La fractura en el radicalismo mendocino intensifica su pugna por el control de candidaturas, con Alfredo Cornejo y Luis Petri enfrentados tras el reciente Congreso Partidario. Mientras Cornejo busca cohesión, Petri organiza su propio evento, marcando una lucha política que anticipa la gobernación de Mendoza en 2027.
Cornejo y Petri, una interna radical que ya juega por el poder en 2027
La fractura en el radicalismo mendocino dejó de ser un rumor para convertirse en una disputa a cielo abierto. Mientras la marea violeta gana espacio en los centros urbanos gracias al ascenso de La Libertad Avanza, la relación entre el gobernador Alfredo Cornejo y el ministro de Defensa, Luis Petri, atraviesa su momento de mayor tensión desde las PASO de 2023. La reciente realización del Congreso Partidario provincial expuso un enfrentamiento directo por el control de las candidaturas para las elecciones legislativas de octubre, revelando una pugna que no solo mira al presente, sino que ya proyecta la gobernación de Mendoza de 2027.
Petri, que obtuvo el 40% en la interna contra Cornejo hace poco menos de dos años y luego fue candidato a vicepresidente de Patricia Bullrich, se considera con suficiente capital político para tener poder de fuego en el armado de listas. Sin embargo, su propuesta de una comisión reducida de cuatro personas para definir candidaturas fue rechazada de plano. El funcionario decidió no asistir al Congreso radical y organizó un evento paralelo en “Mendocinos por el Futuro”, su propia estructura política. El mensaje fue tan claro como contundente: no aceptará una exclusión del juego interno.
Desde el entorno de Cornejo no lo dudaron. Acusaron a Petri de buscar “poner los candidatos a dedo”, y defendieron el mecanismo votado en el plenario radical: un Colegio Electoral constituido por los congresales partidarios vigentes, encargado de definir las listas. Este formato, respaldado por la mayoría vinculada al oficialismo provincial, garantiza un padrón cerrado y disciplina partidaria, con elecciones internas previstas para los primeros días de agosto. El gobernador se aseguró de contener a los intendentes y alinear a los sectores orgánicos, dejando al ministro en la vereda de afuera.
La tensión se dispara en un contexto en el que el crecimiento del mileísmo comienza a delinear nuevas lealtades en todo el país. Lo que parecía ser una eventual negociación en torno a la sucesión provincial vive un adelantamiento forzoso, empujado por la ambición de Petri y la necesidad de Cornejo de mantener cohesionado su dominio territorial frente al fenómeno libertario. La presencia de figuras como la vicegobernadora Hebe Casado, ya referenciada con Milei, y el triunfo del vocero presidencial Manuel Adorni en la ciudad de Buenos Aires, ponen presión sobre el esquema tradicional del radicalismo.
Mientras tanto, en la trastienda del congreso partidario, varios dirigentes dejaron trascender su malestar con la actitud del ministro, pero también reconocieron que la corriente violeta —y su anclaje en el electorado urbano— obliga a repensar las futuras alianzas. El fantasma que más inquieta: una Legislatura pintada de violeta. Por eso, si bien rechazan reeditar un frente oficial con LLA, reconocen que ignorar su peso podría ser un error mayúsculo. Las declaraciones del intendente de Mendoza capital, Ulpiano Suarez, son una pista: “No me van a pintar de violeta”. No es una cita casual, sino una advertencia interna.
El dilema ahora para Cornejo es doble. Por un lado, evitar que Petri gane músculo sin debilitar la unidad de su partido. Por el otro, administrar la convivencia con el gobierno nacional del que Mendoza es uno de sus aliados más valiosos, pero a la vez un posible contrapoder. Aunque Milei y Cornejo conservan un vínculo de respeto, la irrupción de Petri como actor libertario dentro del radicalismo complica los equilibrios. También reactiva la discusión sobre cómo y cuándo ir a elecciones provinciales: mantener el cronograma habitual o anticipar los comicios para aislarlos de la ola libertaria.
Todo indica que Cornejo no quiere sorpresas en el corto plazo. El Congreso fue una muestra de fuerza y una foto de orden interno. Pero la falta del ministro y su acto paralelo también dejaron en claro que si las reglas no se negocian, el quiebre puede materializarse. Los ecos de las PASO del 2023 todavía resuenan, y Petri no parece dispuesto a volver a quedarse en la línea de salida. En el fondo, ambos ya están jugando por lo que vendrá después del mandato actual. La disputa por las listas de este año es apenas la primera estación hacia la pelea mayor: el sillón de San Martín, versión 2027.