La limpieza en Buenos Aires enfrenta serios desafíos, con una creciente acumulación de basura y espacios públicos deteriorados. A pesar de un presupuesto elevado, menos del 50% se invierte en mantenimiento. Ciudadanos critican el enfoque del gobierno en temas como la situación de las personas en la calle, dejando de lado la limpieza urbana.
Desafíos de limpieza en Buenos Aires hoy
La promesa de “orden y limpieza” contrasta con la realidad
En el corazón de Buenos Aires, particularmente en el distrito más rico del país, la desazón se hace evidente entre vecinos y transeúntes. Si bien la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha sido históricamente promovida como un modelo de organización y cuidado urbano, en los últimos meses los ciudadanos no dejan de notar una creciente acumulación de basura en las calles, espacios públicos deteriorados y un abandono generalizado del mantenimiento urbano. Esta realidad resulta especialmente llamativa dado que el distrito cuenta con un presupuesto significativo, pero que, según varios informes, enfrenta una fuerte subejecución en obras y limpieza.
El gobierno de la Ciudad, bajo la gestión de Jorge Macri, enfrenta cuestionamientos por dirigir sus mayores esfuerzos en medidas vinculadas a las personas en situación de calle, dejando de lado el mantenimiento urbano prometido. Esto refleja un desequilibrio en las prioridades que recuerda a los recurrentes debates ciudadanos sobre los lugares más imperiosos de intervención en el presupuesto de una de las ciudades más importantes de Latinoamérica.
El contraste entre el presupuesto y los resultados visibles
El distrito porteño tiene una de las asignaciones presupuestarias más elevadas del país: para 2023, se estimó un gasto público que ronda los $2.1 billones de pesos. Sin embargo, varios análisis han señalado que rubros críticos como el mantenimiento, limpieza y prestaciones esenciales están siendo subejecutados de manera preocupante. Según informes de organizaciones locales, al cierre del primer semestre del año, la ejecución del presupuesto destinado al mantenimiento y reparación de la infraestructura de la ciudad no alcanzaba el 50%.
Mientras tanto, las imágenes de veredas rotas, plazas mal cuidadas y contenedores desbordados forman parte del paisaje diario de porteños y turistas. Esto, paradójicamente, en una urbe que basa parte importante de su identidad en ser un centro turístico atractivo, con barrios icónicos como Recoleta, Puerto Madero o Palermo, ahora blanco de críticas por la evidente desidia en su mantenimiento.
Críticas y decisiones controvertidas
El abordaje del gobierno de Jorge Macri en el primer tramo de su gestión ha enfocado gran parte de sus esfuerzos legislativos y ejecutivos en las personas en situación de calle. Diversas organizaciones sociales han señalado que las políticas del gobierno porteño han mostrado un sesgo punitivo hacia esta población vulnerable. Entre las medidas adoptadas, han sido recurrentes los desalojos de espacios públicos ocupados por quienes se encuentran sin vivienda estable, así como las restricciones para el armado de refugios temporales en calles o parques.
Si bien estas decisiones son defendidas por el oficialismo bajo el argumento de “recuperar la ciudad para los vecinos”, opositores y especialistas han señalado que estas acciones distan de ser soluciones reales al problema de la falta de viviendas. Mientras tanto, esta prioridad en desalojos contrasta notablemente con la falta de intervenciones en la limpieza básica y la reparación de infraestructura urbana, provocando el descontento visible de diversos sectores sociales.
La percepción pública y sus consecuencias
Los ciudadanos no solo han expresado su malestar en redes sociales, sino también en encuestas realizadas por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. Según los resultados de una consulta realizada en junio de 2023, un 68% de los consultados considera que la limpieza de la ciudad ha empeorado con respecto al año anterior. Además, un 54% cree que hay una priorización inadecuada de los recursos, destacando que el enfoque del gobierno debería estar más orientado a la mejora del espacio público.
“La realidad es que cada día da más vergüenza vivir en una ciudad en estas condiciones. Buenos Aires históricamente fue una ciudad que se destacó en la región por su mantenimiento, pero ahora vemos basura acumulada, veredas destrozadas y una falta de cuidado general”, expresó Karen Gómez, una vecina del barrio de Caballito, al ser entrevistada por un medio local.
El contexto político y presupuestario
Jorge Macri asumió la jefatura de gobierno porteño como parte de una continuidad del modelo PRO que lleva más de quince años en el poder en la Ciudad. Su promesa electoral de mantener el estándar de “orden y limpieza” popularizado por sus antecesores —Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta— parece, al día de hoy, tambalear en términos de percepción pública.
Además, la situación se presenta en un marco más amplio de crisis económica nacional que no puede quedar fuera del análisis. La escalada inflacionaria, la baja del poder adquisitivo y el creciente índice de pobreza también configuran un escenario complicado incluso para la administración porteña, que cuenta con ingresos propios y autonomía financiera.
Con todo, las organizaciones encargadas de evaluar la eficiencia del gasto público remarcan que la subejecución presupuestaria no está directamente vinculada a la falta de recursos, sino a decisiones políticas sobre qué se prioriza en materia de inversión. Así, la limpieza urbana y el mantenimiento general se han visto relegados en favor de otras áreas, generando un impacto visible en la calidad de vida de los vecinos.
Conclusiones de expertos
Desde el ámbito académico, sociólogos y urbanistas coinciden en que el mantenimiento de una ciudad como Buenos Aires depende no solo de recursos económicos, sino también de un compromiso sostenido con la planificación estratégica. “Es preocupante cuando los gobiernos optan por medidas coyunturales y descuidan aspectos tan básicos pero fundamentales como el mantenimiento urbano. Esto no solo afecta la imagen de la ciudad, sino también la vida cotidiana de quienes la habitan”, explica Raúl Ferreyra, docente en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA.
Frente a un escenario de estas características, se vuelve inevitable replantear las prioridades y los enfoques de gestión. La sensación de abandono, retratada tanto en fotos como en testimonios, se mantiene como un recordatorio silencioso del desafío aún pendiente: devolverle a Buenos Aires la imagen que alguna vez fue motivo de orgullo para sus habitantes.
Fuente: @tiempoargy