Corea del Sur vive su peor crisis política en años, con protestas masivas y un estancamiento legislativo. El presidente Yoon Suk-yeol enfrenta resistencia de la oposición y descontento social, mientras que su administración sufre renuncias y divisiones internas. La incertidumbre afecta la economía y la confianza en las instituciones.[Collection]
Caos político en Corea del Sur: Un mes de crisis
Corea del Sur atraviesa una de sus peores crisis políticas en años, marcada por enfrentamientos internos, protestas masivas y el desgaste de las principales instituciones del país. Los últimos 30 días han sido testigos de un estancamiento político sin precedentes, con acusaciones cruzadas entre partidos, preocupaciones sobre el estado de derecho y un creciente descontento en las calles.
Escenario de tensión e incertidumbre
El conflicto comenzó a escalar a principios de diciembre cuando la Asamblea Nacional, dominada mayoritariamente por la oposición, bloqueó varias iniciativas legislativas clave propuestas por el presidente Yoon Suk-yeol. Entre los temas más polémicos están las reformas económicas y judiciales que el mandatario considera críticas para el desarrollo del país. Su gobierno, que asumió el cargo en mayo de 2022, enfrenta cada vez más dificultades para ejercer sus facultades debido a la férrea resistencia parlamentaria del partido opositor, el Partido Democrático.
A medida que las tensiones se intensificaron, miles de ciudadanos tomaron las calles de Seúl y otras ciudades del país. Las protestas, que inicialmente se centraban en demandas específicas como la reducción de la inflación y el aumento de los salarios mínimos, rápidamente derivaron en un rechazo generalizado hacia la clase política coreana. El lema “Justicia y Responsabilidad” se convirtió en un grito común entre los manifestantes, quienes critican tanto al oficialismo como a la oposición por priorizar intereses partidistas por encima del bienestar social.
Renuncias estratégicas y grietas en el oficialismo
En un intento por apaciguar las tensiones, el presidente Yoon realizó cambios en su gabinete el 18 de diciembre, aceptando la renuncia de tres de sus ministros. Uno de ellos fue Choo Kyung-ho, ministro de Economía y Finanzas, quien había sido duramente criticado por su manejo de la recuperación económica tras la pandemia. Sin embargo, estas modificaciones no lograron calmar los ánimos de la población ni unificar las filas del gobierno.
Las divisiones internas dentro del Partido del Poder Popular, al cual pertenece el presidente, también quedaron en evidencia. Altos dirigentes del partido expresaron desacuerdos sobre la estrategia a seguir frente a la crisis y algunas medidas propuestas, incluyendo la reforma judicial, que busca cambiar el sistema de nombramiento de jueces para evitar posibles influencias políticas. Este enfrentamiento interno debilita aún más la capacidad del ejecutivo para gestionar la situación.
El papel de la oposición y las acusaciones de abuso de poder
El Partido Democrático, liderado por Lee Jae-myung, ha utilizado su mayoría parlamentaria para bloquear repetidamente las propuestas de Yoon, aumentando las tensiones en la arena política. Además, el partido opositor acusa al presidente de actuar de manera autoritaria al intentar ampliar los poderes del ejecutivo para sortear los obstructores legislativos.
Por otro lado, sectores cercanos al oficialismo han señalado que Lee Jae-myung enfrenta sus propios cuestionamientos éticos y legales. La fiscalía surcoreana investiga al líder opositor por presunta corrupción durante su mandato como gobernador de Gyeonggi. Aunque él niega las acusaciones, el conflicto añade más incertidumbre al ya inestable panorama político.
Muchos expertos consideran que la polarización actual pone en riesgo la institucionalidad del país. “Las constantes tensiones entre los tres poderes dificultan que Corea del Sur avance en reformas necesarias tanto en el ámbito económico como en el sistema judicial”, comentó el politólogo Park Min-woo, de la Universidad Nacional de Seúl.
Impactos sociales y económicos
El impacto de esta crisis política no se limita al ámbito institucional, ya que han surgido repercusiones significativas en la sociedad y la economía surcoreanas. La Bolsa de Seúl registró caídas significativas en las últimas semanas debido a la incertidumbre política, y el won surcoreano perdió valor frente al dólar estadounidense. Las empresas, especialmente en el sector tecnológico y de exportaciones, han advertido sobre posibles afectaciones si no se logra estabilizar el clima político.
A nivel social, la percepción de desconfianza hacia las autoridades sigue creciendo. Una encuesta realizada por el Instituto Coreano de Opinión Pública reveló que apenas el 28% de la población aprueba la gestión del presidente Yoon, mientras que el 22% tiene una opinión positiva del Partido Democrático, lo que refleja un desencanto generalizado con ambas fuerzas políticas.
Un conflicto sin resolución a la vista
Por el momento, no se vislumbran soluciones concretas para resolver esta crisis. Aunque algunas voces dentro de ambos partidos han sugerido iniciar diálogos para aliviar las tensiones, las posturas intransigentes predominan. Mientras tanto, los ciudadanos siguen movilizándose en las calles para exigir cambios profundos en el sistema político, dejando claro que el núcleo del problema supera esta coyuntura específica.
Corea del Sur, una de las economías más sólidas de Asia y un ejemplo de democracia consolidada en la región, enfrenta uno de los desafíos más duros de los últimos años. Las próximas semanas serán determinantes para ver si su liderazgo político podrá encontrar maneras de superar el actual estancamiento.
Fuente de la información: LA NACION