Las acciones argentinas en Wall Street repuntaron tras el acuerdo con el FMI y el levantamiento del cepo cambiario. Los inversores muestran un renovado interés por los activos locales. A medida que se redefinen las metas fiscales y se mejora la política monetaria, se percibe una posible estabilidad financiera en el país.
Acciones argentinas repuntan en Wall Street tras acuerdo con el FMI y fin del cepo
En una semana marcada por el levantamiento de restricciones cambiarias y el cierre formal del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, los activos argentinos que cotizan en Wall Street mostraron un fuerte repunte. Pese al feriado local que mantuvo cerrados los mercados porteños, las acciones y bonos argentinos se negociaron al alza, impulsados por un renovado apetito inversor motivado por el giro en la política económica del gobierno de Javier Milei.
El podio bursátil de la jornada se lo llevaron IRSA con un 4,7% de suba, Cresud con un 3,6% y Grupo Financiero Galicia, que avanzó un 3,2%. La recomposición del portafolio de inversores internacionales refleja no sólo un fuerte cambio de expectativas respecto al rumbo macroeconómico, sino también una toma de posición táctica ante lo que podría ser una ventana de estabilidad financiera que no se veía desde hace años en la plaza argentina. Esta suba de los ADR (acciones de empresas argentinas que cotizan en Estados Unidos) acompaña al movimiento en los bonos soberanos en dólares, que treparon en promedio un 0,5%.
El operador financiero Gustavo Ber explicó que este cambio de tendencia en la demanda de activos argentinos responde a una expectativa de mayor certidumbre tras el acuerdo con el FMI, que según lo firmado aseguran desembolsos por 20.000 millones de dólares entre 2025 y 2027. “Hay más interés por títulos largos, ya que podrían capturar una mayor compresión del riesgo país si se mantiene la hoja de ruta del gobierno”, analizó Ber. El indicador de riesgo país, construido por JP Morgan, continúa en niveles superiores a los 700 puntos, aunque estimaciones del Fondo sugieren que podría reducirse incluso a 500 puntos hacia 2026.
El reforzado respaldo multilateral se alinea con la redefinición de metas fiscales, el sinceramiento de precios relativos y una política monetaria más contractiva que, según el Ejecutivo, busca recuperar el equilibrio externo sin recurrir a controles distorsivos ni intervenciones masivas. La normalización del tipo de cambio, tras años de cepo, fue interpretada por el mercado como una decisión política de alta intensidad, que buscaría quebrar con el régimen de atraso cambiario y fomentar el ingreso de divisas por exportaciones e inversiones.
La señal no pasó desapercibida para los fondos internacionales. En ese contexto, los bonos más largos emergen como los favoritos, ya que su precio actual refleja escenarios de incumplimiento que, al menos por ahora, el Ejecutivo logra disipar. La idea de que la Argentina vuelva al mercado global de deuda en 2026 para refinanciar vencimientos privados gana tracción, aunque queda atada a variables aún volátiles: consolidación política, baja sostenida de la inflación y freno firme al gasto público.
La lectura internacional es clara. Con una Reserva Federal aún lidiando con tensiones internas —agravadas por las críticas del expresidente Donald Trump al actual titular del organismo, Jerome Powell—, el capital financiero global mira con atención apuestas emergentes fuera del radar clásico. Y Argentina, con activos tardíamente valorizados, se posiciona en ese radar. “El contexto global, algo más relajado tras meses de tensión comercial, también juega a favor”, reconocen en las mesas de dinero de Nueva York.
La cotización de los índices bursátiles estadounidenses reflejó esa inestabilidad. Mientras el Nasdaq se mantuvo neutro y el S&P 500 cerró con una leve suba del 0,1%, el Dow Jones perdió un 1,3%. En contraste, los papeles argentinos avanzaron decididamente, sostenidos más por una corrección interna a los nuevos fundamentos económicos que por una ola ascendente de los mercados desarrollados.
El momento económico podría ser efímero si no encuentra validación política en las próximas elecciones legislativas. Sin embargo, en el corto plazo, la narrativa gana profundidad. En el Palacio de Hacienda, admiten que no hay margen para errores. La apuesta es que el ordenamiento fiscal y el fin de la distorsión cambiaria permitan estabilizar precios, alentar exportaciones y recuperar la confianza que el mundo financiero perdió hace décadas. En esa hoja de ruta se ancla el nuevo ciclo que el gobierno busca instalar. Un ciclo que, si bien observan con cautela, inversores están empezando a comprar.
La confianza del exterior mide la sostenibilidad del nuevo rumbo económico
Bajo este renovado esquema, el mercado comienza a mirar con otros ojos los activos argentinos. Pero el proceso está lejos de consolidarse. Las valuaciones aún castigan a las empresas locales por el pasado reciente de defaults, controles y desequilibrios. Milei enfrenta el desafío de demostrar que el nuevo curso económico no sólo es drástico, sino también duradero. El rally de esta semana puede ser una prueba inicial de confianza, pero su sostenimiento dependerá de una coordinación entre anclaje fiscal, estabilidad de precios y fluidez política. El círculo virtuoso aún está en construcción, aunque por primera vez en años, el mercado parece dispuesto a apostar que es posible cerrarlo.