El gobierno de México evalúa prohibir la siembra de maíz transgénico mediante una reforma constitucional. Esta medida busca proteger el maíz nativo y la biodiversidad, y se alinea con un decreto de 2020. Sin embargo, genera preocupaciones sobre las relaciones comerciales, especialmente con Estados Unidos y Canadá, y su impacto en la seguridad alimentaria.
México evalúa prohibir la siembra de maíz transgénico en su territorio
El gobierno de México avanza en una iniciativa que podría consolidar la prohibición de la siembra de maíz transgénico en todo su territorio, mediante una reforma constitucional en proceso de discusión. Esta medida se enmarca dentro de una serie de acciones impulsadas por la actual administración para proteger el maíz nativo como parte esencial del patrimonio cultural y biodiversidad del país. La prohibición también abarca el uso de glifosato, un herbicida ampliamente utilizado en los cultivos transgénicos.
La propuesta parte de la resolución de un decreto emitido en diciembre de 2020 por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que plantea un plazo hasta 2024 para eliminar tanto el uso del glifosato como la importación de maíz transgénico. Esta línea de acción podría definirse de manera más contundente si la reforma constitucional, actualmente bajo análisis en el Congreso, obtiene la aprobación necesaria.
Con esta decisión, México ratificaría su posición como uno de los principales defensores globales del maíz nativo, pero también surgen cuestionamientos respecto a sus posibles efectos económicos y sobre la relación comercial del país con socios como Estados Unidos y Canadá.
El trasfondo cultural y ambiental del maíz en México
El maíz, originario de México, representa uno de los pilares fundamentales de la identidad cultural, histórica y alimentaria del país. Con más de 64 razas nativas identificadas, su importancia trasciende el ámbito económico, considerándose un elemento clave del patrimonio biológico. La administración de López Obrador ha subrayado que la introducción de maíces genéticamente modificados podría representar una amenaza no solo para la biodiversidad, sino también para las comunidades campesinas que dependen del maíz nativo.
En varias ocasiones, el mandatario estableció que “no debemos permitir que nuestro maíz nativo sea contaminado por transgénicos”. Este argumento forma la base de las medidas restrictivas recientes hacia el uso de semillas modificadas en territorio mexicano. La siembra de maíz transgénico se encuentra actualmente suspendida desde 2013, en cumplimiento de un mandato judicial; sin embargo, las autoridades consideran necesario reforzar esta disposición a través de instrumentos legales más perdurables, como una reforma a la Constitución.
Adicionalmente, los defensores de la prohibición sostienen que desalentar el maíz transgénico protegería la soberanía alimentaria del país, ya que fomentaría la producción local y reduciría la dependencia de las exportaciones desde naciones extranjeras.
Impacto en las relaciones comerciales y la seguridad alimentaria
La iniciativa gubernamental ha generado tensiones dentro del marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Los socios comerciales de México, en particular Estados Unidos, expresaron preocupación en torno a las restricciones que podrían implementarse sobre las importaciones de maíz transgénico, pues este ocupa una posición central en la agricultura estadounidense. Aproximadamente el 90% del maíz producido en ese país proviene de semillas genéticamente modificadas.
De acuerdo con cifras oficiales, México importa alrededor de 17 millones de toneladas de grano amarillo al año, principalmente desde Estados Unidos, que son destinados en su mayoría a la alimentación ganadera. Por tanto, una interrupción en este flujo podría tener consecuencias significativas tanto para el sector pecuario como para la seguridad alimentaria mexicana.
El secretario de Agricultura de EE.UU., Tom Vilsack, ha manifestado que las restricciones a la importación de maíz biotecnológico podrían derivar en “medidas necesarias para proteger los derechos comerciales” de su país bajo los términos del T-MEC. La administración mexicana, sin embargo, insiste en que su postura se alinea con el derecho soberano de implementar regulaciones basadas en la protección de la salud pública y la preservación ambiental.
Debate sobre los posibles beneficios y riesgos de los transgénicos
El debate en torno al uso de organismos genéticamente modificados, como el maíz transgénico, continúa dividiendo opiniones entre sectores académicos, científicos y activistas. Por un lado, se argumenta que los transgénicos contribuyen a optimizar la producción agrícola, logrando rendimientos más altos en condiciones de limitada disponibilidad de recursos. Por otro lado, críticos señalan que existen posibles riesgos asociados al consumo de dichos productos, así como al impacto ambiental de su cultivo intensivo.
En el caso específico del maíz, se teme que la expansión de cultivos transgénicos pueda llevar a la contaminación genética de las variedades nativas, un proceso que implicaría la pérdida de biodiversidad y de conocimiento ancestral vinculado a su cultivo. También se cuestiona el uso extensivo de glifosato, cuya seguridad ha sido puesta en duda debido a investigaciones internacionales que lo asocian con riesgos para la salud.
A pesar de las restricciones actuales, el ingreso de maíz transgénico importado sigue siendo motivo de controversia. ¿Cómo pueden equilibrarse las demandas de una producción agrícola eficiente con la necesidad de proteger los recursos naturales y la salud pública? ¿Qué impacto tendría implementar por completo una política restrictiva desde una perspectiva económica y científica?
El complejo camino de la reforma constitucional
El proceso legislativo con miras a reformar la Constitución mexicana en esta materia no es sencillo. Para su aprobación, se requiere el aval de dos tercios del Congreso de la Unión, así como de la mayoría de las legislaturas estatales. Aunque Morena, el partido oficialista, cuenta con mayoría en ambas cámaras, la reforma enfrenta críticas tanto de la oposición como del sector privado.
Una de las preocupaciones más destacadas radica en las posibles repercusiones económicas que una prohibición total podría desatar en sectores clave de la producción agrícola, agroindustrial y ganadera. Los productores exigen mayor claridad respecto a cómo se cubriría la demanda de maíz amarillo, imprescindible para abastecer a distintos sectores del mercado interno. ¿Será capaz México de cubrir estas necesidades con la producción nacional?
A pesar de las dudas, el gobierno ha reiterado su compromiso con una economía más sustentable y un uso responsable de los recursos naturales. En este contexto, establece un llamado a revalorizar las prácticas agrícolas tradicionales como base del desarrollo rural.
La evolución de una política pública en transformación
A medida que se profundizan las discusiones en torno a esta iniciativa, México se encuentra en una encrucijada que pone en juego aspectos cruciales de su futuro agrícola, económico y cultural. La reforma constitucional representaría un paso significativo hacia el fortalecimiento de las políticas públicas en favor de la biodiversidad y la autosuficiencia alimentaria, objetivos que han sido priorizados durante el mandato de López Obrador.
Sin embargo, las implicaciones de la prohibición total del maíz transgénico no son del todo claras. Las tensiones internacionales, los desafíos tecnológicos y la estabilidad en los mercados internos son factores que determinarán el éxito o fracaso de esta postura. ¿Serán capaces las autoridades de equilibrar las prioridades nacionales con los compromisos internacionales?
La discusión permanece abierta, y los resultados de esta iniciativa podrían influir significativamente en el rumbo de la producción agrícola global, especialmente en países que busquen preservar su biodiversidad mientras se enfrentan a las exigencias de un mundo en constante cambio.