Intendentes peronistas presionan a Kicillof para desdoblar las elecciones provinciales de las nacionales. Con el respaldo de 45 jefes comunales, buscan evitar confusiones en el voto. La decisión del gobernador es anticipada con resistencia interna, destacando un desafío estratégico y político crucial para el peronismo bonaerense.
Intendentes del peronismo presionan a Kicillof por el desdoblamiento electoral
El mapa interno del peronismo en la provincia de Buenos Aires se tensó aún más tras el pedido formal de 45 intendentes para que Axel Kicillof fije una fecha de elecciones provinciales distinta a la nacional del 26 de octubre. Con la firma de jefes comunales alineados con el gobernador dentro del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), la propuesta busca adelantarse a las presidenciales y evitar una confusión operativa producto de un escenario con elecciones “concurrentes” y boletas diferenciadas.
La nota fue redactada tras una semana de reuniones políticas en las que Kicillof tomó el pulso de distintos sectores. Entre los firmantes hay nombres pesados del conurbano bonaerense como Fernando Espinoza (La Matanza), Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Julio Alak (La Plata), además de apoyos “sorpresa” como los opositores Gilberto Alegre (General Villegas) y Guillermo Britos (Chivilcoy), o Sergio Bordoni (Tornquist), alineado hasta hace poco con el Frente Renovador. El total de adhesiones al desdoblamiento, contando también el pronunciamiento previo de los 27 intendentes de la UCR, supera los 70 sobre 135 distritos.
La movida representa un fuerte respaldo político a Kicillof pero también lo coloca en una encrucijada. El gobernador había dejado trascender su simpatía con un calendario propio para la provincia, pero enfrenta resistencias dentro de su propio frente. Legisladores identificados con el espacio de Cristina Kirchner impulsaron un proyecto para suspender las PASO y establecer elecciones concurrentes, lo que provocó fricciones frontales con el Ejecutivo bonaerense.
El argumento central de los intendentes es operativo pero también político. El comunicado que le presentaron a Kicillof sostiene que “los cambios imprevistos, además de generar confusión, plantean una complejidad sin precedentes: dos modalidades de votación, dos urnas y boletas distintas”. El texto plantea que tal escenario afectaría la transparencia del proceso electoral y reduciría la participación ciudadana. La solución, concluyen, pasa por desdoblar los comicios provinciales y municipales de los nacionales.
Kicillof acusó recibo. Aunque aún no tomó una decisión definitiva, en declaraciones públicas reconoció que escucha “las posiciones de los distintos sectores políticos”, remarcando que no se trata solo de una disputa intra peronista. Desde Tornquist, advirtió que su responsabilidad es “organizar una elección que refleje las necesidades de cada distrito”. En paralelo, mantiene reuniones reservadas que buscan descomprimir la tensión creciente hacia dentro del oficialismo.
En el trasfondo, el desdoblamiento electoral no es una novedad en la provincia, pero su reapertura evidencia las fracturas entre los distintos subespacios del peronismo. El MDF —estructura territorial comandada por Kicillof— empieza a consolidarse como un actor autónomo, capaz de articular poder territorial propio aún frente a la influencia de figuras como Máximo Kirchner. Justamente, el primero de los encuentros de peso de la semana fue entre Kicillof, Máximo y Sergio Massa, también afectado por el debate.
El operativo intensidad continuó en la Legislatura bonaerense, donde representantes de todas las tribus peronistas sentaron posiciones cruzadas. El miércoles, los legisladores del MDF se reunieron con funcionarios del gobernador en lo que denominaron “mesa de organización política”. El jueves, fue el turno del ala de Patria Grande: Juan Grabois, Natalia Zaracho, Itaí Hagman, Ofelia Fernández y otros referentes del espacio se sentaron con Kicillof y dos de sus ministros. Tras ese encuentro, Patria Grande se expresó firmemente contra el desdoblamiento, argumentando la necesidad de una disputa unificada “contra el saqueo nacional”.
En las conversaciones, el gobernador dejó en claro que tiene la potestad constitucional para definir el cronograma electoral. Pero las facciones internas lo ven no solo como un tema técnico, sino como una jugada estratégica con impacto en la composición futura del poder bonaerense. El temor de algunos sectores kirchneristas es que una boleta separada del ámbito nacional debilite la tracción del voto conjunto y erosione el margen de negociación política a nivel nacional.
La demanda de los intendentes también apunta a recuperar centralidad en la disputa electoral. El contexto económico y social, sumado al desgaste del gobierno nacional, hace prever un proceso áspero en octubre. Separar la elección permitiría a los alcaldes provinciales despegarse de eventuales crisis a nivel nacional y construir su propio escudo político. Ese clivaje de intereses explica por qué incluso intendentes sin afinidad directa con Kicillof, como los radicales, coinciden en apoyar el desdoblamiento.
En definitiva, la presión sobre Kicillof ya no proviene solo de su base propia, sino de todo el arco político bonaerense. La decisión final no solo impactará en la fecha de los comicios, sino también en la arquitectura estratégica de Unión por la Patria de cara a un 2025 que se anticipa convulsionado.