionable. Es hogar de más de 170 especies de aves, entre las que sobresalen flamencos, cisnes de cuello negro y diversas especies migratorias. Además, sus aguas albergan una rica biodiversidad que desempeña un papel clave en los ciclos naturales de la región.
Un destino alejado del turismo masivo
En contraste con balnearios como Mar del Plata, Villa Gesell o Pinamar, la Albufera de Mar Chiquita se mantiene como un destino menos conocido y, en consecuencia, menos explotado turísticamente. Esto permite que los visitantes puedan disfrutar de un paisaje virgen y tranquilo, ideal para actividades como la observación de aves, caminatas al aire libre, pesca deportiva y deportes acuáticos no motorizados. También se ha convertido en un refugio para los amantes de la fotografía, debido a las impactantes postales que regala este entorno natural.
Algunos lugareños que ofrecen paseos fluviales aseguran que “cada visita a la albufera es diferente”. Según comentan, los colores del agua, los movimientos de las aves y la interacción entre la laguna y el mar varían según la hora del día y las condiciones climáticas. Este dinamismo hace que la experiencia sea única para quienes decidan recorrer este rincón encantador de la provincia.
Impacto ambiental y conservación
Si bien la zona está protegida bajo el título de Reserva de la Biosfera, la Albufera de Mar Chiquita enfrenta desafíos en términos de preservación ambiental. La presión urbanística, la influencia de la actividad agrícola en las cercanías y los impactos del turismo, aunque limitado, son algunas de las preocupaciones que encienden las alertas entre especialistas y organizaciones dedicadas al cuidado del medioambiente.
Desde la Secretaría de Ambiente de Buenos Aires han promovido campañas de concientización para educar tanto a locales como a turistas sobre la importancia de cuidar este frágil ecosistema. Entre las medidas implementadas se encuentran la creación de senderos controlados, zonas de acceso restringido y regulaciones sobre la navegación en la laguna. Estas acciones buscan garantizar que este sitio natural pueda ser disfrutado por las futuras generaciones sin comprometer su integridad ecológica.
Cómo llegar y qué esperar
El acceso a la Albufera de Mar Chiquita es relativamente sencillo, tomando la Ruta Provincial N.º 11 desde Mar del Plata en dirección norte. El trayecto es de aproximadamente 40 minutos en automóvil, y a lo largo del camino se pueden observar pequeños pueblos, campos y áreas costeras que anticipan el contacto con la naturaleza.
Una vez en el área, los visitantes encontrarán un entorno simple y rústico, sin grandes complejos turísticos ni infraestructuras imponentes. Esto responde a las políticas de conservación, que buscan minimizar el impacto humano. Sin embargo, hay puntos de servicios básicos como paradores y pequeños restaurantes donde degustar platos locales, con una predominancia de frutos del mar y pescados frescos.
Un rincón para descubrir
La Albufera de Mar Chiquita es un recordatorio del vasto y diverso patrimonio natural que alberga Argentina. Más allá de los destinos masivos, este rincón convoca a quienes buscan desconectar de la rutina y reconectar con la esencia de la naturaleza. Es el espacio perfecto para disfrutar de la calma, aprender del entorno y maravillarse con un fenómeno geográfico que resulta único en su tipo para el país.
Para quienes estén planeando su próxima escapada, este destino en la provincia de Buenos Aires representa una alternativa diferente, donde la unión entre laguna y mar es mucho más que un fenómeno físico: es una invitación a admirar la belleza de lo simple.
Fuente: Candela Nottiy