La crisis interna de La Libertad Avanza se intensifica con denuncias de retornos, expulsiones y luchas de poder. Tensiones entre facciones lideradas por Menem y Caputo revelan un caos estructural, mientras escándalos de corrupción y autorrobos manchan la imagen del partido. A pesar de su discurso de cambio, persisten prácticas cuestionables.
Crece la crisis interna de La Libertad Avanza: denuncias por retornos, expulsiones y guerra digital
Las fisuras dentro de La Libertad Avanza se profundizan. Denuncias por cobro de retornos, prácticas dudosas en la asignación de cargos y una batalla interna que sacude tanto al corazón de la Casa Rosada como a los armados territoriales. El proyecto liderado oficialmente por Javier Milei pero arquitectado en silencio por su hermana Karina, suma escándalos en cadena que evidencian el caos estructural del espacio a nivel nacional. La disputa más aguda enfrenta a dos núcleos poderosos: el aparato encabezado por los Menem –Martín y Eduardo “Lule”– y el equipo digital que responde a Santiago Caputo.
La detonación más reciente de esta guerra de poder sucedió en Junín, donde fue removido Alberto Pascual como referente del PAMI. La jugada reveló no solo tensiones internas sino la creciente influencia de los caputistas sobre algunos cuadros orgánicos. La periodista militante Marina Biagetti denunció haber sido desplazada por su afinidad con el entorno digital libertario, provocando la reacción del tuitero ultraoficialista “Gordo Dan” y una movilización detrás suyo, que incluyó a legisladores bonaerenses como Agustín Romo.
El conflicto de fondo, atribuido por varias fuentes al desorden del armado federal, apunta directamente a Eduardo “Lule” Menem, operador clave en el desarrollo legal y territorial del partido. Se le reprocha el reclutamiento de dirigentes sin peso político ni convicción ideológica. En efecto, la obsesión de Karina por garantizar presencia en todos los distritos llevó al partido a aceptar alfiles de dudosa reputación, cuyas lealtades son ocasionales y sus métodos, cuestionables.
La situación no es aislada. En La Matanza, el histórico distrito peronista del conurbano bonaerense, el referente libertario Fernando Carena denunció el robo de un bolso con dinero, llaves y un celular. Sin embargo, registros de cámaras de seguridad y el testimonio policial invalidaron esa versión: no hubo señales de ingreso forzado ni movimientos sospechosos. Todo indica un autorrobo, sumado a la alerta por la discrecionalidad con la que varias figuras manejan fondos y logística partidaria.
En Avellaneda, el concejal Arnaldo “Pepo” Díaz protagonizó un escándalo filmado en cámara oculta solicitando a un empleado parte de su sueldo. En el registro se lo oye exigir hasta $200 mil, justificando que “nadie llega gratis”. La presión mediática y política lo obligó a renunciar al bloque, pero el golpe al armado libertario en el sur del conurbano fue significativo. Las imágenes lo vinculan indirectamente con una cultura de peaje político que muchos creían desterrada.
La onda expansiva llegó a Misiones, donde el referente territorial Adrián Núñez –designado por Karina y Lule– fue acusado de retener parte de los sueldos de empleados del Anses y del PAMI. La denuncia fue formalizada a través de una carta firmada por 22 militantes locales, quienes exigieron la devolución de los montos sustraídos. Lejos de ser un incidente aislado, el episodio convirtió al radicalismo provincial en opositor directo, cerrando la puerta a cualquier acuerdo electoral con el oficialismo.
Santa Cruz también tiene su propio caso. El presidente del partido libertario en la provincia, Jairo Guzmán, fue acusado por un excolaborador de pedir dinero a una médica vinculada al PAMI para sostener gastos partidarios. Capturas de chats y un audio filtrado donde declara que “todos tenían que poner” terminaron de sellar una denuncia que arrastra a uno de los pocos enclaves patagónicos con presencia libertaria real.
En este contexto, la interna Caputo-Menem escala. Mientras el asesor estrella, con oficina propia en la Casa Rosada, busca construir un “partido de cuadros” con activistas digitales leales, el ala menemista juega a la vieja política: conseguir sellos, aterrizar en municipios y ganar lugares a cualquier precio. Entre medio, el caos. Expulsiones, denuncias, acusaciones cruzadas y una estructura partidaria desbordada por su ambición de crecimiento.
El enroque de Pascual por Mauro Imperatori en Junín fue apenas una muestra de que la tensión no cede. Caputo avanza con su propia tropa: figuras como Nahuel Sotelo en Quilmes, Romo en San Miguel y Lucas “Sagaz” Luna en Tres de Febrero muestran un esquema paralelo de influencia, cada vez más reñido con lo que desarrolla Lule Menem y su red territorial.
En pleno año electoral y con frentes abiertos en varias provincias, La Libertad Avanza exhibe una brutal paradoja: es el partido del orden liberal austero nacido como respuesta anticasta, pero gestiona su estructura con métodos poco transparentes, cuando no sospechosos. La promesa de refundar la política desde sus cimientos convive con prácticas típicas del peor peronismo territorial. Adentro, todos lo saben. Afuera, apenas empieza a notarse.