Jubilados y trabajadores marchan frente al Congreso en protesta contra el ajuste económico y la represión del gobierno de Javier Milei. La movilización, que incluye a sindicatos y estudiantes, refleja un creciente malestar social, pidiendo el cese de los recortes y el respeto a los derechos de todos. La resistencia no se detiene.“`html
Bronca en las calles: jubilados y trabajadores marchan contra el ajuste y la represión
El malestar crece y la convocatoria de los jubilados para movilizarse frente al Congreso suma cada vez más adhesiones. No es un reclamo aislado: trabajadores de distintos sectores, estudiantes y militantes de derechos humanos se suman a una protesta que simboliza la resistencia contra el ajuste económico impuesto por el gobierno y la represión dirigida a quienes se animan a desafiarlo en la calle. Las razones para asistir abundan y reflejan un panorama explosivo.
El ataque a los jubilados es brutal. Recortes en sus haberes, aumento en el precio de los medicamentos y despidos en PAMI configuran un cuadro de asfixia para un sector golpeado históricamente. El Ejecutivo de Javier Milei empuja activamente a miles de jubilados a una situación de indigencia. La moratoria previsional, que permitió a muchos acceder a una jubilación, está al borde de su fin sin indicios de una prórroga. La orden del FMI es clara: más ajuste. Pero en la calle se escuchan otras voces.
Las imágenes de la policía reprimiendo a jubilados en marchas anteriores siguen frescas. Gases lacrimógenos, camiones hidrantes y detenciones arbitrarias marcaron jornadas previas de protesta lideradas por un sector que, lejos de intimidarse, vuelve a la calle para no ceder sus derechos. Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, enfrenta cuestionamientos por la violencia ejercida contra manifestantes pacíficos. Cientos de personalidades de la cultura y referentes políticos firmaron un petitorio exigiendo el cese de la represión y el respeto por el derecho a manifestarse.
La indignación no queda solo en los jubilados. Trabajadores ferroviarios, docentes, aeronáuticos, del neumático, de la alimentación y del Astillero Río Santiago llamaron a sumarse a la movilización. La solidaridad entre sectores en conflicto cobra fuerza en un contexto donde los sindicatos tradicionales han optado por la pasividad. La CGT, presionada desde abajo, anunció un paro… pero recién para abril. El mensaje desde las bases es claro: la pelea es ahora.
El trasfondo de la protesta excede la cuestión previsional. La movilización también se opone al acuerdo con el FMI que el gobierno busca blindar con una sesión clave en la Cámara de Diputados. El endeudamiento como política de Estado se sostiene con el aval mayoritario del Congreso, donde incluso sectores autoproclamados opositores encuentran formas de garantizar la gobernabilidad de Milei. Sin embargo, en la calle no se debate gobernabilidad, se debate sobrevivencia.
Mientras el oficialismo se aferra a su programa de shock económico, la protesta crece en magnitud y contenidos. Se trata de algo más que pensionados reclamando por sus haberes; es el reflejo del hartazgo ante un modelo de ajuste estructural que golpea de lleno al pueblo trabajador. La movilización masiva, con la unidad de jubilados, trabajadores, estudiantes y el movimiento de mujeres, marca el pulso de una resistencia que gana en fuerza mientras afila sus demandas. El miércoles, el Congreso será el epicentro de un mensaje claro: la calle no se rinde.
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