La restitución del suministro de GNC en Argentina inicia gradualmente, según la Confederación de Expendedores de Combustibles (Cecha). La demanda aumentada por la ola polar ha evidenciado la fragilidad del sistema energético. Sin políticas integrales, el país enfrenta crisis repetidas, afectando a usuarios y pequeñas estaciones de servicio.
Paulatina restitución del GNC: el sistema energético tensionado por la ola polar
El corte en el suministro de GNC que afectó a estaciones de servicio en todo el país comienza a revertirse, según confirmó la Confederación de Expendedores de Combustibles (Cecha). Aunque originalmente se preveía que la normalización arrancara a las 14, el proceso fue adelantado para beneficio de los sectores más urgidos por el desabastecimiento. La recuperación del suministro será progresiva y por regiones, reflejando las desigualdades estructurales del sistema energético argentino.
Isabelino Rodríguez, presidente de Cecha, explicó que la restitución alcanza inicialmente a aquellas estaciones con contratos firmes y semifirmes. Para el resto, especialmente las estaciones interrumpibles, la situación sigue siendo incierta, condicionada por la infraestructura local, la demanda y las restricciones de red. “Anoche a las 23 horas se levantó en Cuyo”, afirmó Rodríguez, en referencia al restablecimiento parcial en esa zona del país, uno de los corredores energéticos más vulnerables.
En varias jurisdicciones, como Mar del Plata, toda la oferta de GNC está configurada en modalidad interrumpible, lo que condiciona la continuidad del servicio al menor cambio en la disponibilidad de gas en el sistema nacional. Cecha maneja con cautela los porcentajes de afectación, pero se estima que la última ola polar puso al límite las reservas y la capacidad operativa del sistema de distribución, visibilizando una debilidad que se repite cada invierno, y sobre la que la política energética nacional no logra ofrecer una solución estructural.
La situación climatológica tuvo un rol determinante. El aumento de la demanda residencial producto de las bajas temperaturas obligó a tomar decisiones de emergencia: privilegiar a los hogares frente a actividades productivas o el transporte. Las industrias soportaron restricciones imprevistas, taxis y flotas de distribución redujeron su movilidad, y la presión al Gobierno creció. En Córdoba, por ejemplo, la menor disponibilidad de GNC se reflejó en las calles: menos taxis en circulación y tiempos de espera prolongados, especialmente en zonas clave como la terminal de Ómnibus.
Detrás de la decisión de restablecer parcialmente el servicio se juega también una pulseada entre las empresas distribuidoras, el Estado y los usuarios. La segmentación de contratos (firmes, semifirmes e interrumpibles) opera como una herramienta técnica, pero también política. Define prioridades y revela qué actores tienen más capacidad de presión o mayor respaldo institucional. Las estaciones con contratos firmes suelen ser las que abastecen a flotas de transporte bajo regulación estatal o están alineadas con lobbies empresariales estratégicos.
La imprevisibilidad en la provisión de GNC en épocas de frío no es novedad. Cada año repite un mismo patrón: la demanda residencial escala, el sistema colapsa, y las decisiones se toman tarde. La infraestructura, desde los gasoductos hasta los centros de compresión, opera al límite. La planificación energética no ha logrado cerrar la brecha entre previsión y capacidad real, y las consecuencias las pagan los usuarios más vulnerables del esquema contractual.
El Gobierno nacional enfrenta un dilema de fondo. La expansión de Vaca Muerta no logró aún traducirse en una matriz energética más robusta, y aunque el Gasoducto Néstor Kirchner prometía aliviar estos cuellos de botella, su impacto en la práctica sigue siendo modesto frente a picos de consumo como los ocurridos esta semana. Además, la falta de incentivos para la reconversión energética en el transporte —especialmente el público— agrava la dependencia del GNC en contextos críticos.
Rodríguez sintetizó el sentimiento dominante en el sector: incertidumbre. “Estamos todos esperanzados en que la cosa vaya para bien”, declaró, aludiendo más a una fe resignada que a una certeza técnica. En términos económicos y operativos, cada jornada sin GNC implica una pérdida para los pequeños empresarios de estaciones de servicio, un retroceso para sectores intensivos en logística, y una demostración de que la matriz energética nacional es cada vez más frágil cuando más se la necesita.
La recuperación del servicio de GNC es una medida necesaria, pero no una solución real. A falta de políticas energéticas integrales que contemplen estas crisis recurrentes, la Argentina seguirá moviéndose entre parches, cuadros de emergencia y esperanzas que, invierno tras invierno, resultan insuficientes.