Uno de cada siete estudiantes en el mundo enfrenta los impactos del clima extremo en 2024, según UNICEF. Inundaciones, olas de calor y ciclones están interrumpiendo la educación global, afectando a millones de niños, especialmente en regiones vulnerables. Urge una respuesta internacional para garantizar escuelas resilientes y seguras frente a desastres naturales.
Uno de cada siete estudiantes en el mundo enfrenta el impacto del clima extremo en 2024, revelando la urgente necesidad de abordar los efectos del cambio climático en la educación global
Millones de estudiantes sin acceso a la educación por desastres climáticos
Los efectos del cambio climático, exacerbados en 2024, continúan impactando no solo la vida cotidiana de millones de personas, sino también el acceso a derechos fundamentales como la educación. Según informes recientes, las olas de calor extremas registradas este año causaron el cierre temporal de escuelas en diversas regiones, afectando a más de 118 millones de alumnos solamente durante el mes de abril.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) advirtió que esta crisis se está intensificando de manera alarmante, poniendo en riesgo el presente y el futuro de niños y jóvenes alrededor del mundo. La organización señaló que las interrupciones en la educación debido al clima extremo, como inundaciones, incendios forestales y fenómenos de calor extremo, se están convirtiendo en un fenómeno creciente que amenaza las oportunidades de desarrollo de millones de estudiantes.
Desafíos globales en las regiones más vulnerables
Las regiones más afectadas por los eventos climáticos extremos tienden a ser aquellas en situaciones de mayor vulnerabilidad económica y social. Según UNICEF, países del sur de Asia, África Subsahariana y América Latina han reportado las tasas más altas de cierres escolares relacionados con el clima. Estas interrupciones no solo impactan la educación, sino también limitan el acceso de los estudiantes a servicios esenciales proporcionados en los centros educativos, como alimentos, agua potable y apoyo psicosocial.
Henrietta Fore, exdirectora ejecutiva de UNICEF, destacó en declaraciones anteriores: “El cambio climático no es un problema abstracto para los niños. Ya lo están experimentando con fuerza. Cada cierre de escuela representa una brecha que puede afectar permanentemente su aprendizaje y bienestar”.
Calor extremo y consecuencias para la educación
Durante 2024, el aumento en las temperaturas globales llevó a una proliferación de olas de calor, muchas de las cuales causaron temperaturas peligrosamente altas para los niños en edad escolar. El cierre de aulas por esta causa se ha hecho cada vez más frecuente en países como India, Bangladesh, y Pakistán, donde la infraestructura escolar a menudo no está diseñada para soportar condiciones climáticas extremas.
En abril, se registraron temperaturas récord en muchas ciudades del sur de Asia, alcanzando en algunos casos los 45°C, lo que obligó a las autoridades a suspender las clases. Estas interrupciones afectaron directamente a millones de alumnos, cuyo progreso académico ya se encontraba comprometido por problemas relacionados con la pandemia de COVID-19 y la falta de recursos básicos para la educación a distancia.
Otras amenazas climáticas: ciclones e inundaciones
Además de las olas de calor, los ciclones y las inundaciones han devastado comunidades enteras, llevando a la suspensión total de las actividades escolares. En Filipinas, por ejemplo, los tifones recurrentes de las últimas dos décadas han dejado cientos de escuelas dañadas o destruidas, obligando a los estudiantes y profesores a buscar alternativas de emergencia para continuar con las clases.
Según un informe actualizado de la organización, cada año, alrededor del 12% de los niños pierden aproximadamente un mes de escolarización por desastres naturales directamente relacionados con el cambio climático. Esta realidad resalta la necesidad urgente de robustecer las infraestructuras escolares no solo para proteger a los estudiantes, sino también para garantizar la continuidad de su educación.
El costo humano y económico de la inacción
El impacto del clima extremo en la educación global no se limita a la interrupción de las clases. Las familias afectadas por desastres naturales también sufren pérdidas económicas significativas, lo que puede llevar a tasas más altas de abandono escolar. En África Subsahariana, por ejemplo, donde ya existe una alta incidencia de deserción escolar, las sequías y las olas de calor han agravado las condiciones económicas de las comunidades, empujando a muchos niños y niñas fuera del sistema educativo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha estimado que solo en 2024, el costo económico directo de los cierres escolares relacionados con el clima alcanza miles de millones de dólares. Esta cifra refleja no solo la pérdida de infraestructura, sino también los costos asociados con la recuperación y el desarrollo adicional necesario para mitigar los efectos a largo plazo.
Respuesta internacional ante la crisis
A pesar de la magnitud del problema, los esfuerzos internacionales para abordar el impacto del cambio climático en la educación han sido lentos e inconsistentes. Algunos países han comenzado a implementar programas de adaptación climática en sus sistemas educativos, priorizando mejoras de infraestructura y la enseñanza sobre sostenibilidad. Sin embargo, estas soluciones siguen estando lejos de alcanzar a las poblaciones más afectadas.
Para UNICEF, es fundamental que los gobiernos y las organizaciones internacionales asuman un papel más proactivo. Esto incluye no solo garantizar que las escuelas sean espacios seguros y resilientes ante los desastres naturales, sino también invertir en medidas preventivas a través de políticas climáticas ambiciosas y bien financiadas.
Prioridades emergentes para el futuro
Entre las principales recomendaciones de UNICEF y otras entidades del ámbito internacional se encuentran el fortalecimiento de las instalaciones educativas para resistir eventos climáticos extremos, la creación de plataformas educativas digitales que puedan usarse durante emergencias, y el desarrollo de currículos orientados a construir una mayor consciencia sobre la crisis climática.
Por su parte, las comunidades locales han demostrado un nivel admirable de resiliencia, adaptándose a las circunstancias adversas de la mejor manera posible. Aun así, estas soluciones temporales no pueden sustituir la necesidad de una acción global conjunta para enfrentar de manera efectiva las múltiples dimensiones de esta crisis.
Para más información sobre el impacto del cambio climático en la educación global, puedes consultar el artículo original publicado por teleSUR en teleSUR.