Donald Trump, al regresar a la Casa Blanca, enfrenta un escenario legislativo favorable con un Congreso y una Corte Suprema conservadora. Sin embargo, los contrapesos del sistema, como divisiones internas entre republicanos y la oposición estatal, sumado a la dinámica de la opinión pública y presiones internacionales, limitarán su capacidad de implementar políticas.
Contrapesos al poder de Trump en la Casa Blanca
Con su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump se encuentra en una posición institucional considerablemente fortalecida. La mayoría en ambas cámaras del Congreso y una Corte Suprema conservadora potencian su capacidad de implementar su agenda, pero también surgen preguntas clave sobre los límites efectivos que enfrentará en este segundo mandato. Aunque cuenta con herramientas significativas, el sistema de contrapesos del gobierno estadounidense sigue siendo un factor esencial.
Poder legislativo alineado: ¿Un cheque en blanco?
La mayoría republicana en la Cámara de Representantes y el Senado otorga a Trump una ventaja crucial para avanzar con leyes y presupuestos alineados con sus prioridades. Sin embargo, el Congreso, incluso bajo control del mismo partido, no siempre actúa como un órgano monolítico. Legisladores republicanos con posturas más moderadas o preocupaciones locales pueden oponerse a decisiones que consideren excesivamente controvertidas o que afecten a sus distritos electorales.
Un ejemplo reciente de esta dinámica se dio durante su primer mandato, cuando un Congreso republicano no logró derogar completamente la Ley de Cuidado de Salud Asequible (Obamacare) debido a divisiones internas. Aunque ahora enfrenta un escenario legislativo aparentemente más favorable, casos similares podrían repetirse, especialmente en políticas que generen alta polarización.
La Corte Suprema: un aliado cauteloso
La actual composición de la Corte Suprema, con una mayoría conservadora de 6-3, se considera como un importante apoyo para Trump y sus iniciativas. Durante su primer mandato, tres de los nueve magistrados fueron nombrados por él; Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett consolidaron el giro hacia la derecha del tribunal. Esto ha sido evidente en decisiones recientes como la restricción del aborto al anular Roe v. Wade o la ampliación de los derechos religiosos en espacios públicos.
No obstante, sería apresurado asumir que la Corte respaldará incondicionalmente todas las decisiones del mandatario. Los jueces conservadores a menudo priorizan principios como el “originalismo” y la autonomía estatal, lo que significa que podrían frenar políticas que consideren demasiado expansivas en el ámbito federal. Por ejemplo, en 2020, la misma corte rechazó varias demandas relacionadas con el intento de Trump por revertir los resultados electorales.
Burocracia y gobiernos locales como barreras
Otro factor clave reside en la burocracia federal y en los gobiernos estatales y locales. La llamada “administración permanente”, compuesta por agencias, departamentos y funcionarios de carrera, puede actuar como barrera hacia cambios radicales. Este fenómeno, conocido como “Estado profundo” por algunos de sus críticos, refleja la dinámica interna de resistencia cuando las directrices presidenciales se perciben como inviables o contrarias a normas establecidas.
Asimismo, los gobiernos estatales y locales, especialmente aquellos dominados por demócratas, pueden dificultar la implementación de políticas federales. Esto fue evidente en los enfrentamientos sobre migración y cambio climático durante su primer mandato, cuando estados como California adoptaron medidas para contrarrestar políticas de Trump, creando un entorno de permanente litigio en el sistema judicial.
El factor de la opinión pública
A pesar de los respaldos institucionales que disfruta, Trump se verá obligado a lidiar con uno de los factores más dinámicos de la política estadounidense: la opinión pública. La naturaleza polarizadora de su figura, aunque moviliza a su base, también despierta oposición entre amplios sectores de la población. Organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación y movimientos sociales representan un contrapeso fuera de las estructuras formales de poder al movilizar protestas y generar presión sobre legisladores o líderes locales.
Además, las elecciones legislativas de medio término (midterms) representan un riesgo constante. Si el descontento social generado por las políticas de Trump se traduce en pérdidas significativas para los republicanos, el equilibrio de poder en el Congreso podría variar, limitando sus iniciativas en la segunda mitad de su mandato.
Impacto internacional y alianzas estratégicas
En el plano global, la postura de Trump como un líder impredecible también será un factor que condicionará su margen de acción. Las relaciones con aliados tradicionales, como la OTAN o la Unión Europea, aún padecen los efectos de su visión “América primero”. Aunque su control doméstico parece robusto, enfrentar aislamiento o presiones diplomáticas podría influir indirectamente en el ámbito interno.
Adicionalmente, actores internacionales como China o Rusia observarán de cerca las decisiones de Trump, evaluando oportunidades para influir en la balanza de poder global. Sus movimientos, por lo tanto, también estarán bajo escrutinio desde la arena internacional, sumando un nivel extra de complejidad a su gobierno.
Fuentes: @angelbermudezy