El gobierno de Javier Milei eliminó el asueto por el Día del Empleado Público, provocando tensiones con los sindicatos. Este acto refleja su ideología de reducir privilegios estatales. La medida ha generado críticas de despoticismo, mientras Milei busca consolidar un relato que redefine el papel del Estado y enfrenta crecientes protestas sociales.
Milei elimina el asueto por el Día del Empleado Público y agita el tablero político
El gobierno de Javier Milei oficializó la eliminación del asueto administrativo por el Día del Empleado Público mediante un decreto presidencial. El anuncio, realizado en conferencia de prensa por el vocero Manuel Adorni, acelera el enfrentamiento entre el Ejecutivo nacional y los gremios del sector público, confirmando el sesgo ideológico que atraviesa las decisiones de esta gestión: desarticular cualquier privilegio estatal que no se justifique en términos de “servicio al ciudadano” ni se alinee con la lógica del mercado.
“El Estado no es un lugar donde deba ser posible tomarse un día sabático ni gozar de cualquier otro privilegio que el trabajador del privado no tiene”, dijo Adorni, en la frase que da el tono a una medida que busca algo más que ahorrar fondos. Se trata de un mensaje político, un gesto fundacional con el que el Presidente pretende consolidar su narrativa antisindical y pro empresa privada. El Día del Empleado Público, que conmemora la adopción del Convenio Nº 151 de la OIT, queda ahora como una efeméride sin efectos laborales: se mantiene como fecha, pero se esfuma el beneficio.
En este marco, el vicevocero Javier Lanari redobló la apuesta y advirtió vía redes sociales: “El que no trabaja, no cobra”. El repudio no tardó en llegar. Desde la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), catalogaron la decisión como un “nuevo acto despótico” y acusaron al gobierno de avanzar con un modelo autoritario que ningunea derechos laborales adquiridos a nivel global. Mientras tanto, el Presidente amplificó en su cuenta personal en X los comentarios de tuiteros libertarios que celebraron la medida como un triunfo “contra la casta.
La abolición del beneficio se inscribe en una ofensiva más amplia del oficialismo sobre el aparato estatal. En la misma jornada, se informó la finalización de la obra del sistema Riachuelo con una fuerte crítica al exministro Sergio Massa, a quien se le atribuyó haber dilatado su finalización por conveniencia política. “La famosa ‘corrupción transformadora’ que algunos todavía defienden”, disparó Adorni, dejando en claro que cada anuncio de esta administración busca al mismo tiempo resolver una cuestión operativa e instalar una narrativa de ruptura con el pasado.
Sobre la misma línea fiscalista, se anunció un recorte generalizado sobre las tasas por deudas tributarias: la tasa resarcitoria baja del 4% al 2,75% mensual, la punitoria del 5% al 3,5%, y la de devolución del 0,75% al 0,5%. Esta medida aparece como un intento de alivianar la sobrecarga impositiva, especialmente sobre un sector productivo que acusa como víctima del ajuste. Tal es el caso del informe del IPA que reveló el cierre de 12.000 pymes en un año, una cifra que hace estruendo en medio del relato de estabilización macroeconómica.
Dentro del juego de equilibrios políticos, el jefe de Gabinete Guillermo Francos justificó el veto presidencial a la ley impulsada por el Congreso para aumentar las jubilaciones. “Seguramente la mínima no alcanza, pero el sistema no tiene fondos”, admitió, al tiempo que defendió el objetivo inalterable del déficit cero. Es una advertencia clara a legisladores opositores: cualquier intento de gasto sin financiamiento será abortado, incluso si implica dejar sin aumento a los sectores más vulnerables.
Mientras tanto, las calles comienzan a reflejar el malestar social. En el Hospital Garrahan se reportaron medidas de fuerza bajo la consigna “Ñoquiada”, los transportistas preparan marchas, y los jubilados vuelven al Congreso. La presión se potencia justo cuando la oposición evalúa reactivar la discusión sobre el juicio político a Milei, en el marco de la causa $Libra.
El Gobierno también intensifica su ritmo diplomático. Estados Unidos deslizó una señal de agradecimiento a la Cancillería por su respaldo a la reciente ofensiva sobre instalaciones nucleares iraníes. Y tras el anuncio de la visita del primer ministro de India, Narendra Modi, la administración libertaria busca posicionar a la Argentina como un socio geopolítico confiable en un nuevo escenario internacional.
Con este combo de medidas, gestos y choques, Milei intenta afianzar su discurso fundacional: el Estado como obstáculo, el déficit como pecado original, y la libertad como meta. Pero la otra cara es un gabinete obligado a surfear una creciente conflictividad social, resistencias gremiales, reclamos judiciales y un Congreso que empieza a moverse. La eliminación del asueto no es solo una muestra de austeridad: es un episodio más de una lucha ideológica por redefinir el rol del Estado en la Argentina actual.