El ministro de Economía, Luis Caputo, anunció que en breve se revelará una medida para impulsar el uso de dólares en la economía, anticipando que sorprenderá al público. En un contexto de reformas, Caputo enfatizó la necesidad de remonetización y la confianza como clave para enfrentar la inflación y recuperar inversiones.
Caputo prepara una medida para dolarizar más la economía y afirma que “va a sorprender”
En un discurso cuidadosamente calibrado ante empresarios, economistas y referentes del mundo financiero, el ministro de Economía, Luis Caputo, encendió una nueva señal de orientación para el rumbo económico del gobierno de Javier Milei. El escenario elegido fue Expo EFI 2025, una de las convenciones más importantes del sector. Allí, el titular del Palacio de Hacienda adelantó que en las próximas semanas se anunciará una medida para fomentar el uso de dólares en la economía, anticipando que será una política “que va a sorprender”. Aunque evitó dar precisiones técnicas, la frase dejó flotando la idea de que el Ejecutivo se encamina a una nueva fase de profundización del esquema bimonetario.
Caputo no improvisó. El mensaje fue político y económico al mismo tiempo. Primero repasó su propia hoja de ruta: enfatizó que las dos primeras etapas del plan económico de Milei —eliminación del déficit fiscal y del cuasi fiscal por emisión monetaria— permitieron no solo estabilizar sino generar crecimiento. “Reducimos el déficit fiscal en 5 puntos y el cuasifiscal en 10; eso permitió que la economía creciera un 6%, que los salarios reales subieran casi un 15% y que 10 millones de personas salieran de la pobreza”, afirmó, apuntando directamente al corazón de las críticas sobre la viabilidad social del ajuste.
El trasfondo del relato hace ruido en sectores que observan con escepticismo el deterioro en indicadores de consumo, confianza y empleo en algunos rubros. Incluso dentro del oficialismo comienzan a notarse diferencias sobre la velocidad de las reformas y su impacto electoral. Sin embargo, Caputo redobló la apuesta. Sostuvo que “el ajuste era el modelo kirchnerista” y defendió con firmeza el enfoque del gobierno: menos gasto, menos emisión y liberación del crédito bancario hacia el sector privado. “Hemos devuelto los recursos al sector monetario. Hoy los bancos prefieren prestarle al sector privado antes que financiar al Estado”, disparó.
El ministro también anticipó que terminó la fase de ajuste duro. Se abre, según su visión, una tercera etapa centrada en la remonetización de la economía y la salida definitiva del cepo cambiario. Para eso, puso en valor el acuerdo con el FMI por US$ 20.000 millones, una cifra insólita en términos de liquidez, que habría servido para recapitalizar al Banco Central y enviar señales de fortaleza. En ese marco, la nueva ofensiva con medidas dolarizadoras toma sentido no sólo económico sino político.
Caputo cree que el mayor enemigo hoy es la desconfianza. Aseguró ante el auditorio que “la comunicación ha pasado a ser un gran desafío” en un país marcado por frustraciones cíclicas. Insistió en que la inflación dejará de tener fundamento y que la tendencia de los precios ya comenzó a revertirse. “Hoy no tiene sentido económico que haya inflación, la inflación va a colapsar, incluso los precios van a bajar”, enfatizó frente a quienes aún dudan de la sostenibilidad del esquema actual.
En la misma línea, pidió al sector privado cambiar el chip sobre rentabilidad y riesgo. “En Argentina no ha habido inversión durante años. Era más negocio manejar la plata que producir. Eso se terminó. Tenemos que volver a la eficiencia y a entender que los retornos ya no serán los de antes. Hoy somos uno de los cinco mejores alumnos del mundo para el FMI”, se jactó. El mensaje fue claro: se acabó la “Argentina regalada” del dólar a precio político y de las industrias protegidas. En cambio, defendió una economía abierta, competitiva y con salarios en dólares razonables donde “no sea raro que una familia media veranee en Brasil”.
La clave para sostener ese modelo, dijo, es la remonetización. Allí dejó caer su anuncio más resonante: en los próximos días lanzarán una medida que incentivará el uso de dólares. Si bien no reveló detalles, la frase habilitó especulaciones sobre nuevos instrumentos financieros, mecanismos fiscales dolarizados o incluso una profundización de la legalización del uso cotidiano del billete estadounidense. En cualquier caso, no se trata de una dolarización formal, pero sí de un paso más hacia el régimen de competencia de monedas que Milei y su entorno promueven desde la campaña.
La señal es política. El gobierno quiere mostrar control, voluntad de cambio y resultados inmediatos ante un electorado impaciente. Por eso también se trabaja en postergar las reformas estructurales más profundas —fiscal, laboral y previsional— hasta lograr cierta estabilidad. Caputo dejó claro que están en agenda, pero dependerán de la coyuntura política. “Son necesarias, pero las debe decidir la política”, remarcó, marcando prudencia frente a un Congreso aún escéptico.
El ministro cerró con un mensaje a los que todavía dudan. “Estamos en una situación que no hemos visto nunca. Pero esta vez, si hacemos las cosas bien, vamos a salir. La diferencia es que por primera vez no escondemos la realidad debajo de la alfombra”. Con él en escena, y el guiño del FMI en el bolsillo, el gobierno muestra su carta fuerte: la confianza ciega en su programa económico, aunque el margen de error sea mínimo.