La tarjeta SUBE llega a Córdoba, modernizando el sistema de transporte urbano y generando un reordenamiento entre Nación y Municipio. Su implementación, que coexistirá temporalmente con Red Bus, plantea interrogantes sobre subsidios y acceso social, destacando la necesidad de una digitalización más profunda en la gestión del transporte.
Sube desembarca en Córdoba en plena transición del transporte urbano
Medio año después de las primeras promesas, la tarjeta SUBE finalmente empieza a circular en la capital cordobesa. Desde esta semana, los ciudadanos pueden retirarla en CPC designados y, a partir del viernes, comenzará a usarse para pagar el transporte urbano. La jugada tiene doble lectura: por un lado, responde a la necesidad de modernizar el sistema de cobro y, por otro, sugiere un reordenamiento estratégico entre Nación y Municipio en plena pulseada por recursos y gestión de subsidios.
En esta primera fase, SUBE coexistirá con el actual sistema Red Bus, lo que marca una transición técnica de al menos cuatro meses. Esta convivencia técnica, sin embargo, abre interrogantes sobre la reconfiguración de los beneficios sociales en el transporte urbano. Los planes provinciales y municipales seguirán funcionando con Red Bus hasta que sean integrados al sistema nacional. Esa demora alimenta especulaciones: ¿es solo una cuestión operativa o se trata de una negociación abierta entre la Municipalidad cordobesa y el Ejecutivo nacional?
La capital se convierte en la cuarta ciudad de la provincia en implementar SUBE, después de Villa María, Villa Allende y Río Cuarto. La expansión del sistema nacional es leída también como un gesto político: busca unificar los medios de pago y controlar el universo de subsidios desde Buenos Aires. SUBE no es solo una tarjeta para viajar, es una herramienta de trazabilidad del gasto y de registro social. Por eso lleva consigo oportunidad y control.
El valor de la tarjeta es de 1.500 pesos. En algunos CPC y dependencias municipales, se entrega gratuitamente con un saldo negativo que equivale al costo del plástico. En cambio, en Rapipago, Pago Fácil y otros puntos de venta, debe abonarse en el momento. La distinción no es inocente: desde la Municipalidad apuntan a canalizar parte del flujo de usuarios hacia las dependencias propias, donde además se brinda asesoramiento para acceder a la Tarifa Social Federal. Este beneficio otorga un descuento del 55% y alcanza a una extensa lista de sectores vulnerables: jubilados, titulares de AUH, monotributistas sociales, trabajadores de casas particulares, beneficiarios de planes laborales y de inclusión.
La operatoria se complementa con una apuesta tecnológica: mediante la App SUBE o la plataforma Mi Argentina, los usuarios podrán gestionar su tarjeta, ver saldos, acreditar cargas y consultar viajes. Aunque aún falta la interoperabilidad total del sistema, se da por sentado que esta etapa prepara el terreno para una digitalización más profunda del boleto, con validación por QR, tarjetas de crédito y otros métodos. Las validadores duales —instaladas desde febrero— ya están configuradas para ello.
Detrás de la implementación técnica hay una lectura política inevitable. Córdoba, históricamente autónoma frente a decisiones centralistas, ahora avanza hacia un sistema que depende casi por completo de la base de datos de ANSES y de fondos federales redistribuidos en función del registro social. Desde la óptica nacional, eso permitirá afinar la puntería de los subsidios; desde la municipal, puede implicar ceder herramientas que antes estaban en manos locales.
La entrega se inició en los CPC Argüello, Colón, Villa El Libertador, Centro América, San Vicente, General Paz, Chalet San Felipe, Guiñazú y Palacio 6 de Julio. Esta semana se suman otros trece puntos, incluyendo los CPC Monseñor Pablo Cabrera, Mercantil, Ruta 20 y Mercado. También se pueden adquirir mediante operadores externos, aunque sin acceso a la bonificación. En la práctica, los sectores más digitalizados y autónomos optarán por la App, mientras que aquellos con menor acceso tecnológico dependerán del circuito presencial.
El alcance de la Tarifa Social será un termómetro del éxito o el conflicto de esta transición. Mientras tanto, la administración municipal deberá gestionar dos sistemas con reglas distintas. El desafío será evitar que esta superposición complique más de lo que resuelve. En tiempos donde la política mira con lupa cada peso que se mueve en subsidios y obras, la implementación de SUBE puede parecer un detalle técnico, pero en realidad revela mucho más: una disputa silenciosa, aunque estructural, por el control del transporte y la asistencia social.