Javier Milei, tras su victoria en la Ciudad, redefine su estrategia política en Buenos Aires al excluir a Mauricio Macri de sus alianzas en el PRO. Su objetivo es consolidar un bloque libertario hegemónico, desafiando la estructura tradicional y debilitando al macrismo, mientras busca un nuevo liderazgo en la centroderecha.
Milei acelera su juego político en Provincia y corre a Macri del tablero
Javier Milei no esperó ni 24 horas después de su victoria electoral en la Ciudad para redirigir su estrategia hacia el conurbano bonaerense. Con un discurso calculadamente filoso, reveló que negocia una alianza con figuras clave del PRO, aunque con una exclusión notable: Mauricio Macri. Mientras el Presidente habla de expansión y liderazgo, ejecuta una ofensiva directa que busca debilitar al macrismo desde dentro, sumando al armado libertario a actores de peso como Cristian Ritondo y Diego Santilli.
“Ese acuerdo está avanzado independientemente de Macri”, afirmó Milei en una entrevista, dejando en claro que el expresidente no tiene lugar en esta nueva coalición de centroderecha que imagina como un bloque alternativo al kirchnerismo. Las fotografías compartidas en redes y medios, donde aparecen Ritondo, Santilli y legisladores libertarios, no solo documentan estas conversaciones sino que exponen una dinámica interna que pone al partido amarillo al borde de una redefineición forzada.
La estrategia de Milei es clara: consolidar poder territorial en la provincia de Buenos Aires, un bastión decisivo en la política argentina, sumando a los sectores del PRO que aún conservan capacidad operativa, pero que están cada vez más distantes de la conducción de Macri. Guillermo Montenegro, intendente de Mar del Plata, es otro nombre que ya circula cerca del nuevo eje Milei-Ritondo-Santilli. En esa lógica, el Presidente no busca un acuerdo partidario sino absorber músculo político bajo la bandera de La Libertad Avanza.
El trasfondo del conflicto con Macri es más complejo que los ataques personales. Detrás de las frases cortantes —como “quizá deba entender que su momento ya pasó” o “para algunas cosas ya está grande”—, hay una disputa estratégica por hegemonía en el espacio opositor no kirchnerista. En ese tablero, Milei busca reemplazar la figura del expresidente como líder de la centroderecha alineada al mercado. La apuesta no es coyuntural: es una batalla por el largo plazo.
En medio de este reacomodamiento, el respaldo del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, indicó que el alineamiento institucional también se proyecta sobre esta jugada. “Espero que haya quedado claro para el PRO que ir desunidos no tiene sentido”, lanzó, leyendo la victoria en la Ciudad como una señal para nacionalizar la alianza libertaria con los sectores más pragmáticos del macrismo.
La ruptura con Macri se tensionó aún más tras un cruce mediático reciente. El expresidente propuso un supuesto acuerdo retórico, en el que ambos dejarían de criticar a sus entornos. Milei respondió con dureza: “Lo condenable es la acusación a mi entorno, yo no dije nada grave sobre él. Pero si me pega, me voy a defender”. Las declaraciones se multiplicaron tras la publicación de un video con inteligencia artificial que imitaba a Macri bajando a una candidata de su espacio. Desde el histórico café Tortoni, el exmandatario apuntó directamente al asesor presidencial Santiago Caputo, generando una escalada de reproches mutuos.
Para Milei, el PRO es “una herramienta obsoleta”, incapaz de eliminar al kirchnerismo del escenario político. En su visión, ese partido quedó institucionalizado, anquilosado en prácticas del pasado, demasiado parecido al peronismo que dice combatir. Su apuesta es más disruptiva: construir, con restos del PRO y figuras sueltas conservadoras, un bloque libertario hegemónico que dispute la totalidad del espectro de la centroderecha con una retórica antipolítica que sigue conectando con una porción significativa del electorado.
El Presidente no oculta sus pretensiones expansivas: “Vamos a hacer un espacio en el cual todo el espectro de centroderecha estará incluido. Creemos que en la provincia de Buenos Aires vamos a dar otro batacazo”, lanzó con tono desafiante. En sus palabras hay tanto seguridad como presión hacia los actores indecisos de Juntos por el Cambio, que ven cómo se deshilacha el tejido partidario sin una conducción firme.
El tablero político nacional no resiste el viejo eje peronismo-antiperonismo sin modificaciones. Lo que Milei plantea es un nuevo centro de gravedad política que ya no necesita al macrismo para construirse. En ese marco, el expresidente es visto más como un obstáculo táctico que como un aliado estratégico. Y lo que está en juego es mucho más que una eventual elección: es quién ocupará el lugar central en la reorganización de la derecha argentina, en un país donde el mapa ideológico se fractura en silencio.