Cristina Kirchner endurece su postura en el Día del Trabajador, marcando diferencias con Javier Milei y señalando la fractura dentro del peronismo bonaerense. Su discurso, centrado en la unidad y la defensa de derechos, reaviva tensiones entre La Cámpora y el kicillofismo. La lucha por el control del PJ se intensifica hacia 2025.
Día del Trabajador, grieta peronista y mensajes velados: Cristina Kirchner endurece su postura
En una nueva señal en medio de una interna que no cede, Cristina Kirchner eligió el Día del Trabajador para endurecer su discurso y diferenciarse del gobierno de Javier Milei, pero también para marcar la cancha dentro del peronismo bonaerense. La expresidenta publicó un mensaje que, detrás del llamado a la unidad, expuso la fractura al interior del justicialismo, sobre todo con el gobernador Axel Kicillof y su entorno.
El pronunciamiento se dio tras una semana de tensiones en la Legislatura bonaerense, donde se reactivó la pulseada entre dos vertientes históricas del PJ: el aparato territorial que aún responde a Cristina y La Cámpora, y el sector alineado a Kicillof, que busca mayor autonomía política e intenta proyectarse como referencia nacional dentro del espacio. La discusión sobre la eliminación de las PASO y los plazos electorales fue el disparador que reavivó un enfrentamiento latente.
En su mensaje, Cristina calificó como “necesario más que nunca” mantenerse unidos para defender el derecho a una vida digna, con el trabajo como vehículo de progreso. No nombró a nadie, pero los ecos del conflicto interno entre el kicillofismo y La Cámpora retumbaron con fuerza. Insistió en que bajo el gobierno de Milei hay una “intención declarada de arrasar con derechos conquistados”, y utilizó la pérdida del poder adquisitivo como eje de su crítica. Sin embargo, la pelea principal parece darse puertas adentro, entre quienes aspiran a controlar el futuro del peronismo bonaerense y la conducción del PJ.
El reciente episodio en la Legislatura bonaerense dejó en evidencia esa fractura. Andrés “Cuervo” Larroque, ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense y uno de los hombres de confianza de Kicillof, tildó de “extorsión” la maniobra del sector que responde a Máximo Kirchner. Según Larroque, no acompañaron el paquete de leyes en tiempo y forma, generando un desbalance innecesario en la estrategia legislativa del gobernador. La respuesta no tardó: Facundo Tignanelli, jefe del bloque de Unión por la Patria en Diputados, defendió la postura de La Cámpora y acusó soterradamente al Ejecutivo provincial de victimizarse para tapar sus propios errores políticos.
En este tablero frágil, reapareció también Sergio Massa con una intervención medida, pero no menor. “Unidad para construir propuestas que no dejen a nadie atrás”, deslizó en sus redes sociales, un mensaje que puede leerse tanto hacia afuera como hacia adentro. Massa busca seguir vigente como articulador de un espacio que necesita depositar sus esperanzas en una cara creíble, tras la derrota en las elecciones presidenciales.
El armado de listas proyectadas para 2025 aparece como el punto clave del enfrentamiento. Desde La Plata apuntan contra “el dedo” de Cristina como responsable de candidaturas impuestas que resultaron derrotadas, una lectura que circula en el kicillofismo con cada vez menos disimulo. Del otro lado, el kirchnerismo duro reivindica el rol de la expresidenta en la recuperación de la provincia tras la gestión del macrismo y la figura ya erosionada de María Eugenia Vidal.
De hecho, Cristina ya activó su jugada: se mostró dispuesta a encabezar la lista en la estratégica tercera sección electoral, que reúne distritos claves del conurbano como Avellaneda, Berazategui y La Matanza. El movimiento tiene doble interpretación. Por un lado, ratifica presencia territorial donde conserva alta adhesión. Por otro, ejerce presión sobre Kicillof: si quiere mantener la gobernabilidad y evitar una ruptura institucional del espacio, deberá negociar con su mentora política.
El trasfondo de todo esto es un peronismo en tensión permanente, con la amenaza latente de una ruptura que muchos dan por inevitable si no hay puentes entre los sectores. Y con un gobierno libertario que avanza con reformas regresivas para el espacio, ya nadie parece dispuesto a ceder protagonismo. La pulseada continuará mientras el tablero electoral de 2025 tome forma y el peronismo busque reconstruir identidad y unidad en medio de la tormenta.