En Caballito, un trágico hallazgo reveló los cuerpos de una mujer de 47 años y su hijo de 13, generando interrogantes sobre su muerte. Sin signos de violencia y con antecedentes de problemas mentales, la investigación destaca la falta de apoyo institucional y el aislamiento que enfrentaban. Una tragedia que refleja fallas sociales más amplias.
Trágico doble fallecimiento en Caballito: entre el dolor íntimo y los interrogantes sin respuesta
Una mujer de 47 años y su hijo de 13 fueron encontrados muertos en su domicilio del barrio porteño de Caballito, sobre la calle Galicia al 900. El hallazgo lo realizó un familiar cercano la noche anterior, en medio de un creciente silencio que rompió la rutina diaria de llamados. Sin signos visibles de violencia ni acceso forzado, el hecho abrió de inmediato una investigación policial cargada de incertidumbre: ¿fue un homicidio seguido de suicidio? ¿Un cuadro de salud mental y abandono con final previsible, aunque evitable?
La escena hallada por el hermano de la víctima es estremecedora. Según su testimonio, encontró a la mujer con una bolsa en la cabeza, y un cable al cuello. Su hijo presentaba señales similares con una prenda retorcida en su garganta. Ambas personas eran de nacionalidad surcoreana, residentes del país desde hace una década, y vivían en la propiedad junto a la madre de la mujer. El esposo, según se supo, continúa en Corea del Sur y no residía con la familia.
A simple vista, no había elementos desordenados que sugirieran una irrupción violenta, lo que hace aún más crudo el trasfondo íntimo del caso. El testigo indicó que la mujer sufría depresión y serios problemas respiratorios, además de enfrentarse a las complejidades de convivir con su hijo, diagnosticado con un trastorno del espectro autista. Lo había manifestado varias veces, incluso con una frase que hoy adquiere un peso abrumador: “Ya no puedo más”.
El cuadro coloca al Estado nuevamente bajo la lupa, mientras los equipos de la División de Investigaciones Comunales 6 (DIC6) trabajan en la reconstrucción de las últimas horas de vida de las víctimas. La carátula provisoria de la causa es “averiguación de causales de muerte”, aunque todo apunta a una línea dolorosa: un entorno de soledad, presión familiar agobiante y falta de asistencia institucional pueden haber empujado a una madre al límite.
Esta tragedia vuelve a echar luz sobre un problema estructural: el tratamiento invisibilizado de los padecimientos mentales en hogares donde convergen enfermedades crónicas, maternidades sin red de contención, y situaciones sociales atravesadas por el aislamiento cultural. No hay, hasta el momento, una narrativa oficial que explique cómo esta familia surcoreana fue acompañada por el sistema de salud o educación. ¿Hubo asistencia? ¿Se respetaron los protocolos vinculados a personas con discapacidad?
En los despachos de Justicia, la investigación intentará responder todas estas preguntas. Mientras tanto, se requirió la intervención de la unidad criminalística móvil para realizar las pericias, y se secuestraron elementos del lugar para análisis forense. El enfoque estará puesto no solo en confirmar si existió intención letal directa de parte del adulto hacia el menor, sino también en deslindar responsabilidades de terceros o detectar signos de negligencia sistemática.
Los cuerpos fueron trasladados para la autopsia correspondiente y los primeros peritajes médicos serán claves para establecer los tiempos, mecanismos y, eventualmente, las motivaciones detrás de este desenlace. El impacto emocional y comunitario no es menor. Los vecinos de la zona, según trascendió, no conocían en detalle la situación de la familia, lo cual refuerza el carácter reservado y solitario de su día a día. Es otro síntoma del silencio que rodea a muchas realidades migrantes en Argentina, donde las barreras idiomáticas, culturales y estructurales se combinan con la falta de políticas integrales de inclusión.
Lo que ocurrió en Galicia 919 es más que una tragedia doméstica. Es la punta visible de una falla social más amplia. No es extraño que desde sectores vinculados a la salud mental se pida, una vez más, abrir el debate sobre la asistencia integral, prevención real y seguimiento en los hogares con riesgos psico-sociales. Pero lo cierto es que ese debate siempre llega tarde y a destiempo, cuando los cuerpos ya están siendo retirados de la escena.